Relatos de Provincia

La sal que conecta: Galerazamba – Zipaquirá – Manaure

La sal, como mineral no metálico, ha generado grandes aportes a la producción y desarrollo de la industria minera en Colombia. Su uso en alimentos, salud y en ciertos agüeros ha traído consigo un tinte intercultural a varias regiones del país.

Históricamente, los ancestros indígenas intercambiaban la sal por otros productos como algodón, maíz, cerámicas, coca y demás. Durante el tiempo de la conquista, un grupo de nativos conocidos como los Coanos, ubicados en el área que comprende el Cabo de la Vela y el Valle de Upar, llevaban la sal hacia las tierras del interior para intercambiarla por oro, creando así una red salina e invisible.

Cronológicamente, en 1777 el Gobierno Español estableció la administración de las salinas. En 1824, el Estado Colombiano declaró propiedad de la Nación todas las salinas y quedó bajo su control el precio de venta de este producto. Sin embargo, en 1932 se produjo un precedente: el Banco de la República asumió la administración y explotación de las salinas terrestres en Zipaquirá y Nemocón (Cundinamarca), poblaciones ubicadas en el interior del país. Allí se reventaba la roca salina para la fabricación de la sal. Además, también se encontraban las salinas de Manaure (Guajira) y Galerazamba (Bolívar), zonas ubicadas en la costa caribe, donde se obtenía sal marina a partir de la evaporación solar del agua de mar. Relacionándose entre sí.

Mapa de la ubicación geográfica de las salinas de Colombia, tomado por publicación del Banco de la República – CENTRO DE ESTUDIOS ECONÓMICOS REGIONALES (CEER) CARTAGENA. 

La interconexión de las regiones surge a partir de que Galerazamba tenía la salina más importante debido a su ubicación entre las ciudades de Barranquilla y Cartagena. Allí, el Banco de la República construyó una planta para la explotación técnica con la intención de industrializar esa salina mediante la instalación de una manufactura para la producción de cloro y soda cáustica. Muchas personas del interior establecieron allí sus familias y luego regresaron a sus lugares de origen, mezclándose y creando un legado salinero.

Fotos de producción salina en Galerazamba (Bol), durante el año de 1948 – Tomadas del Museo Etnoindustrial de Galerazamba. 

Manaure, por su posición geográfica y capacidad productiva en las áreas de cristalización, motivó al Banco de la República a generar empleo en su producción industrial. La planta contaba con 180 empleados, entre administrativos y operarios. Durante la época de recolección, la explotación manual involucraba a cerca de 2.000 indígenas Wayuú entre los meses de mayo y septiembre de cada año. En esa temporada, se generaba una sobreproducción que abarcaba un área de 92 hectáreas.

Fotos de recolección de charcas artesanales y plantas de lavado en Manaure (Gua) en el año de 1970 – Tomada del archivo del Banco de la República. 

Con el dinero producido por IFI – CONCESIÓN SALINAS, el Banco de la República decidió construir un edificio en Zipaquirá durante el año 1927, llamado el «Palacio de Salinas», que presentaba un estilo neoclásico francés con reminiscencias góticas. Desde los años 30, funcionó como la Sede Administrativa de IFI – CONCESIÓN SALINAS. La Dirección Nacional de Salinas, una organización que tomó decisiones importantes para el beneficio de la nación, operaba desde Zipaquirá, trazando firmemente la ruta que une la provincia de Sabana Centro y la Costa Caribe. Además, al momento de la liquidación de las Salinas, se dispuso un espacio suficiente para la instalación de juzgados, telégrafos, teléfonos, Recaudación de Hacienda, Contraloría, Inspección de Trabajo y otras entidades oficiales. Esto ha convertido al Palacio en la actual Casa de Gobierno, sede de la Alcaldía de Zipaquirá.

Zipaquirá y sus salinas estaban ubicadas muy cerca de la Planta Betania, que comenzó a producir productos químicos derivados del cloruro de sodio en 1952. Además, los mineros de IFI – CONCESIÓN SALINAS trabajaron en la construcción y tallado de la primera Catedral de Sal.

Foto 1 – Mineros tallando la primera Catedral de Sal. Archivo IFI – Salinas.
Foto 2 – Los trabajadores de IFI – Concesión Salinas en el área de los hornos no solo elaboraban la sal, también eran expertos en preparar el piquete zipaquireño. Archivo de Antonio José Caycedo Caucedo.
Foto 3 y 4 – Dos aspectos de la construcción del Palacio de Salinas, en 1927. Archivo de la Administración de Salinas.
Foto 5 – Explotación de un socavón en las Salinas de Zipaquirá. Foto Archivo IFI Salinas.

Con el propósito de avanzar en obras sociales y culturales, el Banco de la República contribuyó de manera positiva a las condiciones de vida de los trabajadores de IFI – CONCESIÓN SALINAS, mediante la construcción de viviendas, colegios, hospitales e iglesias en Galerazamba, Zipaquirá y Manaure. Y, mientras se inauguraban estas infraestructuras, los trabajadores salineros se trasladaban entre regiones, algunos decidían quedarse y forjar su futuro lejos de su lugar natal.

“(…) y lo único que perdura en Manaure, puerto de sal, de sol y de viento, la blancura fatigosa, a blancura opaca y salina, ahora cristalizada, esa marisma que bordean los nopales para copiar su verde eterno en la blancura efímera de los cristales regulares. Desde la playa arenosa, que las escasas lluvias han trabajado, formando hondonadas y caminillos negros, hasta la pila de sal que oculta el horizonte con su masa, hay unos pocos metros de distancia. Allí es todo sal y arena…”

 La despedida del dolor. Manaure y la Salina Eduardo Zalamea. Cuatro años a bordo de mí mismo.

Manuela Vargas
Periodista y redactora Extrategia Medios.

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