Por: Rosa Angela Gómez Londoño, Licenciada en Educación Familiar y Social, Especialista en Educación sexual- Logoterapeuta. [email protected] / 3203488949.

Frente al aborto hay diferentes criterios, de carácter ético, moral, religioso, legal, cultural, pero quiero abordarlo desde el punto de visto científico, basada en investigaciones de reconocidas instituciones a nivel mundial, las cuales he podido comprobar en mi trayectoria en el campo terapéutico, es desde este enfoque que lo quiero presentar reconociendo que ustedes son un público diverso a nivel de sus creencias y convicciones.

Son muchas las razones que pueden llevar a una mujer a abortar: varían según el estrato socioeconómico, el enfoque que tiene frente a la sexualidad, la crianza, la familia, su estado civil. El término aborto posee una carga de juicio, condena y culpa y eso se mantiene, aunque haya sido un aborto involuntario. Por eso en la atención terapéutica prefiero hablar de pérdidas. En ningún momento pretendo juzgar o criticar, no es ese mi rol como terapeuta, solo presentar unas evidencias que nos permitan comprender a tantas mujeres que han vivido esta experiencia y que aún no han podido superarla.

Independientemente de las razones que llevaron a una pareja o a una mujer a abortar, lo cierto es que sí afecta su futuro, que no es equivalente a sacar una muela, y aunque en varios países se ha aprobado el aborto, amparado en términos de “los derechos de las mujeres a la salud y la vida,” no es precisamente lo que genera y por el contrario se compromete su salud física, mental, emocional. Así lo demuestran investigaciones realizadas por prestigiosos profesionales de la salud.

Una de estas investigaciones realizada por Evelyn Birge Vitz y Paul C. Vitz demuestra que “Las mujeres tienen circuitos permanentes para las relaciones, y la relación de una mujer con su bebé es una de las más poderosas de todas, tanto si se da cuenta de ello o no. Los circuitos permanentes podrían explicar muchas perturbaciones de las mujeres respecto a los sentimientos post-aborto”, (Baklinski, 2010, pág. 614). Los investigadores encontraron que muchas de las mujeres con las que trabajaron tenían reacciones emocionales respecto a sus abortos, ellas no se oponían al mismo, y muchas eran partidarias activas del aborto, por lo tanto, no entendían su propia reacción. Postulan que “parece probable que el cerebro mismo, en particular la naturaleza del cerebro femenino puede arrojar alguna luz particularmente útil sobre esta inesperada reacción emocional negativa” ya que las mujeres experimentan emociones en gran medida en relación con otras personas, su naturaleza es “atender y ser amigo” y al abortar, se pierde esa conexión con el otro, lo cual puede manifestarse en estados de depresión y ansiedad.

Otro estudio neozelandés dirigido por David Fergusson, psicólogo y epidemiólogo que se declara ateo y partidario del aborto, dice que él ha sido el primer sorprendido por los resultados, pero que hubiera sido una grave «irresponsabilidad científica» no publicarlos, concluye que, “cuando una mujer joven aborta incrementa significativamente el riesgo de padecer problemas mentales. Según los investigadores, el 42% de las mujeres que se habían sometido a un aborto antes de los 25 años experimentaron una depresión en los cuatro años siguientes. (Fergusson, 2006) Otros problemas detectados, aparte de la depresión, son ansiedad, tendencia suicidas y abuso de alcohol o drogas.

Investigadores del Centro Nacional de Investigación y Desarrollo para el Bienestar y la Salud, del Gobierno de Finlandia, sobre una muestra de 9.129 mujeres, descubrieron siete veces más suicidio entre mujeres que habían abortado. Además, descubrieron que, en el año siguiente al aborto, muchas mujeres sufrieron muertes por causas naturales (enfermedad), 60% más que las que habían dado a luz. (Reardon, FJ, JR, Coleman, & T., 2002).

El libro Mujeres Silenciadas de Theresa K. Burke PhD, pionera en el estudio del Síndrome Post-aborto, descubrió, que varias de sus pacientes anoréxicas habían sufrido un aborto provocado, decidió investigar el tema de las secuelas del aborto, desde entonces ha tratado a unas tres mil mujeres afectadas por el Síndrome Post-aborto y ha creado la primera terapia especializada para su tratamiento: La Viña de Raquel (Burke & Reardon, 2009). Desde entonces, numerosos estudios han asociado los trastornos alimentarios a este síndrome, bien conocido ya en la literatura clínica y del que existe centenares de estudios estadísticamente significativos.

