La beatificación es, en la Iglesia católica, un reconocimiento solemne a vidas que se entregaron sin reservas. No se otorga con frecuencia, y mucho menos como primer acto de un pontífice recién elegido. Pero León XIV, quien conoce de cerca el corazón de América Latina, ha decidido comenzar su pontificado con un gesto que habla de justicia histórica: reconocer la vida de dos misioneros que murieron por proteger lo más vulnerable. Uno de ellos es colombiano.
El papa León XIV firmó esta semana su primer decreto de beatificación como líder de la Iglesia católica, y lo hizo con un mensaje poderoso: la entrega total por el otro no pasa desapercibida. En su encuentro con el prefecto del Dicasterio para la Causa de los Santos, el pontífice aprobó la “oferta de la vida” de dos misioneros asesinados en 1987: el español Alejandro Labaka y la colombiana Inés Arango Velásquez.
Ambos fueron asesinados en la selva del Ecuador por miembros de una comunidad indígena aislada, en un intento por proteger a ese pueblo del avance de compañías petroleras. Labaka, obispo capuchino, y Arango, religiosa de las Terciarias Capuchinas de la Sagrada Familia, entraron sin armas al territorio. Murieron lanceados, como se lo habían advertido. Lo hicieron sabiendo que no volverían, pero convencidos de que era lo que debían hacer.
Con esta decisión, la Iglesia acoge oficialmente una categoría más reciente en su doctrina: la “oferta de la vida”, introducida por el papa Francisco en 2017, que reconoce el sacrificio de quienes mueren por causas profundamente humanas y evangélicas, aunque no hayan obrado milagros.
Inés Arango Velásquez, la misionera colombiana asesinada en el Amazonas que será beatificada por el papa León XIV:
La hermana Inés, nacida en Medellín en 1937, tenía 50 años cuando fue asesinada junto a Labaka en Tigüino, una zona remota del Amazonas ecuatoriano. Su historia, aunque poco conocida fuera de círculos eclesiales, ha permanecido viva en las comunidades que sirvió, en los testimonios de quienes la acompañaron, y ahora también, en la memoria oficial de la Iglesia.
Esta beatificación, más que un rito, es un gesto simbólico. En un tiempo donde la fe suele medirse por discursos, Inés Arango representa otra forma de evangelio: el de las acciones que no buscan aplausos, el de los pasos silenciosos que cruzan la selva, el de una vida puesta por completo al servicio de otros.
El papa León XIV firmó esta semana su primer decreto de beatificación como líder de la Iglesia católica, y lo hizo con un mensaje poderoso: la entrega total por el otro no pasa desapercibida.
Foto portada: Imagen de referencia tomada de https://depositphotos.com/es/