Templo Doctrinero de Sutatausa: un pasaporte al pasado
En la puerta de entrada al próspero Valle de Ubaté, en medio de la más fascinante vegetación, surcada por imponentes farallones, a 91 kms de Bogotá, se encuentra el municipio de Sutatausa, un pequeño, pero encantador poblado, de gentes trabajadores y sencillas, que guarda en su seno uno de los tesoros arquitectónicos, artísticos y religiosos más importantes, como es el templo doctrinero dedicado a San Juan Bautista.
Es un complejo religioso compuesto por una capilla doctrinera y cuatro capillas posas, joyas que guardan aún en su interior, el sabor y el aroma de la época colonial colombiana, ataviadas con hermosas pinturas murales del siglo XVII, que sirvieron como cartilla para evangelizar a los indígenas nativos de la zona, legando para nuestras generaciones, una valiosa herencia con un incalculable valor artístico y cultural.
Pero ¿cuál es la historia que rodea a este hermoso templo, que tanta admiración causa en quienes tienen la fortuna de visitarlo?
Sutatausa, el legado de un tributo y la resistencia de un pueblo, algo de historia
El nombre Sutatausa se origina en dos vocablos indígenas: suta: pequeño y tausa: tributo, es decir, traduce pequeño tributo.
Algunos autores sitúan la fundación de Sutatausa en 1538. Para 1541 se dice que hubo una sublevación de dos pueblos: los sutas y los tausas, ante los maltratos del encomendero y para huir de esa situación, se refugian en un peñón cerca de Tausa. Desde esa loma, los indígenas hacían frente a los españoles que trataron de alcanzarlos, pero por la altura del cerro no lo lograron. Cuando los peninsulares logran llegar a la cima donde se refugiaban los indígenas, los aniquilan unos a espada y otros obligados a lanzarse al vacío. Un gran exterminio se registró en aquel lugar conocido hoy como Farallones de Sutatausa, donde más de 3000 indígenas murieron por no perder su libertad, por lo que se considera como uno de los más grandes genocidios de la historia de la conquista.
Los dos pueblos Suta y Tausa, que eran muy similares y de alguna manera emparentados, continuaron separados hasta aproximadamente 1762, cuando probablemente se habrían unido formando uno solo y dando origen a Sutatausa. Aclaran eso si algunos cronistas, que para esa fecha ya no se fundaban pueblos de indios, sino que, al contrario, se extinguían, por lo que esta fusión y la construcción del templo, se debió dar por unión no de indios sino de vecinos de los dos poblados.
Un pueblo pequeño, con varios nombres y títulos
Sutatusa a lo largo de su historia, desde la época precolombina hasta nuestros días, ha tenido varios nombres y títulos, relacionados de la siguiente manera: En un comienzo fue denominada por los aborígenes como Suta, en razón de su etimología, que traducía “pequeño”. Para 1802, adoptó el nombre de Valle de San Juan Bautista. En 1940 se le conoció como Sutapelao. En el año 1975 fue llamada Sutatausa la ciudad de los Pinos y el último, adoptado en 1980 Sutatausa Monumento Nacional.
Economía rural y riqueza en recursos naturales, el corazón de Sutatausa
Sutatausa es un pueblo eminentemente rural, formado por 14 veredas, donde las principales fuentes de ingreso, se basan en la agricultura, caracterizada por cultivos de papa, arveja, maíz y demás propios del clima frío. En cuanto a la ganadería, se maneja en muy baja escala, mientras que existen otros renglones de mayor representatividad como la minería, con explotación principalmente de carbón, así como el turismo y las artesanías.
En cuanto al clima, posee el frío y el de páramo. Dada su altitud, que es de 2.629 m.s.n.m., su temperatura media es de 13°C.
El territorio de Sutatausa limita por el norte con Ubaté, por el sur con Tausa, por el oriente con Cucunubá y por el occidente con Carmen de Carupa y Tausa.
Historia y conservación, el Templo Doctrinero de Sutatausa, legado de fe y arquitectura
El mayor atractivo con que cuenta Sutatausa, es su complejo doctrinero, compuesto por el templo, la plaza atrial y las cuatro capillas posas. Además, reúne un interés especial, toda vez que de los 22 conjuntos doctrineros que se construyeron en Colombia, tan solo subsisten cuatro, de los cuales el mejor conservado es el de Sutatausa.