Según David C. Reardon, coautor del libro antes mencionado, y director del Instituto Elliot, dice: los sentimientos reprimidos pueden llevar a trastornos psicológicos y conductuales que se manifiestan de formas impredecibles. Un ejemplo es la mayor incidencia de trastornos alimentarios tales como anorexia nerviosa y bulimia entre mujeres que han abortado y afirma también que en algunos casos la terapia de una experiencia traumática de un aborto puede llevar a una recuperación inmediata de la anorexia nerviosa. Una encuesta del Instituto Elliot a 260 mujeres que habían solicitado terapia post-aborto, después de más de 10 años de haber abortado, reveló que un 39% habían sufrido trastornos alimentarios que comenzaron después del aborto (comer compulsivamente, anorexia o bulimia). Además, presentaban los siguientes síntomas: atonía emocional (falta de sensibilidad emocional), mayor tendencia a los ataques de ira, miedo generalizado y difuso de que otros se enteraran de su aborto, mayor sensación de soledad y aislamiento, menos autoestima, trastornos sexuales, negación (de los sentimientos negativos), insomnio o pesadillas, mayor dificultad para conservar o iniciar relaciones amorosas, iniciaron o aumentaron el consumo de drogas o alcohol, intentos suicidas. (Reardon D. , 1987).

Por otra parte, varios estudios demuestran que el aborto pone en peligro el siguiente hijo.  Un estudio francés, cuya investigadora principal fue la Dra. Caroline Moreau, epidemióloga del Hôpital de Bicêtre de Paris, – el primero en investigar la correlación entre abortos y partos muy prematuros – de 2.837 nacimientos, halló que las madres que se habían practicado un aborto previo tenían más probabilidad de dar a luz un bebé de menos de 28 semanas de gestación. Muchos bebés que nacen tan temprano mueren al poco tiempo, y muchos de los que sobreviven sufren grave discapacidad. El aborto parece aumentar el riesgo de la mayoría de las principales causas de parto prematuro, tales como rotura de la membrana, mala posición del feto en la placenta y parto prematuro espontáneo. (Day, 2005).

El Dr. Joel Brind pionero y experto norteamericano en el estudio del aborto y cáncer de mama, hizo una media de 31 estudios realizados hasta el momento sobre aborto y cáncer de mama, y lo publicó en el Journal of Epidemiology & Community Health. Los resultados fueron que, incluyendo los estudios negativos (6), había un 50% de aumento de riesgo para las mujeres que habían abortado antes de su primer hijo y un 30% de aumento en general, en las que habían abortado después del primer hijo. Se ha comprobado que la interrupción de un embarazo durante el primer trimestre detiene la diferenciación celular, que puede resultar en un crecimiento canceroso en esos tejidos. Esa es la explicación biológica de esta demostrada correlación entre aborto provocado y cáncer de mama, que no seda, sin embargo, en los casos de abortos espontáneos. (Brind, 1998).

Otro foco traumático después de un aborto es la relación de pareja. Algunos de los síntomas que experimentan mujeres que han abortado son: ambivalencia afectiva respecto del cónyuge o compañero, rechazo temporal de las relaciones sexuales, agresión o resentimiento hacia la pareja, la frigidez, la esterilidad, la inadaptación sexual, y se presenta un alto índice de rupturas de pareja tras un aborto. Desde luego esto varía dependiendo de cuáles fueron las circunstancias: cuando él no se entera, cuando él se entera pero no es parte de la decisión, cuando él impone su decisión, cuando un tercero toma la decisión (ej.: padres de la mujer).

Al atender a mujeres que han abortado, compruebo cada día que, por este hecho, no se convierten en personas incapaces de continuar llevando una vida productiva, tanto para sí como para los demás. Sus cualidades personales no desaparecen y pueden ser empleadas como recursos que faciliten la superación del trauma y la adaptación psicológica posterior. Se pueden ver las ganancias en términos de madurez y aprendizaje que le puede servir para enfrentar situaciones futuras.

