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Domiciliario estuvo a punto de ser arrollado en Zipaquirá por imprudencia de un conductor

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Cada día, cientos de personas en bicicleta se enfrentan a una ciudad que no siempre los ve. Aunque forman parte esencial de la dinámica urbana, su presencia parece pasar desapercibida para quienes manejan vehículos motorizados. El respeto por las normas de tránsito, más que un deber legal, es un acto de humanidad.

El pasado 24 de abril, cerca de las 06:20 p. m., en la carrera Décima con calle Tercera, una cámara de seguridad captó el momento en que un domiciliario fue derribado por la puerta de una camioneta. El conductor la abrió de forma repentina, sin verificar el paso del ciclista. El impacto fue inevitable: el trabajador cayó al suelo en plena vía, justo antes de que una segunda camioneta, más grande, pasara a centímetros de él.

Afortunadamente, el segundo vehículo se desplazaba a baja velocidad y logró detenerse a tiempo. El hecho provocó congestión en la zona y dejó en evidencia la falta de conciencia vial que aún persiste en entornos urbanos.

Desde distintos sectores, ciudadanos han expresado su preocupación. Muchos piden mayor control sobre las zonas de parqueo y sanciones más visibles para estas conductas que, aunque no terminan siempre en tragedia, pueden marcar una vida para siempre.

El respeto por las normas de tránsito, más que un deber legal, es un acto de humanidad.

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