Comunidades católicas de Cundinamarca viven momentos de profunda incertidumbre y conmoción por la desaparición del sacerdote Carlos Saúl Jaimes Guerrero, de apenas 30 años de edad, de quien no se sabe desde la tarde del martes 17 de junio. El caso ha sacudido a la Iglesia Católica, al gobierno departamental y a las comunidades de fe de la región, al tiempo que ha movilizado un operativo conjunto sin precedentes en Viotá y Nilo.
Según las primeras informaciones oficiales, el padre Carlos Saúl fue visto por última vez saliendo de la hacienda Casacoima, una emblemática finca cafetera de Viotá donde ejercía labores administrativas. Se trata de un lugar con alta connotación histórica y turística, reconocido por su legado cultural y religioso en la región del Tequendama.
Horas después de su desaparición, su vehículo —una camioneta vinotinto metalizada— fue hallado encendido y sin ocupantes en la quebrada La Rea, en la vereda La Unión, zona rural del mismo municipio. Este hallazgo ha sido clave para intensificar las tareas de búsqueda, tanto en superficie como en cuerpos de agua, caminos veredales y zonas boscosas.
Operativo multidisciplinario sin descanso
Desde el momento en que se conoció la denuncia por desaparición, las autoridades activaron un protocolo de respuesta inmediata. El Gaula de la Policía Nacional, la Fiscalía General de la Nación, el Ejército Nacional, los equipos de Inteligencia y la Policía Judicial han desplegado unidades especializadas en rastreo, entrevistas, recolección de pruebas y análisis de escenarios.
El gobernador de Cundinamarca, Jorge Emilio Rey Ángel, confirmó la presencia institucional en el territorio:
“Nos mantenemos en el territorio, junto con la Policía, realizando acompañamiento a la comunidad y a su familia, y liderando los esfuerzos de búsqueda. Invitamos a la ciudadanía a colaborar, bajo total reserva, si cuenta con cualquier información relevante”.
Se han habilitado las líneas directas de contacto para la comunidad:
Reacción de la comunidad religiosa: oración, prudencia y esperanza
La Comunidad de Padres Agustinos, a la que pertenece el padre Carlos Saúl, expresó su profunda preocupación mediante un comunicado oficial emitido el miércoles 18 de junio:
“Desde el primer momento, hemos activado todos los protocolos pertinentes y estamos en coordinación permanente con las autoridades competentes. No contamos aún con información concluyente, pero las investigaciones y las labores de búsqueda avanzan”.
La comunidad también hizo un llamado urgente a la oración, la serenidad y la responsabilidad: “Pedimos a todos los que nos acompañan en la vida de fe que nos unamos en oración por el pronto regreso del padre Carlos Saúl. Rogamos mantener la prudencia y evitar especulaciones o rumores que entorpezcan el camino hacia la verdad”.
¿Quién es el padre Carlos Saúl Jaimes Guerrero?
El padre Carlos Saúl Jaimes Guerrero es un joven sacerdote colombiano de 30 años, oriundo del municipio de Labateca, en el departamento de Norte de Santander. Formado en la tradición de la Orden de San Agustín, a la que también perteneció el papa León XIII, el padre Carlos Saúl es reconocido por su profunda vocación pastoral, su humildad y su espíritu de servicio.
Hasta el día de su desaparición, se desempeñaba como administrador de la hacienda Casacoima, un enclave histórico y espiritual del municipio de Viotá (Cundinamarca), donde impulsaba procesos de formación, acompañamiento espiritual y desarrollo comunitario.
Quienes lo conocen destacan su cercanía con las comunidades rurales, su capacidad para escuchar y orientar con serenidad, así como su firme compromiso con los valores evangélicos. Su presencia se convirtió en un faro de consuelo y esperanza para muchos.
La desaparición del padre Carlos Saúl no solo representa un hecho de alta preocupación para las autoridades, sino también una herida abierta en el corazón de la Iglesia y de la comunidad, que lo considera un guía espiritual, educador y referente moral. Su ausencia ha dejado un vacío que solo la verdad y su pronto regreso pueden llenar.
La comunidad agustiniana pide oración y prudencia, e invita a evitar rumores que puedan entorpecer las investigaciones.