En 1934, Bogotá, la capital de Colombia, era una ciudad que comenzaba a estructurarse como un centro urbano más organizado, y esto incluía la regulación de medios de transporte como la bicicleta. Aunque hoy en día montar bicicleta es una actividad cotidiana que no requiere licencia, hace 90 años las cosas eran muy diferentes. Un documento histórico, conocido como la “Licencia de Ciclista”, nos muestra cómo se exigía a los ciclistas cumplir ciertos requisitos para obtener un permiso oficial que les permitiera transitar por las calles de la ciudad.
El documento, expedido por la Policía Nacional, incluye datos personales como la estatura, el color de ojos, el cabello y hasta señas particulares del interesado, reflejando el nivel de detalle con el que se manejaban los trámites de tránsito en aquella época. Además, estaba acompañado de un “Certificado de Aptitud”, avalado por un director técnico, quien certificaba que el solicitante había cumplido con todos los requisitos necesarios según las normativas locales.
Esta regulación era un intento por garantizar el orden y la seguridad en una ciudad que, aunque aún no contaba con el caos vehicular de hoy, ya veía un aumento en el número de bicicletas y otros medios de transporte. Es fascinante notar cómo, incluso entonces, se valoraba la educación vial y el cumplimiento de las normas.
El documento muestra además cómo la burocracia era una constante en la vida cotidiana, evidenciando el esfuerzo de las autoridades por mantener un control sobre el tránsito, incluso en un contexto donde los vehículos motorizados eran aún escasos.
Licencia para conducir bicicleta…Bogotá año 1934 pic.twitter.com/ySPicIWGh0
— Historia Fotográfica de Bogotá y Colombia (@HistoriaFotBog) October 14, 2019
Este pequeño, pero significativo hallazgo nos invita a reflexionar sobre cómo han cambiado las dinámicas de movilidad en Bogotá y sobre la relevancia que sigue teniendo el respeto por las normas de tránsito, tanto para ciclistas como para otros actores en las vías.
¿Quién hubiera pensado que hace casi un siglo, un joven ciclista necesitaba más que entusiasmo para pedalear por las calles capitalinas? Sin duda, un recordatorio del largo camino recorrido en la historia de la movilidad urbana en Colombia.