Egos vanidades y deberes2
Opinión

Egos, vanidades y deberes

David Ricardo Baracaldo Vélez.

Abogado

 

Es innegable que el aislamiento obligatorio y el propio por la autodisciplina y precaución de contagio para la persona misma y la sociedad, obliga en relativa calma, tomar el tiempo suficiente para leer y revisar conceptos, añejos y nuevos y/o los actuales en materias tales como economía, derecho, política, tecnologías de la información y hasta los propios de los quehaceres del hogar.

 

Es innegable y evidente que concepciones acerca de la globalización, los derechos esenciales del ciudadano y de la sociedad, el papel de la información y el rol del Estado ante la crisis en la connotación de salud, medio ambiente y economía hacen crisis. Lo afirman los académicos y la sociedad lo advierte, aunque de siempre la ha conocido, pero ahora con énfasis, pues queda claro y al descubierto la desigualdad, la inequidad, la concentración de la riqueza en unos poquísimos, la urgencia para revisar cómo las funciones esenciales del estado en servicios públicos y asistenciales y la política ambiental deben permanecer y/o regresar a lo público y no estar en la perversidad de las economías privadas. En suma, estamos presenciando el caos del capitalismo en su máxima expresión, es decir, el capitalismo salvaje y así ya se advierte hasta en los noticieros.

 

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Estos son los temas objeto de análisis, estudio, verificación en todo el mundo. Será el objeto o quehacer de la ética, la filosofía, la política y la ciencia que con respeto por las personas y las ideologías conllevará amplias y serias discusiones para determinar el paso hacía una nueva era para la humanidad, que, de no hacerse, la colocará en grave riesgo para su propia existencia.

 

Volviendo a lo inmediato, justamente retomando conceptos básicos sin más pretensión que comprender lo que sucede en lo regional y local, se hace pertinente revisar las nociones de ego, vanidad y deber. El primero es el “yo”, la capacidad de percibir la realidad, coloquialmente hablando, el exceso de valoración de sí mismo. La vanidad, el orgullo de la persona acerca de sus propios méritos y el afán excesivo para ser admirado y considerado por tales méritos y el deber, la obligación que se tiene que cumplir y la responsabilidad de un individuo frente a otros. Usted amable lector dirá, ¿qué tiene que ver esto con lo descrito en el párrafo anterior?  Respetuosamente la respondo, todo, por la sencilla razón que en la sociedad y en lo público especialmente, en desarrollo de la democracia tanto al servidor público (funcionario) como al elegido se  le impone el deber, la obligación  de sus funciones constitucionales y legales y su cumplimiento, exige responsabilidad, veracidad, objetividad y respeto por las personas y la sociedad, por lo tanto, no resulta cumplimiento del deber la acción, actitud y aptitud de  algunos funcionarios y servidores públicos (concejales, diputados y parlamentarios) que en la grave situación económica y social “aprovechen”  de las necesidades de las gentes para ufanarse del servicio asistencial, que es su deber.

 

Eso repugna, y no es nada diferente que el ego y la vanidad en desmedro del sagrado cumplimiento del deber de lo público. Puede que al momento haya el abrazo, el beso y hasta   reconocimiento y gratitud, pero el otro día o en la semana siguiente, ¿qué? Si los recursos así sean donados por el sector privado o derivados de la hacienda pública se acaban, se terminan y quedan a la postre los mismos problemas de inequidad, injustica, falta de oportunidad etc.

 

Si del deber se trata, se debe reconocer que el señor Alcalde de Zipaquirá cumple en gran medida  frente a esta “inimaginable” crisis, con su propio estilo, respetable por cierto, pero que pasada la parte álgida de la pandemia, él y los señores concejales, como coadministradores, tienen el deber de revisar en detalle los efectos de la crisis en la ciudad y su entorno y seguramente, replantear el plan de desarrollo que comenzó su trámite ante el concejo, revisar la estructura presupuestal del año  2020 y del año 2021 con la debida referencia a la inminente recesión económica; avocar el tema urgente de la seguridad ciudadana, uno de los elementos esenciales de la propuesta que ganó las elecciones. Seguridad hoy fatídicamente cuestionada y añorando según los comunales al anterior secretario de seguridad y convivencia ciudadana; concitar a los gremios, empresas e industrias para generar empleos y servicios personales realmente y no en forma teórica, como consideramos que se lee en el proyecto de acuerdo contentivo del plan; repensar y definir con certeza los proyectos regionales que en breve tiempo permitan el desarrollo en su acepción completa.

 

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En cumplimiento de ese deber impone las manos de todo el equipo del burgomaestre, si claro, es hora de ver en acción para  la Ciudad de la Sal  al señor representante a la cámara  José Caicedo, el  diputado de la entraña del alcalde, la mayoría política en el concejo municipal del burgomaestre, que debe estar lejana a los egos y las vanidades y hasta los altos asesores del Dr. García Fajardo según el acto de posesión del primero de enero, el asesor espiritual el señor Obispo y en materia de seguridad, el señor general Raúl Rodríguez Arévalo  e incluso, todos los ciudadanos (as) que por encima de politiquería, los egos y  vanidades  y sin  pretensión política o  económica como en el caso de  quien escribe, deseamos una mejor ciudad y un mejor territorio para nuestro hijos.  Manos a la obra. Obviamente si la vanidad de algunos lo permiten.

 

Coletilla. Ojo pelado al trámite, discusión del Plan de Desarrollo en el Concejo Municipal, es un asunto en verdad serio y trascendente.

 

Puede que al momento haya el abrazo, el beso y hasta   reconocimiento y gratitud, pero el otro día o en la semana siguiente, ¿qué?

Extrategia Medios
Equipo de redacción de Extrategia Medios

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