
Proyecto de Ley busca prohibir clases antes de las 7 a. m. en colegios de Colombia
Colombia lleva décadas acostumbrada a que sus estudiantes empiecen el día antes de que amanezca. Niños somnolientos en buses escolares, padres preparando loncheras desde las cuatro de la mañana, y colegios que abren sus puertas aún con la luna en el cielo. Pero una nueva iniciativa en el Congreso de la República plantea algo distinto: ¿realmente es necesario madrugar tanto para aprender?
La Comisión Sexta del Senado aprobó en su primer debate un proyecto de ley que busca prohibir que cualquier institución educativa, pública o privada, comience clases antes de las 07:00 a. m. La iniciativa, presentada por el senador Alejandro Carlos Chacón, del Partido Liberal, fue bautizada “Estudio sin madrugón” y propone reorganizar los horarios escolares con el objetivo de priorizar el bienestar de los estudiantes y sus cuidadores.
Expresamos nuestro más sincero agradecimiento a la Comisión Sexta del Senado por su apoyo a esta iniciativa que busca erradicar la injusticia que enfrentan muchas madres y niños que deben levantarse antes de las 4 de la mañana para llegar a tiempo al colegio, que inicia sus… https://t.co/qKjGtbpd7q
— Alejandro Carlos Chacón Camargo (@ChaconDialoga) April 8, 2025
Según Chacón, lo que hoy parece rutina —niños esperando transporte desde las 05:00 a. m., cuidadores levantándose en plena madrugada— es en realidad una forma de maltrato silencioso. Asegura que la falta de sueño sostenida afecta la concentración, el comportamiento y el rendimiento escolar. Y no es solo una percepción: distintos estudios respaldan esa preocupación.
El texto del proyecto es claro: ninguna clase podrá empezar antes de las siete de la mañana. De aprobarse, colegios públicos y privados deberán ajustar sus cronogramas, con un impacto directo en rutas escolares, horarios de trabajo de docentes y otras dinámicas logísticas. No obstante, para convertirse en ley, la propuesta aún debe superar tres debates más en el Congreso.
El debate apenas comienza, pero ya despierta opiniones divididas: algunos celebran que por fin se piense en el descanso de los niños; otros advierten sobre las dificultades operativas que implicaría el cambio. Mientras tanto, la pregunta se mantiene viva: ¿vale la pena seguir sacrificando el sueño de los estudiantes en nombre de la disciplina?
De aprobarse, colegios públicos y privados deberán ajustar sus cronogramas, con un impacto directo en rutas escolares, horarios de trabajo de docentes y otras dinámicas logísticas.