Cristo que preside el altar mayor de la Catedral Diocesana de Zipaquirá
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Catedral Diocesana de Zipaquirá, imponente joya de la arquitectura religiosa en Colombia

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Uno de los templos más imponentes y fascinantes de Colombia se encuentra en Zipaquirá, se trata de su Catedral Diocesana, obra del excelso arquitecto español, fray Domingo Pérez de Petrés, quien además diseñó la Catedral Primada de Bogotá y la Basílica de Nuestra Señora del Rosario de Chiquinquirá. La obra fue financiada, en su mayor proporción, por los recursos provenientes de la sal y que tardó 111 años en ser construida.

En 1781 se firmaron en su interior las Capitulaciones de Zipaquirá, momento cumbre de la Revolución Comunera. Fue elevada a la dignidad de Catedral Diocesana en 1952, constituyéndose en la iglesia madre de la Diócesis y sede del Señor Obispo.

Su historia fascina tanto como su arquitectura. La mirada de cuantos la visitan se pierde en la infinita inmensidad de sus bóvedas, que matizadas con la luz tenue que se funde entre la piedra, evocan la majestuosidad de las grandes catedrales medievales y hacen de este lugar, uno de los destinos de turismo religioso, más interesantes de nuestro país.

Detalle del imponente frontispicio de la Catedral Diocesana de Zipaquirá, que adorna con su majestuosidad a la legendaria e histórica Plaza de los Comuneros.

El templo que nació con el siglo XVII

Luego de la fundación hispánica de Zipaquirá en julio de 1600, cuando Luis Henríquez hace el trazado de la plaza y sus construcciones circundantes, se inician en 1604 los trabajos de construcción de la primera iglesia, que fue encomendada a Juan de Robles, albañil. En 1605, sin explicación existente, Robles cede el contrato a Rodrigo Yáñez. Esta primera iglesia tenía 54 varas de largo, 12 varas de ancho, 6 varas de alto y 11 estribos. La fachada estaba compuesta por la puerta principal y su correspondiente arco y una espadaña con tres ojos donde se ubicaban las campanas. Para 1623 la iglesia ya estaba edificada. También para su momento, existía la casa cural, con unas características similares a las de la capilla.

Imagen de uno de los ángeles que hace guardia frente a Sagrario en el Altar Mayor de la Catedral Diocesana de Zipaquirá.

A finales del siglo XVII se habría dado la construcción de las 4 capillas posas en las esquinas de la plaza, que eran utilizadas especialmente en la procesión del Corpus Cristhi.

Entre 1724 y 1726, al parecer se da la primera reparación de este templo por parte del corregidor Pedro de Tobar y Buendía, ya que la construcción estaba en riego de derrumbarse, por lo que deben reedificarla de nuevo desde la puerta hasta el altar principal, adicionando una capilla mayor que no poseía así como 6 altares para diferentes advocaciones. Se menciona uno en especial donde se veneraba la Madre de Dios de la Soledad, que contaba con un elegante y fino vestuario. En esta misma capilla, reedificada en 1726, fue en la que se juraron las capitulaciones comuneras en 1781.

Oficialmente Parroquia desde hace 245 años

La Catedral Diocesana de Zipaquirá, es designada como parroquia a finales del siglo XVIII. En 1779, exactamente el 3 de agosto, es erigida la parroquia, bajo la titularidad de la Santísima Trinidad y San Antonio de Padua, por medio de decreto firmado por el Arzobispo Antonio Caballero y Góngora . En este momento Zipaquirá deja de ser un pueblo de indios para convertirse en Parroquia de Blancos. Es este el momento en que desaparecen las cuatro capillas posas, ubicadas en las esquinas de la plaza.

Imagen de San Antonio de Padua, que se halla en la nave derecha de la Catedral Diocesana de Zipaquirá y quien desde 1779 es su santo patrono, junto con la Santísima Trinidad.

Deterioro de la antigua iglesia e inicio de un templo colosal

A pesar de las reparaciones hechas en el templo en 1779, la edificación mostraba un marcado deterioro, por lo que se piensa en ampliarlo y repararlo o simplemente construir uno nuevo. Es así como en 1800 el Corregidor Don Manuel de Villarroel, por solicitud enviada por el clérigo Juan Antonio Salazar, dirige un mensaje de urgencia al Virrey, exponiendo la situación. Narra que ya incluso había sido retirado el retablo mayor y que era imperativo construir un nuevo templo. Un peritaje realizado por los carpinteros Cayetano Alba y Francisco Fonseca, confirman el mal estado de las paredes, baptisterio y una capilla, lo que amerita una decisión urgente. Se hace necesario contar con una edificación más grande, ya que el pueblo presenta un rápido crecimiento.

