El municipio de Cajicá (Cundinamarca), no solo se distingue por su arquitectura colonial y su desarrollo urbano, sino también por la riqueza de su ecosistema. Entre las joyas menos visibles (pero vitales) de su patrimonio natural, se encuentran los árboles nativos: especies que han evolucionado durante siglos para adaptarse a las condiciones propias del territorio y que cumplen funciones esenciales en el equilibrio ambiental.
La importancia de preservar estos árboles va mucho más allá de su belleza o longevidad. Estas especies actúan como verdaderos soportes del ecosistema local: alimentan aves, atraen polinizadores, protegen fuentes hídricas, estabilizan suelos y ofrecen usos medicinales ancestrales. A continuación, enfatizamos cinco especies emblemáticas de Cajicá, que hoy merecen ser reconocidas, respetadas y conservadas.
Arboles nativos de Cajicá:
1. Arrayán (Myrcianthes leucoxyla): la fragancia medicinal de los jardines antiguos
Con su perfume característico y flores repletas de estambres, el arrayán es un pequeño árbol que embellece y alimenta. Atrae aves como mirlas y tángaras, mientras que sus hojas poseen propiedades antiinflamatorias y cicatrizantes. Fue común en jardines coloniales y sigue siendo símbolo de elegancia natural.
2. Mangle de tierra fría (Escallonia pendula): una joya que florece en las alturas
Aunque su nombre remite al litoral, esta especie se adapta a ecosistemas montañosos. De hasta 10 metros de altura, el mangle de tierra fría destaca por sus flores rosadas que seducen abejas y mariposas. Contribuye al control de la erosión y a la recuperación de laderas.
3. Hayuelo (Dodonaea viscosa): el guerrero vegetal del clima extremo
Resistente a la sequía, al viento y a los suelos pobres, el hayuelo es símbolo de resiliencia ecológica. Usado en cercas vivas y recuperación de suelos degradados, también tiene usos en la medicina tradicional. Sus frutos alados viajan con el viento, diseminando la vida.
4. Alcaparro (Senna spp. o Cassia spp.): estallido amarillo con poder regenerador
Sus flores amarillas iluminan los paisajes cajiqueños. El alcaparro prospera incluso en suelos erosionados, fija nitrógeno en el suelo y es esencial para las abejas. Comunidades indígenas lo han empleado por sus propiedades curativas.
5. Duraznillo (Abatia parviflora): el guardián de las quebradas
Presente en zonas húmedas y orillas de quebradas, el duraznillo ayuda a conservar el agua y favorece la polinización. Sus pequeñas flores verdes, discretas, pero hermosas, son esenciales para mantener la biodiversidad ribereña.
Conocer, proteger y valorar estas especies nativas es una invitación a reconectarse con el territorio. Su presencia no solo sostiene la vida silvestre, también garantiza servicios ambientales fundamentales para todos los habitantes de Cajicá.
La conservación comienza por el reconocimiento de que estos árboles no son reemplazables, ni por especies ornamentales, ni por decisiones que desconozcan el carácter único del
entorno natural.