Según cuenta la historia, en agosto de 1594 el oidor Miguel de Ibarra hizo una visita a los poblados de Suta y Tausa, en los cuales ordenó construir las respectivas iglesias. Al parecer hubo un incumplimiento en las obras, lo que le valió a Miguel de Ibarra una multa por parte del oidor Luis Enríquez. Tausa contaba, para ese entonces, con una enramada cubierta en paja, que cumplía la función de capilla, mientras que en Suta debían levantarla, ya que no existía.
La comunidad de los Padres Franciscanos, fue la encargada de iniciar la construcción, hacia el año de 1642, que al principio era un templo de una sola nave, de unos 47 metros de largo. En 1750 se adicionaron dos capillas, la del baptisterio y la de Nuestra Señora de los Dolores. Finalizando el siglo XVIII se construye la capilla a la Cofradía de San Juan Bautista, con su respectivo camarín. La torre del campanario del templo es construida en 1819, bajo la administración del padre Pedro José Nieto Forero.
Complementa este complejo doctrinero, la antigua casa cural, en la cual se ha dispuesto un museo, con cuadros, libros y demás objetos de valor artístico, pertenecientes al Templo Doctrinero de Sutatausa.
¿Qué son las famosas capillas posas?
Uno de los elementos que mayor curiosidad desierta en el Complejo Doctrinal de Sutatausa, son las «capillas posas». Técnicamente, podemos decir que son construcciones religiosas de pequeñas proporciones, situadas en cada uno de los ángulos de los atrios de los templos doctrineros en América Latina. Su función era muy específica, consistente en servir de espacio para las pausas o descansos que se hacían durante una procesión con el Santísimo Sacramento, donde el sacerdote aprovechaba para efectuar una pequeña catequesis sobre un tema doctrinal. El mismo uso se daba cuando se procesionaba con un féretro. Su nombre deriva de la palabra “posar”.
En el caso de Sutatausa, no se sabe cuándo fueron construidas con exactitud. Parece indicar que son del siglo XIX, gracias al estudio de la pintura mural de una de las capillas que fue reconstruida. Aparte de las funciones arriba descritas, las capillas posas de los poblados indígenas de la colonia, como el caso de Sutatausa, también se utilizaron para la catequesis o doctrina de los niños y niñas, que se hacía de manera separada. A comienzos del siglo XX se usaron para velar a los muertos. Últimamente, se ha mantenido la tradición original de utilizarlas durante las procesiones del Corpus Cristhi.
El encanto pictórico del templo de San Juan Bautista
Esta capilla recibe el nombre de doctrinera, en virtud de su función, ya que era utilizada para la catequesis o acción pedagógica orientada a la conversión de los indígenas o evangelización.
Se compone de un atrio sobreelevado respecto a la plaza principal, la antecapilla o soportal, que era el lugar donde propiamente los indígenas recibían la doctrina y que se halla cubierta por un pequeño tejado de dos aguas y se halla flanqueada por el baptisterio en el costado izquierdo y el campanario en el costado derecho.
Consta de una sola nave llamada principal que remata en el presbiterio o capilla mayor, área separada del resto del templo por un arco toral. Cuenta con una sacristía próxima al presbiterio y un coro. A los lados las capillas laterales, que forman los brazos de la cruz. Estas están dedicadas a San Juan Bautista y a la Virgen Dolorosa. Todo el templo tiene una cubierta a dos aguas.
Misterio escondido detrás de tres capas de pintura
En la historia reciente del templo de Sutatausa, hacia 1990 se inician unas labores de restauración, encargadas al arquitecto restaurador Gustavo Murillo, para recuperar cubierta, pisos, murales, puertas, ventanas y bienes inmuebles, imágenes sagradas y demás elementos patrimoniales.
También se consideró la restauración de los diferentes murales a cargo del mexicano Rodolfo Vallín.
La gran sorpresa que se llevaron estos especialistas, fue que tras retirar por lo menos tres capas de pintura, se encontraron con ocho grandes murales, de autor desconocido, que representaban escenas de la pasión de Cristo, como el viacrucis, la última cena, la oración en el huerto, la flagelación, la coronación de espinas, el Ecce Hommo, la crucifixión, entre otras. Al parecer corresponden al siglo XVII y se habrían utilizado pinturas vegetales con colores tenues.
