El sonido del tambor colombiano resonó con fuerza en tierras mexicanas. En cada presentación, una mezcla de colores, danzas y sonrisas tejió un puente entre dos culturas hermanas. La agrupación Luna Creciente Juvenil de Chía no solo cruzó fronteras geográficas: también tocó el corazón del pueblo guerrerense.
Desde Mártir de Cuilapan (Apango), pasando por Chilapa hasta llegar a Chilpancingo y Ciudad de México, los jóvenes artistas colombianos se encontraron con públicos cálidos y curiosos, dispuestos a dejarse sorprender. Entre 200 y 400 personas se dieron cita en cada espectáculo, donde los trajes típicos, la percusión y los cantos contaron historias de las montañas, los llanos y las costas de Colombia.
Cada función fue más que una muestra folclórica: fue un acto de hermanamiento cultural. Los asistentes no solo aplaudieron el talento de los jóvenes, también sintieron la pasión con la que Chía se expresa a través del arte.
En el escenario, Luna Creciente Juvenil no escatimó energía ni emoción. Cada paso de baile, cada nota musical, llevaba consigo el peso simbólico de representar un país entero. Con la bandera al hombro y el alma encendida, estos jóvenes se convirtieron en embajadores culturales de la ‘Ciudad de la Luna’.
Y así, con cada aplauso recibido y cada lazo tejido en Guerrero, la agrupación reafirmó su misión: llevar el folclor colombiano a nuevos rincones del mundo y demostrar que la juventud, cuando abraza sus raíces, puede construir puentes que ni el tiempo ni la distancia logran derrumbar.
Entre aplausos y emociones, la agrupación reafirmó su papel como embajadora cultural de Chía.
Foto portada: Agrupación Luna Creciente Juvenil de Chía. Foto de su archivo.