Corrupción en la Fuerza Pública: 24 capturados, algunos en Zipaquirá

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En Colombia, la corrupción dentro de las instituciones armadas es una herida que no termina de cerrar. Cada señalamiento genera escepticismo, cada captura siembra dudas sobre la integridad del sistema. Esta semana, la Policía Nacional adelantó un operativo que pone de nuevo sobre la mesa una pregunta incómoda, pero necesaria: ¿quién vigila a quienes deben proteger? Entre los detenidos hay miembros activos y retirados de la Fuerza Pública, y Zipaquirá (Cundinamarca) aparece entre los lugares donde se desarrollaron los procedimientos.

Fueron 24 las personas capturadas tras cuatro operativos ejecutados en Villavicencio (Meta), Medellín (Antioquia), Apartadó (Valle), Bogotá D.C., Bucaramanga (Santander) y Zipaquirá (Cundinamarca). De ellas, 15 pertenecen o pertenecieron a las Fuerzas Militares: diez retirados y cinco activos. También figuran tres policías retirados y dos en servicio. Además, fueron detenidos dos exfuncionarios de la Gobernación del Meta y dos civiles presuntamente vinculados con las redes de corrupción.

Las investigaciones señalan su posible responsabilidad en delitos como Secuestro, Peculado, Concierto para Delinquir y Tráfico de Armas. No se ha revelado cuántos de los capturados estaban actuando desde Zipaquirá ni si existía algún tipo de coordinación regional, pero el territorio salinero vuelve a quedar en el centro de atención por hechos relacionados con prácticas irregulares.

Desde el Gobierno Nacional, el Ministro de Defensa, Pedro Arnulfo Sánchez, afirmó que estas capturas hacen parte de la política de integridad y transparencia institucional. “Con estos resultados, protegemos la legalidad, cerramos el paso a la corrupción y fortalecemos la confianza de los colombianos en sus instituciones. ¡Tolerancia cero con quienes traicionan el uniforme y la misión!”, expresó.

Aunque el mensaje oficial es firme, para muchos ciudadanos persiste la desconfianza. No por falta de acciones, sino por la repetición de hechos que evidencian fallas estructurales y complicidades internas.

La lucha contra la corrupción en la Fuerza Pública no puede ser solo reactiva, y los nombres detrás de estos uniformes siguen siendo un recordatorio de que el poder también debe ser vigilado.