Lo único que se sabe es que son obras del siglo XVII y que utilizaron pinturas vegetales en aceites con colores tenues. Adicionalmente, también se encontraron imágenes de caciques indígenas, que presumiblemente pudieron ser quienes pagaron a los pintores para la elaboración de los murales. Precisamente, en el mural del Juicio Final, aparece la siguiente inscripción: “Pintóse este juicio de devoción del pueblo de Suta siendo cacique Don Domingo y capitanes Don Lázaro y Don Juan y Don Juan Corula y Don Andrés”
Para completar la extraña concepción de estos murales, se descubrieron tres capas pintura mural. La primera correspondiente a rayas y flores de colores, la segunda con flores y la tercera con imágenes de carácter religioso.
En las capillas posas también se hallaron murales de flores y arcos, correspondientes al siglo XIX. Esta labor de restauración estuvo a cargo del Ministerio de Obras Públicas y Transporte y la Subdirección de Patrimonio del Invías, con un costo de 1.018 millones de pesos.
El oscuro mito del ‘potro’ en el templo de Sutatausa
Muchos aseguran que en un lugar secreto del Templo Doctrinero de Sutatausa, se encuentra un “potro”, instrumento de tortura utilizado durante la época de la inquisición para ajusticiar a quienes no adoptaban la fe católica. La supuesta existencia de ese instrumento de horror allí en Sutatausa, se ha convertido hasta en mito.
Lo cierto, es que en una de las capillas laterales, accediendo por una minúscula puerta, se llega a un cuarto tan pequeño como oscuro, con una minúscula ventana de barrotes que deja entrar el aire y algo de luz natural. Reposa en ese lúgubre espacio, un elemento que corresponde a la descripción del tristemente célebre “potro”, construido de manera muy artesanal, pero que unido al sombrío paisaje, produce realmente terror.
A lo largo de los años se ha asociado este artefacto de tortura, con lo acaecido en los Farallones de Sutatausa, con ese suicidio colectivo de indígenas, argumentando que por no preferir ser torturados en ese tétrico lugar, prefirieron lanzarse al vació en lo alto de las montañas.
Aunque no hay un dato histórico o documental que compruebe que realmente en ese espacio apartado del templo hayan tenido lugar ejecuciones y torturas, sí resulta interesante conocer este elemento que, si bien hace parte de un capítulo negro de nuestra historia, merece ser estudiado y conocido.
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¿Qué más debo conocer en Sutatausa?
Aparte del bello conjunto doctrinero presente en el municipio, existen algunos otros atractivos de carácter natural y arqueológico que usted merece conocer cuando visite Sutatausa. Acá algunos de ellos:
La Ruta de la libertad y Farallones de Sutatausa
Sendero empedrado que conduce hasta los Farallones de Sutatausa, escenario en el que en 1541 presenció un suicidio colectivo de más de 3000 indígenas que prefirieron morir antes que entregar su libertad.
Los tejos del diablo
Rocas de gran tamaño y de incalculable valor mitológico, ya que cuenta una leyenda que eran los tejos con los que el diablo jugaba por ese sendero en un momento de ocio.
Pictogramas
Se cuenta con más de 80 rocas con pictogramas pintados en color ocre, blanco y negro, que constituyen un conjunto de alto valor arqueológico en la región.
Para tener en cuenta
Acá dejo algunos datos importantes acerca del territorio, que sin duda le serán de suma utilidad.
Distancia desde Bogotá: 91 kms
Distancia desde Zipaquirá: 36 kms
Extensión: 67 kms2
Clima: Frío – páramo
Temperatura media: 13°C
Altitud: 2.629 m.s.n.m.
El mayor atractivo con que cuenta Sutatausa, es su complejo doctrinero, compuesto por el templo, la plaza atrial y las cuatro capillas posas. Además, reúne un interés especial, toda vez que de los 22 conjuntos doctrineros que se construyeron en Colombia, tan solo subsisten cuatro, de los cuales el mejor conservado es el de Sutatausa
Fotografías: Tomadas de redes sociales: Alcaldía Municipal, parroquia San Juan Bautista de Sutatausa, Centro de Historia de Sutatausa y Museo del Patrimonio Cultural de Sutatausa