Por aquella época, se halla en la ciudad, camino a Chiquinquirá, el capuchino y arquitecto español, fray Domingo Pérez de Petrés, a quien le ha sido encargada la construcción de la iglesia de la hoy Capital Mariana de Colombia. El fraile capuchino, atendiendo las inquietudes del Corregidor y del Párroco, presenta el correspondiente avalúo de las obras, lo que suman un total de 10.700 pesos.

Tan antigua como la Catedral, es esta preciosa imagen de la Inmaculada Concepción, cuyo altar se ubica en la nave izquierda. La presencia de María en la vida diocesana, está marcada desde su creación en 1952, ya que Pio XII proclama a Nuestra señora de la Asunción como su patrona.

Inversión tan descomunal como la misma iglesia

Los gastos que merecía la obra eran bastantes y para ello se designó una junta integrada, entre otros, por Juan Salvador Algarra, Joaquín Lasso de la Vega, Luis Cortázar, Juan de Alarcón, Bernardo Rodríguez, José Bulla y Juan de Dios Torres. La financiación de la obra completa, en sus 111 años, correspondió a los aportes de la feligresía, de las múltiples actividades que se organizaron para recaudar fondos, de la generosidad de prestantes familias y hombres adinerados de buen corazón, que no dudaron en contribuir con recursos a la construcción de tan imponente monumento. Pero no cabe duda, que la mayor fuente de financiación, correspondió a los dineros provenientes por la explotación salina, que en más de una ocasión el gobierno Nacional autorizó, para la construcción de nuestra Catedral. Si no hubiera sido de esta manera, jamás Zipaquirá ni Colombia, habrían visto la maravillosa y descomunal obra que hoy apreciamos.

Y es que la inversión fue tan abismal, que muchos se atrevieron a criticar la obra con duras palabras, que claro generaron gran molestia entre los zipaquireños. Es el caso de Manuel de Ancízar, secretario de la Comisión Corográfica que visitó a Zipaquirá en 1850. Este personaje, en una publicación efectuada en 1853, expresó su total  inconformismo frente a esta proeza de los zipaquireños:

“Fincan su empeño los zipaquireños en añadir lentamente piedra a piedra en la fábrica de una iglesia colosal, esponja que embebe inútilmente dineros que empleados en fundar escuelas y mejorar caminos, mantendrían hoy próspera y floreciente, la ciudad, en vez de hallarse reducida a la condición de un apéndice inerte de la salina y en humilde contraste de la interminable iglesia. ¡Genio español, cuán adverso eres al verdadero y sólido progreso social!”.

La altura, robustez y elegancia de sus columnas, hacen de la Catedral Diocesana de Zipaquirá, uno de los templos más imponentes del país.

Domingo de Petrés en el inicio de las obras

Aprobado el avaluó, Fray Domingo de Petrés diseñó los planos y los presentó ante el Supremo Gobierno el 22 de enero de 1801. En 1805 inician las obras de la construcción de la actual edificación, dirigidas por el capuchino español hasta el 19 de diciembre de 1811, cuando fallece. Para entonces la obra se había adelantado hasta la primera cornisa de la edificación. El templo, en su diseño original, constaba de tres naves, semejando una cruz latina, tomando como brazo las dos capillas laterales.

Una construcción que demandó tiempo y tropiezos

Tan numeroso como el conjunto de piedras que conforman la Catedral, fue la cantidad de tropiezos y demoras que caracterizaron a la obra. Ante el fallecimiento de Petrés, la obra sufrió retrasos e interrupciones hasta 1824 cuando asume la dirección de la construcción el maestro Juan Pablo Luna. En 1840 se construye el atrio bajo la dirección de Tomás Silva, quien contrata al maestro Santos León para tal efecto. La obra se termina el 17 de julio de 1842.

En 1843 asume la dirección de la obra el zipaquireño Bernardino Tobar, quien vuelve a contratar a Santos León para la construcción de dos torres de tres cuerpos, el frontispicio en cal y canto (mezcla de cal, arena y sangre de animales como buey o toro) con tres hornacinas o nichos, terminación de la bóveda, adorno de las pilastras y contrapilastras, estucado de las mismas, construcción del altar mayor y el sagrario, elaboración del altar de las capillas, arreglo de la sacristía, colocación de todos los ventanales, construcción del presbiterio, del coro y solar la iglesia (colocar baldosas de barro en los pisos). Esta obra se ejecutaría en dos años por un valor de $10.000.

Obra en acuarela de Henry Price, de la Catedral Diocesana de Zipaquirá, en su proceso de construcción hacia el año 1850, la cual reposa en una colección particular en Medellín. Nótese el detalle de una pequeña cúpula ubicada en la espadaña de su frontis.

