Con la Semana Santa, los creyentes se preparan para vivir días de reflexión y fervor espiritual, conmemorando eventos importantes de la fe cristiana. Entre las muchas tradiciones de este período sagrado, destaca el ritual ancestral de cubrir las imágenes religiosas con tela morada, un gesto de simbolismo y significado que trasciende.

El acto de cubrir las imágenes durante la Semana Santa es una práctica profundamente arraigada en la Iglesia Católica, extendiéndose a lo largo y ancho de Latinoamérica. Su propósito subyacente es facilitar a los fieles una conexión más íntima con la pasión y el sacrificio de Cristo, permitiéndoles enfocar su devoción de manera más intensa durante los siete días santos.

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La práctica de cubrir las imágenes generalmente comienza desde el quinto domingo de Cuaresma y se extiende hasta el Sábado de Gloria, abarcando así todo el espectro de la Semana Santa.

Además de las imágenes, en algunos rincones también se opta por cubrir los crucifijos y otros símbolos religiosos presentes en las iglesias y en los hogares. Aunque esta práctica es de carácter opcional, las autoridades eclesiásticas la promueven como una forma de profundizar la experiencia espiritual durante este tiempo sagrado.

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¿Qué pasa si no se cubren las imágenes en Semana Santa?

Aunque no es una norma estricta prescrita por la Iglesia, la costumbre de cubrir las imágenes, en sí, es una penitencia para guardar el luto por la muerte de Jesucristo.

Este gesto se ejecuta con solemnidad durante las ceremonias religiosas, como un acto de reverencia hacia las representaciones sagradas que llenan los espacios de adoración.

Foto portada y otra: Imágenes de referencia. Autoría de la Parroquia Cristo Salvador.

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