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La increíble historia de supervivencia de cuatro niños colombianos en la selva amazónica

El siguiente informe, presentado por la Aeronáutica Civil (Aerocivil), narra una historia conmovedora y llena de heroicidad sobre la supervivencia de cuatro niños en la selva amazónica después de un accidente de avión ocurrido el 1 de mayo de 2023 en Colombia.

Un accidente trágico en la selva amazónica

Lesly, la mayor, Soleyni con 9 años, Tien Noriel, el pequeño de 4, y Cristin, el bebé de 11 meses, son los protagonistas de la heroica historia que tuvo como escenario la espesa y abrumadora selva amazónica hace un año, y que durante 39 días se convertiría en el episodio de valentía y supervivencia más impactante en los últimos tiempos.

“La aeronave pudo haber tenido problemas de motor”, es una de las hipótesis que se manejan en el marco de la investigación que aún no concluye sobre el trágico episodio en el que falleció el piloto Hernando Murcia, el líder indígena Hernán Mendoza, y Magdalena, la madre de los hermanos Mucutuy.

El instinto de supervivencia

Magdalena abrazó al pequeño Cristin y sacrificó su vida por la de él. Los otros tres niños, milagrosamente sobrevivieron aún con golpes y dificultades. ¡Estaban vivos! Era el principio de lo que se convertiría en una magnífica gesta que quedó registrada en periódicos y titulares alrededor del mundo, cuando personal del Comando Conjunto de Operaciones Especiales, entidades del estado y comunidades indígenas de 5 departamentos trabajaban sin descanso para hallarlos vivos.

El pie de Lesly, la niña mayor, quedó atrapado; con pericia y dolor, logró quitarse el calzado, fijarse en la angustia de sus dos hermanos y arrebatar de los brazos al bebé. Ver a su madre muerta, así como a los otros dos adultos, hizo que tuviera que renunciar a quedarse ahí; cojeando, luego arrastrándose, descalza, apenas con sus pies cubiertos con unas medias y un hematoma en la cabeza, tuvo que agarrar lo que pudiera: comida, abrigo, agua, y luego, al punto de arrastrarse por la selva para salvaguardar su vida, la de sus hermanitos y buscar ayuda con algún humano.

La audacia de la evacuación

“La forma en que desabordaron la aeronave fue épica”, dijo el coronel Miguel Camacho, Director Técnico de la Dirección de Investigación de Accidentes de la Aeronáutica Civil. Lesly se cubrió su rostro con gazas, abrió la puerta trasera del avión e inició la evacuación, tomaron rumbo hacia el Río Apaporis, solo encontraban, selva adentro, el miedo de hallar un animal que les pudiera hacer daño; tenían hambre, buscaban de cualquier manera sobrevivir y acabar con el miedo, esperaban que alguien les diera auxilio, recogieron pescado crudo, Lesly no soltaba a ese bebé de sus brazos, el instinto fue fundamental: la tapa de una botella de agua, reenvasar el líquido en un biberón, el “mil pesos”, nombre popular de un tipo de Corozo de la selva ablandado por la humedad de la tierra fue su alimento, así como algunas frutas.

Una lucha contra la naturaleza

Regresaron al lugar del accidente aéreo dos días después, encontraron más provisiones, mientras las condiciones climáticas imposibilitaban al personal en misión, acceder a ciertos lugares donde podrían estar. Los equipos de búsqueda y rescate se apropiaron de estrategias para encontrarles: las aeronaves despegaron mientras los bomberos de Miraflores hacen su alistamiento para salir. Las condiciones meteorológicas no eran favorables. Desde Mitú, se informaba que la aeronave habría caído en el sector de El Venado, “estamos a 20 minutos y se requieren 40 galones de gasolina y comida para 12 personas”, se informó.

El relato entregado por Lesly al equipo de investigación fue tan abrumador como impactante; pensar en que cuatro niños pudieran sobrevivir durante más de un mes en el espesor y lo agreste de la selva, iba llevando a lo que luego fuera calificado como un milagro. Mientras tanto, la búsqueda sin cansancio se nutría de oraciones y plegarias de millones de personas atentas a escuchar la radio, ver el televisor o leer una nota de prensa que diera la esperada noticia de su aparición. Su recorrido iniciaba en Araracuara y el destino final debía ser San José del Guaviare, pero la aeronave Cessna HK2803 se accidentó en área selvática del municipio de Solano, Parque Nacional Natural Chiribiquete en Caquetá. Al encontrarse a 5.500 pies y percatarse de la situación, el piloto buscaba acuatizar en el Río Apaporis, pero su reacción no fue fructuosa, la aeronave caería entonces sobre terreno selvático.

Mensaje de socorro en medio de la crisis

Aeronave accidentada en la que viajaban los niños. Foto de la Aerocivil.