Nuevamente, se interrumpe la obra, porque el pago resultó insignificante para el maestro León. En septiembre de 1847 se contrata a Jacinto Flórez para continuar con las obras.

Para ese entonces, los planos ya habían sufrido una modificación sugerida por el afamado arquitecto Thomas Reed, autor del diseño del Capitolio Nacional y del Museo Nacional. Flórez tampoco termina las obras y es necesario contratar la obra de la soladura de todo el templo, a cuenta de Pedro Ortiz Duran y Albino Vega.

El Reloj londinense y la leyenda de las cinco Marías

Para 1873 se instaló el reloj de la torre, fabricado en la casa Thwaites & Reed de Londres, donado por José María Coronado y Eusebio Bernal. Esta destacada casa relojera inglesa, se encargó en algunas ocasiones, del mantenimiento del Big Ben de Londres, el reloj más grande, famoso y emblemático del mundo. Las gentes de ese entonces contribuyeron para la construcción de la escalera y la campana del reloj. El reloj fue instalado por un destacado relojero bogotano, de nombre Manuel Rodríguez, funcionando por primera vez el 10 de agosto de 1873.

Detalle del Reloj de la Catedral, que fue fabricado en Londres y donado por José María coronado y Eusebio Bernal. Se instaló en esta torre en el año 1874.

En 1874 se cuelgan las primeras cuatro campanas y en 1900 la quinta. Estas han sido denominadas desde entonces como Las Marías: María Concepción, la mayor, hacia el sur; María Dolores, hacia el occidente; María de la Luz y María Mercedes, hacia el norte y María del Carmen, hacia el oriente. Tuvo que ser sometida a un procedimiento u “operación” para rescatarla, razón por la cual su tañido se hizo ronco desde esa ocasión.

Se cuenta que la campana Mayor o de María Concepción, sufrió un accidente al ser impactada por un proyectil, en uno de los tantos combates librados en la plaza mayor, a finales del siglo XIX.

“Chapin” Quevedo y el órgano de la Catedral

Poco a poco iban llegando a su término las obras del gran templo; sin embargo, faltaba dentro de la iglesia, el instrumento que complementaría el conjunto con sus solemnes notas. Se trató del órgano tubular, que a diferencia de otros afamados instrumentos de nuestras catedrales y basílicas colombianas, no fue traído de Europa, sino que fue elaborado y ensamblado en el mismo templo. Este magnífico órgano que solemnizó infinidad de ceremonias durante largos años, fue obra del destacado músico y lutier Julio Quevedo Arvelo, hijo de Nicolás Quevedo Rachadell, patriota y músico venezolano que fuera edecán del Libertador Simón Bolívar. Un defecto físico, le valió el mote de “Chapín” Quevedo.

Hacia finales de 1881, concluye la construcción del órgano y su inauguración se dio el 8 de diciembre de ese año, para lo cual Quevedo Arvelo compuso e interpretó una misa llamada La Purísima, en homenaje a la Inmaculada Concepción de María. La construcción de este órgano costó $600 y fue contratada por el párroco Buenaventura Ortiz.

Órgano tubular de la Catedral Diocesana de Zipaquirá, construido por el maestro Julio Quevedo Arvelo en 1881. En un comienzo se hallaba en el coro alto, sobre el cancel en la entrada principal del templo. Hoy reposa en la parte final de la nave derecha.

Recta final de las obras y Consagración

En 1885, siendo párroco Juan Bautista Ortiz, se comienzan los trabajos de ornado de 15 pilastras y otras obras faltantes como 4 bóvedas, labores a cargo de Inocencio Mendoza.

Gracias a un auxilio otorgado en 1910 por el Gobierno Nacional, procedente de las rentas de la sal, pudieron ejecutarse las obras faltantes durante  los seis años siguientes.

La obra se termina en el año 1916, y es consagrada de manera solemnísima por el Excmo. Bernardo Herrera Restrepo, Arzobispo Primado de Colombia, el 19 de noviembre.

Sin embargo, las obras definitivas no terminaron en ese año, ya que la decoración de muros y columnas, efectuadas a mano y con pan de oro, se terminaron hasta 1937.

Nave central de la Catedral Diocesana de Zipaquirá, antes del sismo de 1967. Nótese la majestuosidad del retablo mayor, los revoques de muros y columnas con delicados detalles decorados a mano y el púlpito, detalles que desaparecieron al iniciar la década de los 70. Imagen tomada del libro Capítulos de Historia Zipaquireña de Roberto María Tisnés.

