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La Historia detrás del Conflicto Israel-Palestina

Este imperio, al prometer al pueblo árabe una república unificada al mismo tiempo que respaldaba la creación de un “hogar judío nacional” en Palestina, contribuyó a la fragmentación y radicalización de dos poblaciones que antes de la creación del Estado de Israel habían coexistido en armonía y paz.

Históricamente, es innegable que el pueblo judío fue el más perseguido no solo por la Alemania nazi sino por innumerables reinos, imperios y regímenes que veían a esta singular comunidad como una amenaza. A raíz de estas persecuciones el movimiento sionista de Theodor Herzl estipuló como objetivo de todo judío el retorno a aquella tierra que les fue prometida por Dios, la tierra prometida, ya que en ningún otro lugar podían estar seguros.

Este movimiento apoyado por Reino Unido, que buscaba que los Estados Unidos ingresaran a la Primera Guerra Mundial para romper con el estancamiento del conflicto, vio en los preceptos sionistas una forma de movilizar a las comunidades judías de Estados Unidos, siendo esta la razón de la famosa declaración Balfour en la que establecía que “El Gobierno de Su Majestad contempla con beneplácito el establecimiento en Palestina de un hogar nacional para el pueblo judío”, una promesa que ciertamente no estaban en capacidad de realizar, pues ya habían firmado el tratado secreto Sykes-Picot con Francia.

Posteriormente en la Segunda Guerra Mundial, la comunidad judía se encontró completamente sola luchando por sobrevivir en una Europa dominada por el miedo ante el avance de la Alemania de Hitler. Los datos al final de la guerra expusieron que casi 7 millones de judíos fueron asesinados por el régimen nazi, una catástrofe humanitaria sin precedentes.

Fue este último hecho el que motivó a la comunidad judía a buscar más que nunca la consolidación de un Estado Nacional Judío, un Estado en todo el sentido del término, es decir un territorio con fronteras establecidas bajo un gobierno central; el único impedimento para la concesión de este objetivo es que a diferencia de lo que promulgaba el movimiento sionista: “Un pueblo sin tierra para una tierra sin pueblo”, la tierra que ellos demandaban ya estaba habitada.

Sin embargo, aun con el conocimiento de que la población palestina el territorio correspondía a 2/3 de la población con una posesión del 97% de las tierras, la comunidad internacional motivada por la culpa de haber permitido el genocidio de la comunidad judía, legitimaron la partición de Palestina mediante la resolución 181 de la Asamblea General de las Naciones unidas dando así nacimiento a un nuevo Estado bajo el nombre de Israel.

Fue en este punto en el que Palestina vio como la comunidad internacional actuó aún con su rechazo ante la partición y decidió su destino bajo decreto, asignándole a Israel el 56% de su territorio, convirtiendo al pueblo palestino en un extranjero en su propio territorio, iniciando lo que los palestinos conocen como “Nakba”, el desastre.

La contradicción de dos proyectos políticos en un solo territorio llevó a la radicalización de las poblaciones que veían en la otra el fracaso de sus propios objetivos, esto dio como resultado una violencia constante y ataques de ambos bandos, viendo al exterminio del otro como la única forma de protegerse y proteger a su comunidad.

 La incursión de los países árabes para proteger a Palestina llevó a un recrudecimiento del conflicto, en el que el perdedor siempre fue el pueblo palestino que veía cómo Israel aumentaba la colonización de territorios, llegando a controlar más del 80% del territorio histórico de Palestina.

La duración y gravedad del conflicto ha afectado a ambas poblaciones, pero más significativamente a la población Palestina que, según datos de la ONU, vive en pobreza y depende de la ayuda humanitaria, ostentando un título de refugiado único, porque además de ser la población refugiada más antigua del mundo en su propio territorio, estos no ejercen a plenitud sus derechos básicos y están excluidos de aspectos calves de la vida social, política y económica, pues su Estado no tiene reconocimiento internacional.

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Ahora bien, el conflicto no solo ha configurado las alianzas regionales e internacionales, sino que se ha convertido en un tema de polarización en el que todos los Estados del sistema tienen una postura al respecto.

Históricamente, Colombia ha mantenido relaciones diplomáticas estables con el Estado de Israel, estableciendo tratados militares y comerciales, siendo una relación basada en el intercambio de experiencia, tecnología y con una fuerte afinidad en el intercambio académico y de conocimientos.

Por otra parte, la relación de Colombia con el Estado Palestino inició en 2018 con el reconocimiento realizado por el presidente Juan Manuel Santos, exaltando a Palestina como un “Estado libre, soberano e independiente”, acto que se dio bajo la consideración de que Palestina también tiene el derecho como parte del sistema internacional, a ejercer su soberanía en un territorio determinado.

Esta postura de Colombia se construyó con base en el rechazo de las vías de hecho como solución a las disputas, siendo parte de grupos que abogan por la solución pacífica de los conflictos, como los No alineados en el marco de la Guerra Fría, consolidándose como país que impulsa el Derecho Internacional y la protección de los derechos humanos.

La postura histórica de Colombia no se dirige a la criminalización de los bandos, sino a la solución del conflicto, por lo que Colombia es fiel defensora de la coexistencia de dos Estados soberanos independientes en el territorio.

Nunca en la historia de Colombia se habían mantenido posturas tan radicales con respecto a los actores en conflicto, aun cuando internacionalmente se reconozcan que tanto el Estado de Israel es responsable de agresiones por haber invadido territorios que no se encuentran en el mandato de la ONU, y a su vez Hamas es responsable de ataques terroristas, muertes y secuestros, Colombia en su neutralidad había solamente resaltado que la peor parte del conflicto siempre la recibían los civiles.

Así pues, las declaraciones del actual presidente Gustavo Petro con respecto al conflicto desconocen toda la línea diplomática sobre la cual se fundamentaban las relaciones con estas dos naciones.

La gravedad de las declaraciones del presidente al comparar la Franja de Gaza con los campos de Auschwitz, implica para Colombia debilitamiento y pérdida de credibilidad internacional, pues defender el actuar reciente de Hamas es defender que son válidas las violaciones de derechos humanos en ciertas circunstancias, lo cual va en contraposición con la carta de naciones unidas y los compromisos internacionales anteriormente adquiridos.

Romper el conceso establecido con respecto al conflicto aísla a la Colombia de escenarios internacionales y fractura la presión internacional sobre una salida negociada del conflicto, desgastado también la relación con Estados Unidos, quien ya se pronunció y si no ve un cambio de actitud del presidente podría empezar a dificultar proyectos conjuntos que se están desarrollando, en particular relacionados con la política antidrogas, la cual es financiada por EE. UU.

Este hecho debilita significativamente la posición diplomática e internacional de Colombia, pues las declaraciones de un jefe de Estado respectivamente también se consideran las posturas de la nación que representa, implicando que Colombia apoya al terrorismo.

Este imperio, al prometer al pueblo árabe una república unificada al mismo tiempo que respaldaba la creación de un “hogar judío nacional” en Palestina, contribuyó a la fragmentación y radicalización de dos poblaciones que antes de la creación del Estado de Israel habían coexistido en armonía y paz.

Lina Yineth Pérez Grande
Estudiante de Relaciones Internacionales y Estudios Políticos en la Universidad Militar Nueva Granada

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