“…Mayday, Mayday, Mayday, 2803, Mayday, Mayday, Mayday, tengo el motor en mínimas, voy a buscar un campo…”, fue el mensaje de socorro entregado ese primero de mayo a las 7:17 horas. El servicio de control de tráfico aéreo informó de inmediato a la Fuerza Aérea. El piloto de avión estaba en contacto radar, se intentó en múltiples ocasiones llamarlo sin respuesta. Bastaron 15 minutos de angustia para recuperar comunicación, el piloto reportaba que el motor tomaba potencia nuevamente, pero fue a las 7:43 que se reportó de nuevo la falla, y un minuto después, la última comunicación con el controlador aéreo: Voy a acuatizar. La tragedia era inminente.

La búsqueda desesperada en la selva

La selva recibía rescatistas por aire, tierra y agua, se escuchaban los gritos llamando a sobrevivientes, se lanzaban alimentos; los pobladores de la región, megáfono en mano, hacían llamados, volantes de papel caían con instrucciones.

Catorce días después se encontró la aeronave, la misma que había intentado un arborizaje, pero sufrió daños estructurales con desprendimiento del motor y de la hélice, abolladuras significativas y daño en la sección frontal de instrumentos de cabina de mando y en la pared de fuego, y, entre otros daños, la separación estructural del plano izquierdo en su unión al fuselaje. Hernando, Hernán y Magdalena estaban muertos. Y tres días más transcurrieron para poder ser rescatados los cuerpos sin vida. Las condiciones meteorológicas eran implacables.

¡Pero los niños debían estar vivos!

Lo primero que encontraron fue un tetero, fueron halladas huellas cerca al lugar; en otro punto, unas tijeras, unas moñas y su empaque. Indicios que permitían pensar en mayor esperanza de vida. Esos recursos, esos elementos, serían claves para la supervivencia liderada por Lesly. El corazón de cada mujer y hombre en medio de la operación no dejaba de latir, y aún con cansancio, era la esperanza por esos niños, el combustible que hacía generar el movimiento.

‘Operación Esperanza’

Las fogatas aparecieron, el ruido en la selva, el lanzamiento de bengalas desde el fantasma, todos alrededor de la búsqueda de esos cuatro niños. Era la ‘Operación Esperanza’.

“El valeroso esfuerzo de los soldados e indígenas hay que destacarlo. Con respeto y fe en el objetivo común, se atendieron y se aceptaron creencias y ritos ancestrales de los indígenas, conocedores de la selva. Esto facilitó integrar recursos, conocimientos y capacidades”, relató el Coronel Juan José López, Director de Operaciones a la Navegación Aérea. “Con el mayor respeto, se entrevistó a la niña mayor; con acompañamiento de psicólogas y el ICBF con el ánimo de aportar a la investigación con la valerosa conducción de sus hermanitos en una condición tremendamente hostil”, agregó el Coronel, y fue ella, quien, con su relato, permitió sumar hallazgos de lo que habría sucedido para derivar en el informe provisional que es apenas una parte de los hechos.

La lucha contra el tiempo y la enfermedad en la selva

En su descripción, Lesly contaba los días, sabía que habían pasado 2, 5, 10, y 39 días. Transcurría el día 35, acondicionaron un refugio en el que estaban quietos después de recibir la instrucción cinco días atrás, de no desplazarse tras leerlo en el único volante que recogieron del suelo. Exhausta y adolorida, sentía que estaba enferma, la desesperación se convertiría, a criterio posterior de los médicos, en ansiedad. Mientras tanto, el pequeño Cristin padecía de una gripa que escasamente pudo ser atendida con un abrigo, agua y el corozo llamado “mil pesos”.

Los equipos de rescate enviaron unidades caninas, allí iba Wilson, un reconocido perro que dejaría su vida selva adentro, y que podría ser una clave importante en el recorrido de los pequeños. Sin embargo, Lesly relata que tenían miedo por los animales, al no hallar humanos, recuerda una danta y una tortuga, pero no a Wilson. Pero en palabras del Coronel López, Wilson significa tanto para el hecho increíble, que no puede ser demeritada su valentía “así como la de otros animales que se convirtieron en leyenda”.

El momento glorioso del rescate

25 días después de hallarse la aeronave, fue un grupo de indígenas de una célula de búsqueda combinada, quienes vieron y escucharon a los niños muy cerca. Ese momento fue el más glorioso. Era la vida la que triunfaba, el milagro de respirar el que les permitiría gritar que lo lograron, que estaban vivos, que los niños Mucutuy, indígenas Muinane, debían volver a casa.

El ‘regreso a casa’

Huérfanos de una madre que tuvo que entregar su vida, Lesly, Soleini, Tien Noriel y Cristin Nerimar Ranoque Mucutuy, quedarían registrados en una postal para la historia que un año después, recordamos y honramos por su heroica labor, y la Operación Esperanza desde la inmensidad de la naturaleza en las selvas de Colombia.

El sacrificio de Magdalena y el coraje de Lesly: Los momentos más impactantes de la historia.

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