En 1977, el Banco de la República emitió un billete de 500 pesos, inmortalizando la imagen del General Francisco de Paula Santander y las Salinas de Zipaquirá. Este acto fue una expresión económica y un tributo a lugares emblemáticos que, como las salinas, aún no ostentaban el título de patrimonio nacional.

El General Santander, una figura fundamental en la historia colombiana, desempeñó un papel clave en la independencia de Colombia y en la configuración de sus instituciones. Como vicepresidente de Simón Bolívar, contribuyó a la redacción de la Constitución de Cúcuta de 1821, estableciendo las bases para la República de la Gran Colombia. Su legado perdura como símbolo de la lucha por la libertad y la construcción de un Estado sólido.

Las minas de sal de Zipaquirá, explotadas desde antes de la colonia, ganaron reconocimiento cuando, en 1954, el Banco de la República asumió la responsabilidad de la construcción de la Catedral de Sal. Inicialmente, los indígenas habían esculpido túneles que, con el tiempo, se transformaron en una majestuosa obra arquitectónica, repleta de naves, iglesias y arcos decorados con estalactitas.

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En ese contexto, la Catedral no solo es un testimonio del ingenio arquitectónico, sino también un símbolo de la transición de un lugar dedicado a la minería a un templo espiritual. La relación entre el incansable trabajo de los mineros y su profunda devoción se entrelaza en la historia de la construcción, consolidándola en un lugar de memoria e identidad.

Su construcción, iniciada por el Banco de la República en 1950, va más allá de exaltar la colección del Museo del Oro; es un acto que resalta las diversas contribuciones patrimoniales en las que la institución ha participado.

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El billete de 500 Pesos de 1977: un medio de intercambio y también un viaje a través de la historia y la identidad colombiana, donde el General Francisco de Paula Santander y las Salinas de Zipaquirá se entrelazan en un relato que va más allá de las transacciones cotidianas.

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