A través de este artículo quiero llegar a tantas mujeres que decidieron en plena libertad abortar y también a aquellas cuyo deseo no fue precisamente ese, pero se sintieron presionadas a hacerlo, a las que han querido reprimir sus pensamientos y emociones relacionadas con un aborto y sólo quieren olvidar lo inolvidable, pero que no podrán hacerlo hasta que identifiquen la raíz de su “angustia existencial”. Necesitan romper el muro de silencio, porque ocultándolo es más difícil de sanar. Hay que sacarlo a la luz para poderlo curar.

Desde luego también quiero llegar a las mujeres que están en pleno conflicto, sin saber qué decidir, creo que es un derecho de toda persona saber los riesgos a los que se expone al realizar esta acción, especialmente, cuando estos riesgos son ya conocidos y comprobados.

Por último, quiero ofrecer a quienes sufren algunos de estos síntomas un servicio terapéutico especializado y confidencial. A través de esta experiencia pueden sentirse renovadas, restauradas, reconciliadas y en paz, dándose el lugar que se merecen. Esta es la experiencia de una de mis consultantes, quien ha querido compartir hoy su historia, para proteger su identidad, he cambiado algunos datos:

“Soy María, una mujer colombiana, profesional de 45 años… Fui madre soltera a mis 22 años. Mis hijos vivos tienen 20 y 15 años. Mis hijos del cielo tendrían 19 y 18 si se hubiesen quedado acá en la tierra. Me practique dos abortos, por miedo, porque el hombre con quien salía jamás iba a hacerse cargo, y yo sentía mucho miedo. Lo hice sintiendo mucho dolor en mi alma. Aunque el padre de los bebés me acompañó en las dos ocasiones, por dentro me sentía muy sola. Durante el procedimiento sentí que se me rompía el alma, luego, quedé con un vacío en el pecho, inexplicable, me sentía muy mal, no encontraba paz, durante mucho tiempo me atormentó la culpa. Con el tiempo hice procesos de sanación y de perdón a través de terapia, que me han permitido avanzar con menos carga y darme permiso de ser feliz. Hoy no juzgo esta decisión, pero si a una futura mamá le sirve mi experiencia, con amor le digo que esta decisión implica asumir un dolor, una angustia, noches de lágrimas silenciosas, enfermedades, que hay que enfrentar de todas formas”.

Independientemente de las razones que llevaron a una pareja o a una mujer a abortar, lo cierto es que Si afecta su futuro…

Foto portada: Imagen de referencia tomada de envatoelements.

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Referencias:

Baklinski, T. M. (23 de 09 de 2010). Estudio: impacto psicológico negativo del aborto como resultado de “circuitos permanentes” en el cerebro femenino. LIFESITE – Public Discourse. Obtenido de http://notifam.net/index.php/archives/614/

Brind, D. J. (1998). Aborto y Cáncer de mama. National Right to Life News. Obtenido de https://www.abortionbreastcancer.com/news/abortion-explains-rise-breast-cancer

Burke, T., & Reardon, D. (2009). Mujeres silenciadas: como se explica el sufrimiento de la mujer que aborta. Madrid: Sekotia.

Day, M. (2005). El aborto pone en peligro al siguiente hijo. The Telegraph. Obtenido de https://www.telegraph.co.uk/news/uknews/1490016/Revealed-how-an-abortion-puts-the-next-baby-at-risk.html

Fergusson, D. (2006). El aborto aumenta el riesgo de problemas mentales. Revista de Psicología y Psiquiatría Infantil, 47(1), 16-24. Obtenido de http://www.aceprensa.com/art.cgi?articulo=12193

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Reardon, D. (1987). «Criterios para la identificación de pacientes con aborto de alto riesgo: análisis de una encuesta detallada de 100 mujeres abortadas».

Reardon, D. P., FJ, S., JR, C., Coleman, P., & T., S. (08 de 2002). Muertes asociadas con el resultado del embarazo: un estudio de vinculación récord de mujeres de bajos ingresos. Instituto Eliot. Southern Medical Journal. Obtenido de http://www.afterabortion.org/research/DeathsAssociatedWithAbortion.pdf

Autora del artículo: Rosa Angela Gómez Londoño, Licenciada en Educación Familiar y Social, Especialista en Educación sexual- Logoterapeuta. [email protected] / 3203488949.

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