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Opinión

Abrámosle un espacio en la vida al covid-19, así como le abrimos al sida. Y que el mundo siga girando

Octavio Quintero

Periodista -Director de El Satélite Medios

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Abrámosle un espacio en la vida a las manos limpias, el tapabocas y la distancia social para prevenir la covid-19, así como le abrimos un espacio en la cartera al preservativo para prevenir el sida.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) nos avisa esta semana que el covid-19 llegó para quedarse entre nosotros, como tantas otras enfermedades endémicas: el VIH, por ejemplo.

El virus que produce el sida, terrible enfermedad, no ha desaparecido. De hecho, descubierto en la década del 80 del siglo pasado, ha cobrado la vida de al menos 32 millones de personas y, actualmente, otros 40 millones conviven con él: es lo que se llama ‘enfermedad endémica. Pues, la OMS dijo esta semana que algo similar tendríamos que empezar a pensar sobre la covid-19.

¿Cuál es la diferencia?

Nos informaron que el sida era un virus de transmisión sexual. Y entonces, hoy nadie tiene relaciones sexuales promiscuas sin protección: se hizo mundialmente famosa la frase: “sin condón ni pio”. El condón se hizo tan familiar que, inclusive, está en la lista de la canasta básica como artículo de consumo popular.

Nos informan ahora que covid-19 es un virus de transmisión sanitaria. Y entonces hay que tener las manos muy limpias, usar tapabocas y conservar la distancia entre personas a toda hora. Esto es más difícil que llevar en la cartera un condón. Pero para allá vamos, si es que el tal coronavirus se vuelve endémico. Habrá mucha gente que podrá rechazarlo naturalmente; habrá otros más vulnerables: estos tendrán que aplicar los cuidados que hoy, a cada nada, nos dicen: “cuídate, cuidando a los demás”.

Vamos a lo que vinimos

La simplista -si se quiere- interpretación que hacemos del anuncio de la OMS nos deja de frente al qué hacer de aquí en adelante. Si vamos para la endemia después de la pandemia, como dice el vulgo (con todo respeto, por supuesto), “si nos vamos a morir vayámonos enfermando”. Ya sé que no es de recibo, ni en chanza, decir lo anterior. Pero sí nos avisa que lo mejor es ir buscando la forma de regresar a la nueva normalidad porque, de lo contrario, un confinamiento rígido y prolongado, como muchos quisieran con razón no exenta de egoísmo, podría resultar costoso.

Se nos dijo esta semana que el encierro en Estados Unidos ya cuesta 20,5 millones de empleos. Se nos dice que en Colombia van como 1,5 millones y podría llegar a 10 millones. Y así en todos los países del mundo el costo invisible del virus es el desempleo. Invisible, porque lo que uno ve es que los gobiernos están corriendo a salvar empresas a cuento de salvar el trabajo pero, en el fondo, lo que se busca es salvar el capital de los inversionistas: no nos digamos mentiras. Pero este es otro cuento.

Siguiendo la línea, parece correcto ir abriendo, con toda la bioseguridad del caso, sectores estratégicos en generación de empleo, y como hablamos de un país subdesarrollado, no se puede soslayar el sector informal que genera el 60% del empleo en Colombia, es decir, unos 12 a 14 millones de trabajadores que viven del día a día, que si no salen a vender lotería, a cantar en los buses o fritar chicharrones en una esquina, se mueren de hambre. La exageración es para mostrar lo más crudo del drama de la gente, pero en la escala de lo informal hay trabajos y profesiones muy respetables, como el arte, el teatro y las comunicaciones, por ejemplo.

Conclusión: abrámosle un espacio en la vida a las manos limpias, el tapabocas y la distancia social para prevenir la covid-19, así como le abrimos un espacio en la cartera al preservativo para prevenir el sida.

Y entonces hay que tener las manos muy limpias, usar tapabocas y conservar la distancia entre personas a toda hora. Esto es más difícil que llevar en la cartera un condón.

Extrategia Medios
Equipo de redacción de Extrategia Medios

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