Margalida Castro, una de las figuras más queridas de la televisión colombiana y latinoamericana, sigue siendo recordada por su carisma, virtudes y un profundo amor a la Virgen María. Nacida el 19 de diciembre de 1943 en San Gil, Santander, Margalida dejó este mundo el 19 de diciembre de 2004, coincidiendo con la celebración de su cumpleaños 81. Su legado va más allá de las pantallas, marcando huellas imborrables en quienes la conocieron.
Un alma generosa y consejera
Reconocida no solo por su talento actoral, sino también por su capacidad para conectar con las personas, Margalida se convirtió en consejera de muchas familias. Siempre dispuesta a escuchar, brindaba consejos llenos de sabiduría y amor a quienes enfrentaban problemas personales o familiares. Su calidez humana la rodeaba de admiradores que buscaban saludarla o expresarle su afecto.
Su devoción a la Virgen María y amor a la Catedral de Sal
En una visita a Zipaquirá, Margalida quedó profundamente impactada por la majestuosidad de la antigua Catedral de Sal, particularmente por la imagen de la Virgen de Guasá. Desde entonces, hizo de este lugar su punto de peregrinación constante, llevando flores en cada visita como muestra de su devoción. Sin embargo, con el cierre de la antigua catedral debido a problemas de estabilidad, tuvo que cesar temporalmente sus visitas.
Con la inauguración de la nueva Catedral de Sal, Margalida retomó su devoción con aún mayor fervor, visitándola en innumerables ocasiones. Se autodenominó «Madrina Espiritual» de este emblemático lugar, considerado la Primera Maravilla de Colombia. En cada oportunidad, proclamaba su amor por la Virgen María e invitaba a otros a unirse a su fe.
Una defensora de la Familia
El 19 de octubre de 2013, durante la Fiesta de la Virgen de Guasá en Zipaquirá, Margalida llevó consigo una imagen de San José. En una entrevista con Extrategia Medios, destacó la importancia de la familia, mencionando que la Virgen no debía estar sola con el Niño Jesús, sino acompañada por su esposo, San José. Por esta razón, propuso que su imagen también tuviera un lugar especial junto a la Virgen.
Ese mismo día, de manera fortuita, coincidió con la visita del Nuncio Apostólico en Colombia, Monseñor Ettore Balestrero, quien se encontraba en Zipaquirá como turista. Margalida tuvo la oportunidad de compartir un significativo diálogo con él, fortaleciendo su compromiso espiritual con la catedral y su mensaje de unidad familiar.
Legado como Embajadora Cultural y Espiritual
Margalida Castro no solo fue una destacada actriz, sino también una ferviente embajadora de la Catedral de Sal. Su compromiso y amor por esta joya arquitectónica la llevaron a compartir su belleza y significado espiritual dondequiera que iba. Su figura sigue siendo un ejemplo de fe, caridad y entrega a las causas que amó.
Otros homenajes a la Virgen en Catedral de Sal
Con el tiempo, en la capilla de la Virgen de Guasa, se fueron colocando diversas advocaciones de la Virgen traídas por embajadores o delegados de distintos países, con el propósito de entronizarlas en este lugar. Entre ellas, llegó la imagen de la Virgen de Guadalupe, patrona de Latinoamérica. Para conmemorar su llegada, Margalida y un grupo de actores, incluyendo varios zipaquireños, representaron la aparición de la Virgen a San Juan Diego Cuauhtlatoatzin en el cerro del Tepeyac, ocurrida en 1531 en México. En esa ocasión, se rindió homenaje a la Guadalupana con una impresionante eucaristía y con piezas musicales interpretadas magistralmente por el artista zipaquireño César Vargas.
Con estas palabras, rendimos homenaje a una mujer que trascendió el mundo del arte para convertirse en un símbolo de devoción y compromiso con la espiritualidad y la familia. Hoy, su recuerdo vive en cada rincón de la Catedral de Sal y en los corazones de quienes tuvieron el privilegio de conocerla.
Su legado espiritual perdura en cada rincón de la Catedral de Sal y en los corazones de quienes la conocieron.