El obispo de la Diócesis de Zipaquirá, Monseñor Héctor Cubillos Peña, preside la celebración de la misa Crismal, concelebrada por los presbíteros que integran las diferentes parroquias de la Diócesis.

Es la eucaristía en la que se consagra el Santo Crisma (de aquí el nombre de misa crismal); y se bendice además los restantes óleos o aceites (para los enfermos y los que se van a bautizar).

La palabra crisma procede del latín chrisma, que significa unción. La ceremonia de crisma es la forma en que se ungieron los nuevos bautizados, se signan los que reciben la confirmación y se ordenan los obispos y sacerdotes, entre otras funciones.

La consagración del crisma y la bendición de los otros dos aceites son consideradas como una de las principales manifestaciones de la plenitud sacerdotal del obispo.

Se celebra habitualmente esta misa en la Catedral de cada Diócesis el Jueves Santo, sin embargo, por motivos de conveniencia pastoral, como la lejanía de muchas parroquias, se puede adelantar unos días de la Semana Santa.

Este rito incluye la renovación de las promesas sacerdotales. El obispo anima a sus sacerdotes a renovar su consagración y dedicación a Cristo y a la Iglesia; juntos prometen unirse de manera solemne a Cristo, ser sus fieles ministros, enseñar y ofrecer el santo sacrificio en su nombre y conducir a otros a Él.

Después de la renovación de las promesas sacerdotales, se llevan en procesión los óleos al altar; allí, el obispo los prepara, si no lo están ya.

Finalmente, se lleva el Santo Crisma, que es portado por un diácono o un sacerdote. Después de ellos se acercan al altar los portadores de pan, vino y agua para la eucaristía.

Este rito incluye la renovación de las promesas sacerdotales.

Foto portada: Monseñor Héctor Cubillos Peña, obispo de la Diócesis de Zipaquirá. Foto de la Diocesis.

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