Desafortunadamente, en Colombia, el hurto se ha hecho parte del paisaje cotidiano, especialmente en los barrios donde la cercanía con la comunidad son el centro del comercio. Muchos de estos delitos no involucran armas ni amenazas, pero sí una estrategia calculada que aprovecha la rutina diaria de los trabajadores.
El ladrón se disfraza de cliente, la conversación fluye con normalidad y, en segundos, el golpe está dado. Esta vez, ocurrió en Zipaquirá
El pasado lunes 9 de junio de 2025, alrededor de las 05:30 p. m., una mujer que atendía un local comercial en el barrio San Carlos de Zipaquirá (Cundinamarca) fue víctima de hurto por parte de un hombre que entró al establecimiento simulando ser un cliente.
El sujeto pidió ver algunos productos y preguntó por sus precios, mientras conversaba tranquilamente con la trabajadora. Todo parecía un procedimiento de venta habitual, hasta que, en un momento de descuido, el hombre tomó el celular que estaba conectado al cargador sobre el mostrador y se lo guardó en el bolsillo. Sin levantar sospechas, salió del lugar dejando el robo consumado.
El hecho quedó registrado en las cámaras de seguridad del local, ubicado cerca de la iglesia del barrio. El video muestra con claridad la secuencia del hurto, lo que podría facilitar la identificación del responsable si se activa una denuncia formal.
Este tipo de hechos pone de nuevo sobre la mesa la necesidad de mejorar las medidas de seguridad en los comercios de barrio, así como fortalecer el acompañamiento institucional en zonas que, aunque tranquilas, no están exentas de la delincuencia cotidiana.
El ladrón se disfraza de cliente, la conversación fluye con normalidad y, en segundos, el golpe está dado.
Esta vez, ocurrió en Zipaquirá.