Egan Bernal volvió a aparecer donde mejor se siente: en la montaña y con los grandes. Este viernes, el colombiano fue tercero en la séptima etapa del Giro de Italia, un recorrido de 168 kilómetros entre Castel di Sangro y Tagliacozzo, que marcó el verdadero arranque de la alta montaña en esta edición.
El ganador fue Juan Ayuso, quien atacó con fuerza en el ascenso final y cruzó la meta en solitario con un tiempo de 4 horas, 20 minutos y 25 segundos. Detrás llegó su compañero de equipo, el mexicano Isaac del Toro, a solo cuatro segundos. Y un par de pedalazos después, apareció Bernal: firme, sereno, metido otra vez en la conversación.
Más allá del resultado, la noticia es el cómo. El colombiano se mantuvo con los favoritos durante toda la subida final, leyó bien la carrera, respondió cuando tenía que hacerlo y terminó codeándose con dos de los escaladores más fuertes del momento. Nada de milagros ni heroísmo: solo piernas, experiencia y un temple que no se le ha ido, pese a todo lo vivido.
Este tercer puesto no define el Giro, pero sí marca algo importante: Egan está compitiendo de verdad. Y cuando eso pasa, Colombia vuelve a soñar.
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