Diana Moreno, la mujer más pequeña de Colombia, es de Cundinamarca; esta es su historia

Desde Sibaté, Diana Carolina Moreno enfrenta la discriminación con resiliencia, fortalece su educación y sueña con un futuro como profesional y emprendedora.

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Fotografía de Diana Carolina Moreno. Imagen tomada de sus redes sociales.
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Desde el municipio de Sibaté, Cundinamarca, surge una historia de fortaleza que ha empezado a ser escuchada en todo el país. Se trata de Diana Carolina Moreno Bondado, quien, con 72 centímetros de estatura, ha sido reconocida como la mujer más pequeña de Colombia. A sus 30 años, su historia va mucho más allá de su condición física, pues representa un testimonio de lucha, amor propio y superación personal.

Diana nació con Acondroplasia, un trastorno genético que afecta el desarrollo óseo y causa enanismo. Aunque ha crecido en un entorno familiar lleno de afecto, su vida no ha estado exenta de adversidades. Desde muy temprana edad, enfrentó la discriminación en los espacios escolares, donde el matoneo y las burlas la obligaron a abandonar y retomar sus estudios de bachillerato. Sin embargo, estas experiencias no la definieron ni la detuvieron.

El fallecimiento de su padre, quien era panadero y el principal sustento del hogar, marcó un punto de quiebre. Ante la pérdida no solo emocional, sino también económica, Diana decidió tomar las riendas de su vida y asumir responsabilidades que la llevaron a madurar prematuramente. Inspirada por las enseñanzas de su padre, retomó su formación académica con la firme intención de alcanzar su sueño: convertirse en una profesional del diseño gráfico.

La palabra «inclusión» no debería existir,

Diana ha manifestado que su mayor desafío ha sido exigir el mismo trato que cualquier otro ciudadano. Para ella, la palabra «inclusión» no debería existir, dado que el respeto no es una concesión, sino un derecho que corresponde a todas las personas por igual. “Me pueden hablar de cualquier tema y yo puedo responder. A mí solo me faltó altura”, afirma con claridad y firmeza.

Aunque su apariencia la hace parecer una niña de dos años, Diana se ha ganado el afecto y la admiración de quienes la conocen de cerca. A través de redes sociales, ha recibido incontables mensajes de apoyo y cariño, lo que le ha permitido visibilizar su historia y motivar a otras personas que enfrentan estigmas similares. No obstante, también ha tenido que lidiar con comentarios insensibles de quienes la juzgan sin conocerla, lo que la ha llevado a mantener cierta distancia como mecanismo de protección emocional.

Su vida es un ejemplo de cómo, más allá de cualquier condición física, la dignidad, el esfuerzo y el amor propio son los pilares con los que se construye un proyecto de vida con sentido.

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A sus 30 años, su historia va mucho más allá de su condición física, pues representa un testimonio de lucha, amor propio y superación personal.