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Vuelven las tensiones entre Irán e Israel

La enemistad entre Irán e Israel, dos potencias regionales con intereses antagónicos, ha modelado en gran medida el paisaje geopolítico de Medio Oriente. Esta rivalidad se ha intensificado en el contexto de la reciente respuesta de Irán bombardeando a Israel el 13 de abril.

Mientras Israel busca neutralizar las amenazas en sus fronteras, ve en Irán una influencia desestabilizadora significativa, especialmente debido al apoyo iraní a grupos militantes como Hamás y Hezbollah. Este apoyo se manifiesta no solo en la provisión de armamento, sino también en una infraestructura militar y logística que intensifica las tensiones.

La situación actual subraya la complejidad de las dinámicas regionales y el papel de las potencias externas en la perpetuación del conflicto, creando un entorno volátil donde cualquier chispa podría desencadenar una confrontación más amplia.

Historia de la rivalidad

Antes de 1979 los dos estados tenían relaciones bastante buenas, siendo Irán el segundo país islámico en reconocerlo, sin embargo, después de la Revolución islámica de Irán se distanciaron luego de que Jomeini derrocara al Sha e instaurara una República islámica que se oponía al imperialismo de Estados Unidos y a su aliado Israel.

Inmediatamente, Irán rompió relaciones con Israel y dejó de reconocer el pasaporte de esa nacionalidad, tomando también la embajada de Israel en Teherán y dándosela a la Organización para la liberación de Palestina (OLP).

Esta oposición a Israel se convirtió en uno de los pilares de la neonata república islámica que buscaba la unificación de la población árabe hacia la causa Palestina, con Irán liderándola, ya que poseía objetivos regionales de potencia árabe en la región, consolidando así a Israel como el enemigo natural del mundo árabe.

Así pues, Jomeini convirtió a la causa palatina como propia de Irán y movilizó a grandes colectivos de este Estado para reivindicar la causa palestina.

De esta forma, debido a las particularidades de Irán, este se convirtió en un Estado aislado, y se convirtió en promotor de una estrategia en la que unía esfuerzos de actores no estatales y otros Estados afines, que lo ayudaron a consolidar sus intereses, entre los primeros se encuentra la libanesa Hezbolá y Hamas, y en el segundo grupo se encuentran, Líbano, Siria, Irak y Yemen, conocidos más ampliamente como el “eje de resistencia”.

Ahora bien, desde Israel, la aversión a Irán inició en 1990, porque antes la mayor preocupación para Israel era la Irak de Hussein, sin embargo, con el tiempo Irán se convirtió en el peligro más latente para la supervivencia del Estado de Israel.

Esta lucha por el poder regional y la supervivencia se ha desarrollado en la mayoría de los casos como una “guerra en la sombra” o una “guerra proxy”, ya que, aunque ambos están implicados en conflictos, no reconocen oficialmente su participación.

Tensiones actuales

Tras involucrarse activamente en la guerra civil siria y los ataques contra buques israelíes en el golfo de Omán, las tensiones entre Israel e Irán han escalado significativamente. Esta situación se agravó aún más después de cinco meses de conflicto armado continuo entre Israel y Palestina, culminando en un ataque a la embajada iraní en Damasco.

El ataque realizado por Irán es una respuesta directa a Israel, a quien se le ha adjudicado el ataque a la embajada el pasado 1 de abril, en el que murieron comandantes de la Guardia Revolucionaria iraní.

Este ataque rompe con el equilibrio alcanzado entre estas dos potencias en la región, en el que no se atacaban directamente, buscando mantener la responsabilidad o intervención de estos oculta, sin embargo, en esta ocasión al optar por hacer un ataque oficialmente, Irán busca devolverle a la disuasión importancia para que Israel comprenda que bajar el nivel de las hostilidades incide en la seguridad de la región, porque en últimas, Irán no desea un escalamiento en las tensiones.

Posibles escenarios luego del ataque

Lo que puede pasar en un futuro cercano en este conflicto, es que, el primer lugar, Israel, atendiendo al mensaje que lanza, Irán, busque desescalar las tensiones con ataques a estados aliaos de Irán como Siria, Irak o Líbano, asi el equilibio de la región retornaría.

Esta opción es, más probable, porque Irán no tiene la capacidad de ingresar a la guerra con Israel e Israel no puede luchar efectivamente en dos frentes, aún más con la presión internacional y en particular la de Estados Unidos para que el conflicto con Hamás termine.

En otro escenario, Israel podría continuar con operaciones contra Hamás en Gaza u optar por atacar directamente a Hezbolá en el Libano, lo que conllevaría que se consolide una zona de seguridad por medio de una intervención de terceros, siendo la escalada limitada y que implicaría una lucha directa con Irán.

En un escenario más peligroso, Israel podría atacar directamente a Irán lo que justificaría una escalada del conflicto en corto plazo que llevaría a abrir un nuevo frente, cuestión que involucraría muchos más intereses de Israel y que los pondría en peligro, en particular la victoria en la contienda con Palestina a la que se le han inyectado muchos recursos y que es ahora la bandera del gobierno de Netanyahu.

Otros países también tendrían que tomar partido, en el caso de Irán este movilizaría a su red de milicias, que siendo consideradas terroristas por Estados Unidos, presentaría un escenario de máxima inseguridad en el que este tendría que involucrarse de parte de Israel y otros como Reino Unidos o Arabía también intervendrían para equilibrar la región.

 

Lina Yineth Pérez Grande
Estudiante de Relaciones Internacionales y Estudios Políticos en la Universidad Militar Nueva Granada

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