Durante los últimos años, Zipaquirá (Cundinamarca) ha vivido una transformación acelerada marcada por el auge de las constructoras y el aumento incesante de proyectos de vivienda. Sin embargo, lo que en principio significó progreso para muchos, hoy genera serias preocupaciones por el desgaste en servicios públicos, movilidad y calidad de vida. Ante ese panorama, la Administración Municipal ha decidido detenerse y revisar su rumbo urbanístico, poniendo sobre la mesa una discusión que otros territorios cercanos también podrían empezar a considerar.
La estrategia, denominada #PausaResponsable, fue presentada por la Alcaldía de Zipaquirá como una medida temporal que suspende el licenciamiento de grandes urbanizaciones. Con ella, se busca evaluar el impacto real de estos desarrollos sobre el territorio, garantizar una planificación que respete la capacidad instalada y evitar un crecimiento que comprometa el bienestar colectivo. La decisión se dio a conocer dentro del proyecto “Zipa en un Día”, que promueve acciones visibles de alto impacto para el municipio.
Cifras de las licencias de construcción aprobadas en Zipaquirá:
Según datos revelados por la misma administración, en los últimos 16 años se licenciaron cerca de 24.000 unidades de vivienda en la ciudad. Si bien esto permitió que muchas familias accedieran a un techo propio, también desató efectos colaterales: congestiones constantes, disminución de la presión del agua y una creciente sobrecarga institucional. En contraste, en lo corrido del primer año del gobierno actual solo se aprobaron 162 licencias, una reducción de más del 90 % frente a las 2.300 otorgadas en 2023.
El alcalde Fabián Rojas García ha explicado que este freno responde a una necesidad urgente: “Debemos hacer una pausa responsable del crecimiento que han tenido estos municipios de la Sabana”, señaló. En paralelo, ya se iniciaron obras para enfrentar los rezagos existentes, como la conexión hidráulica de refuerzo en sectores del sur y la viabilidad de un tanque de 10.000 metros cúbicos que garantizaría el abastecimiento en las zonas más afectadas.
En un video compartido por redes sociales, la Alcaldía recoge las voces de los ciudadanos, quienes en su mayoría valoran la medida como necesaria. “Ya era hora de poner control”, menciona una residente. Otros coinciden en que las construcciones activas, aún iniciadas en años anteriores, deben culminarse con responsabilidad, pero el enfoque hacia adelante debe ser distinto.
Zipaquirá no prohíbe construir, pero sí propone hacerlo con cabeza fría. Esta pausa no es un cierre de puertas, sino una oportunidad para replantear qué tipo de ciudad se quiere construir y a qué ritmo. Lo que está en juego no es solo el paisaje urbano, sino la calidad de vida de quienes ya viven allí y de quienes están por llegar.
La Administración Municipal ha decidido detenerse y revisar su rumbo urbanístico, poniendo sobre la mesa una discusión que otros territorios cercanos también podrían empezar a considerar.