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Hoy es Viernes de Dolores: Una tradición inquebrantable a ocho días del Viernes Santo

El «Viernes de los Dolores» o «Viernes del Santo Dolor de María», emerge como una venerable tradición cristiana arraigada en el contexto de la Semana Santa. Su propósito es honrar los sufrimientos y dolores experimentados por la Virgen María durante la Pasión de Cristo, su amado Hijo. 

Aunque esta costumbre ha perdido fuerza en muchas regiones, aún perdura en algunas, donde se mantiene con fervor, respeto y dedicación a través de diversos rituales como Misas, procesiones, paraliturgias y vigilias. 

Este día especial, conocido como el «Viernes de Dolores», se celebra el viernes anterior al Domingo de Ramos, marcando así el inicio de la Semana de Cuaresma, una semana antes del Viernes Santo. En esta ocasión, los fieles que conservan esta devoción se congregan para dirigirse a la Madre de Dios bajo la advocación de la «Virgen de los Dolores» o «Dolorosa», buscando acompañarla en los días previos al comienzo de la Semana Mayor. Estos son días de intensa reflexión y expectativa ante la inminente llegada de la Semana Santa. 

Durante incontables generaciones, los católicos han explorado los dolores que la Virgen María experimentó a lo largo de su vida, especialmente durante los momentos cercanos al sacrificio de su Hijo y en el dolor que siguió a su santa muerte. Un himno del Viernes Santo recita: «Tu dolor es inmenso como el mar». 

Historia y consolidación del Viernes de Dolores en la Iglesia 

Desde los albores de la Iglesia, se ha reconocido que la Virgen, a pesar de su plena confianza en la promesa de la Resurrección, no escapó al sufrimiento causado por la brutalidad humana que condujo a la muerte injusta de su Hijo. Por esta razón, en numerosos países donde el cristianismo arraigó, tanto en Oriente como en Occidente, se estableció la costumbre de dedicar el viernes anterior a la Semana Santa a la meditación y celebración de los misterios de la vida de nuestra Madre. 

En el siglo XV, el Papa Benedicto XIII otorgó importancia universal al Viernes de Dolores al institucionalizar esta conmemoración en 1472. Este día, el viernes antes del Domingo de Ramos, fue ratificado como la fecha oficial de esta celebración. Con el tiempo, el Viernes de Dolores se convirtió en un pilar fundamental para la consolidación de la devoción a la «Virgen Dolorosa» o «Virgen de los Dolores», convirtiéndola así en una de las advocaciones más populares en el mundo. 

Sin embargo, el Viernes de Dolores mantuvo su esencia prácticamente intacta hasta principios del siglo XIX. En 1814, el Papa Pío VII introdujo un cambio significativo: la festividad de Nuestra Señora de los Dolores se separaría de la Semana Santa. La nueva fecha elegida fue el 15 de septiembre, un día después de la Exaltación de la Santa Cruz. 

Transformaciones y autorización del Viernes de Dolores en la liturgia moderna 

Las modificaciones realizadas tras el Concilio Vaticano II incluyeron cambios en el Calendario Litúrgico. Una de las decisiones tomadas fue suprimir las festividades consideradas «duplicadas»; es decir, aquellas con temas similares. El objetivo era evitar la repetición innecesaria de celebraciones a lo largo del año. 

Como resultado, la festividad original de Nuestra Señora de los Dolores (conocida como Viernes de Dolores según el Vetus Ordo) fue excluida del nuevo Calendario (Novus Ordo) y se designó para ser celebrada únicamente el 15 de septiembre. 

Sin embargo, en la tercera edición del Misal Romano (año 2000), se conserva la «memoria dedicada a la Santísima Virgen de los Dolores» como una opción para la celebración ferial del viernes previo a la Semana Santa. Esta modificación fue introducida por San Juan Pablo II en consideración a aquellos que seguían observando esta festividad. 

Reconocimiento litúrgico y autorización oficial 

La Santa Sede autoriza la celebración del Viernes de Dolores en aquellos lugares donde la devoción a los Dolores de María es fervorosa y está marcada como fiesta o solemnidad en los calendarios locales. Según el Misal Romano, en estos casos, el Viernes de Dolores puede ser celebrado sin restricciones y con todas las prerrogativas propias de la ocasión. 

En países como México y España, el Viernes de Dolores continúa siendo celebrado antes de la Semana Santa. En México, especialmente, esta festividad se integra con las costumbres populares: se erigen altares en las puertas de las casas y los niños, mientras recitan el rosario, van de casa en casa recibiendo «agua fresca», una bebida tradicional del país. 

Virgen Dolorosa en la Catedral Diocesana de Zipaquirá. Foto de los Nazarenos.

Continuidad y vigencia de la devoción al Viernes de Dolores en la actualidad 

Siglos atrás, la devoción a la Virgen Dolorosa ha inspirado a los fieles a contemplar los siete dolores de María. Según una promesa atribuida a la Madre de Dios y transmitida por Santa Brígida de Suecia (Ca. 1302-1373), se otorgarán siete gracias a aquellos que la honren diariamente, rezando siete Ave Marías mientras meditan en sus lágrimas y dolores. 

Antes aún, el Señor Jesús reveló a Santa Isabel de Hungría (1207-1231) que otorgaría cuatro gracias a quienes fueran devotos de los dolores de su Santísima Madre. 

Dentro de la Semana de Pasión, que marca el quinto período de la Cuaresma, los devotos pueden centrar su atención en el ‘Viernes de Pasión’, que acontece siete días antes de la Crucifixión, es decir, el Viernes Santo, el segundo día del Triduo Pascual. Este día, la realización de las profecías del Antiguo Testamento sobre el Mesías y sus futuros sufrimientos está a punto de cumplirse. Recordar estos eventos una semana antes se presenta como algo oportuno, apropiado y beneficioso. 

Durante la Semana de Pasión, la Liturgia de la Palabra anima a los fieles a contemplar la creciente tensión espiritual que enfrenta el Mesías, consciente de su inminente muerte y del escándalo que esto causará entre los hombres, incluidos sus amigos y discípulos. ¿No es acertado tener presente una semana antes lo que está por venir y así sintonizarnos plenamente con el Espíritu de Dios? 

Ella nos recordará en todo momento que después de la oscuridad, la luz abrirá paso para siempre 

Aunque Jesús sufrirá, lo hará por amor a Dios y a la humanidad. Aunque se avecinan horas terribles, estarán llenas de misericordia y gracia. Aguardemos con esperanza, sabiendo que la Madre Dolorosa estará a nuestro lado. Ella nos recordará en todo momento que después de la oscuridad, la luz abrirá paso para siempre. 

Esta antigua tradición ofrece un rayo de esperanza, recordando que después de la oscuridad siempre llega la luz. 

Foto portada: Virgen Dolorosa. Fotografía de los Nazarenos de Zipaquirá.

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