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Por Penélope Vargas

La educación ha sido considerada a lo largo de la historia como el puente a la igualdad social. Sin embargo, esta es también escenario de múltiples situaciones de inequidad dado que no todos los estudiantes contamos con la misma calidad educativa accediendo a la escolaridad pública comparada con una privada. La rentabilidad más alta en educación no es la causa de la pésima distribución en los recursos, sino más bien el producto de un mayor desnivel económico. Es decir, los que tienen la capacidad de invertir más en su enseñanza (educación privada) son relativamente más beneficiados con respecto a los que no, estos impedimentos estructurales no han disuadido a los gobernantes en América Latina porque no se han llevado a cabo reformas al mejoramiento en la calidad educativa de maneras particulares que puedan atribuir de manera positiva al sistema de educación.

Es sumamente desalentador que el derecho a la educación se haya convertido en un sistema jerárquico, aprendiendo por separado según la clase social a la que pertenecemos. Esto, nos encamina hacia terribles consecuencias socioeconómicas, culturales y políticas. En dónde se incrementa cada vez más la distancia de clases que la igualdad, desde el entorno en el cual nos relacionamos y los vínculos que entablamos hasta como estos mismos brindan el acceso a oportunidades – escalamiento social, que solo están disponibles para una reducida parte de la población mientras la restante está condenada a un futuro subordinado y precario laboralmente.

Este panorama sólo señala que estudiar para construir una mejor calidad de vida a futuro es lamentablemente un plan desacertado, teniendo en cuenta que desde que entramos al sistema educativo se vetan las oportunidades para algunos mientras a otros se les ofrece de acuerdo a su ventaja económica.

Estudiantes que cargan día a día con la cruz de la desigualdad, esperando algún «día de suerte» en el que sus derechos sean garantizados dignamente.

Gente brillante que termina con empleos oscuros, sin permitirles nunca desarrollar el potencial de sus capacidades, opacados por una segregación educativa.

Poner en tela de juicio esta problemática es lo que se debe hacer. Buscando precisamente el camino hacia una educación pública de calidad, en el que la política y la sociedad estén dispuestos a trabajar arduamente en ella.

La segregación educativa, una cara de la desigualdad social.

Penélope del Mar Vargas
Estudiante de Relaciones Internacionales y Estudios Políticos de la Universidad Militar Nueva Granada, Fundadora de 'Dyvernal Podcast', Directora de la Red Índice Activista.

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