Mujer del corresponsal bancario asaltado en Zipaquirá tuvo que recibir apoyo psicológico
Mujer del corresponsal bancario asaltado en Zipaquirá tuvo que recibir apoyo psicológico
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Mujer del corresponsal bancario asaltado en Zipaquirá tuvo que recibir apoyo psicológico

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El asalto no es solo un robo; es un trauma que deja huellas imborrables en las víctimas. *Eulalia, una joven trabajadora de un corresponsal bancario en Barandillas, Zipaquirá, vivió esta amarga realidad cuando fue sorprendida por cuatro delincuentes armados. La experiencia la ha marcado emocionalmente, convirtiendo un momento de incertidumbre en un desafío psicológico.

En la noche del asalto, Eulalia estaba a punto de cerrar el establecimiento cuando los delincuentes, que ya habían estado vigilando la zona, llegaron en dos motocicletas. Dos de ellos entraron al local, mientras los otros dos se quedaron afuera, ‘campaneando’. Con revólveres en mano, amenazaron a Eulalia, insultándola y despojándola de una importante suma de dinero en efectivo, resultado del producido del día, y su celular. El ataque fue breve, pero devastador; una experiencia que no solo le costó bienes materiales, sino que dejó una marca emocional profunda.

El dueño del negocio, quien afortunadamente monitoreaba la situación desde otro lugar, alertó a la policía al darse cuenta del robo a través de las cámaras de seguridad. Aunque salió a perseguir a los criminales, se encontró con la policía, y gracias a la rápida intervención de las autoridades de Zipaquirá y Nemocón se activó un plan candado, lo que resultó en la captura de los delincuentes en la entrada de la vereda La Puerta, en Nemocón, después de una persecución.

Sin embargo, este hecho, donde además una de las armas utilizadas en el asalto no haya sido recuperada, junto con la pérdida de gran parte del dinero robado, plantea serias preguntas sobre la seguridad en la zona. A pesar de esto, la captura de los delincuentes ha traído un alivio momentáneo a la comunidad.

Los asaltantes al corresponsal bancario son originarios de la costa norte, entre ellos un individuo que estaba siendo buscado por las autoridades, con graves antecedentes criminales por robos, especialmente en gasolineras, resalta un problema más amplio: la inseguridad que enfrenta la comunidad, en parte por la llegada exacerbada de personas foráneas que han causado inseguridad, no todas, algunas pocas, donde en varios casos les arriendan viviendas sin verificar su pasado y a qué se dedican. Muchos negocios están reforzando más sus medidas de seguridad, optando por instalar rejas, alarmas y otros sistemas de protección.

Eulalia está actualmente recibiendo atención psicológica para ayudarla a superar la ansiedad y otros efectos emocionales del asalto. Mientras que diferentes personas de la comunidad  se unen en torno a ella, donde el anhelo de volver a la normalidad se hace palpable. Su historia es un recordatorio del profundo impacto que la violencia puede tener en la vida de una persona, recordándonos que las cicatrices de un crimen a menudo son invisibles.

La experiencia de Eulalia revela que las consecuencias de un atraco van más allá de lo material; el trauma emocional puede perdurar mucho tiempo después del incidente. En un mundo donde la seguridad se ha vuelto una preocupación diaria, es vital que las comunidades y las autoridades trabajen juntas para abordar no solo los síntomas de la inseguridad, sino también sus causas subyacentes. La historia de Eulalia no es solo la de una víctima, sino la de un llamado a la acción para todos.

Los delincuentes fueron detenidos tras una persecución y un plan candado activado en Nemocón.

*Eulalia. Nombre cambiado. Foto portada: Imagen de referencia.

 

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