Siendo párroco el padre Jocelyn Castillo (1917-1953), se ejecutó la obra del embaldosinado del templo así como el revocado (pañetado) del frontispicio, colocando en los tres nichos correspondientes, las imágenes de Nuestra Señora de Fátima, el Arcángel San Gabriel y el Arcángel San Miguel, las cuales fueron retiradas con la restauración de finales de los años 60.

Nueva cara de la Catedral terminando la década de los 60

En 1967 un fuerte sismo afecta significativamente la estructura de la catedral y entre 1968 y 1969, debe someterse a una restauración, en la cual son retirados todos los revoques o pañetes tanto externos como internos, quedando la piedra y el ladrillo a la vista.

En 1971, en un nuevo proceso de restauración, desaparecen el Altar Mayor y los altares laterales, así como el púlpito y el coro. Se construyó el nuevo presbiterio de generosas dimensiones y se retiró la cúpula central, remplazándola por una bóveda en ladrillo. El grandioso retablo mayor fue remplazado por el Sagrario de manufactura más sencilla y una magnífica escultura en bronce de 12 metros de Cristo Crucificado, obra del maestro zipaquireño Miguel Sopó, la cual se divisa con gran imponencia, incluso desde la Plaza de los Comuneros.

Aspecto actual de la nave central de la Catedral, posterior a la restauración de 1969, donde desaparecieron revoques (pañetes), altares, púlpito, cúpula central y lámparas de la bóveda

En 1979 es construida la cripta o mausoleo de los mártires, donde reposan los despojos mortales de los seis Mártires Zipaquireños, fusilados el 3 de agosto de 1816, por orden de Pablo Morillo. Allí se rinde homenaje especial a su memoria cada 3 de agosto.

En 1991, es construido el mausoleo de los obispos, donde yacen tres prelados: Monseñor Buenaventura Jáuregui Prieto, segundo obispo, Monseñor Rubén Buitrago Trujillo, tercer obispo y monseñor Hernán Alvarado Solano, quien fuera Obispo de Guapi – Cauca.

Dos Momentos Memorables

La Catedral Diocesana de Zipaquirá, a lo largo de su prolija historia, ha sido testigo de hechos memorables para la ciudad y el país. Pero sin duda los dos más importantes, son la firma de las Capitulaciones Comuneras y la creación de la Diócesis de Zipaquirá.

En 1781, se dio un movimiento revolucionario motivado por los nuevos impuestos que La Real Audiencia impuso a productos como el tabaco, al aguardiente y otros de consumo básico, lo que generó un movimiento rebelde que desde el Socorro y otros municipios de Santander, partió hacia Santa Fe, para exigir la derogación de las medidas. Las negociaciones efectuadas en Zipaquirá, culminan con la firma de las Capitulaciones en el interior de la Iglesia Mayor (antecesora de la actual catedral) el 8 de junio de 1781.

Muy temprano, el Arzobispo de Santa Fe, Antonio Caballero y Góngora celebró la misa solemne en el templo parroquial de la Santísima Trinidad y San Antonio de Padua y al término de la ceremonia, tomó juramento a los miembros de la Real Audiencia de las 35 capitulaciones acordadas. Cabe recordar que después, esas capitulaciones fueron desconocidas y condenados los patriotas que lideraron el movimiento. La Iglesia Mayor de Zipaquirá fue testigo mudo, del acontecimiento que marcó el inicio de la gesta independentista en Colombia.

 

En la Capilla Mayor de la Catedral, encontramos una preciosa imagen de gran tamaño, de Cristo Crucificado, elaborada en bronce por el maestro zipaquireño Miguel Sopó.

De Iglesia Mayor a la dignidad de Catedral

Nunca pasó por la mente de quienes concibieron el portentoso templo de Zipaquirá, que esta joya arquitectónica fuese a ser elevada a la dignidad de Catedral en 1952.

Por disposición del Santo Padre Pio XII, el 1 de septiembre de 1951, crea la Diócesis de Zipaquirá, desmembrándola de la Arquidiócesis de Bogotá. Se conformó con un territorio bastante amplio, que comprendía todo el norte de Cundinamarca.

Por consiguiente, el Santo Padre le concede al Templo Mayor De Zipaquirá, la dignidad de Catedral, gozando de todos sus derechos, insignias y privilegios, siendo la sede o cátedra del Obispo. El 15 de agosto de 1952, tiene lugar la más solemne ceremonia presidida por el Nuncio Apostólico Antonio Samoré, el Arzobispo de Bogotá Crisanto Luque Sánchez y desde luego monseñor Tulio Botero Salazar, primer Obispo de Zipaquirá. A la ceremonia asistieron además los obispos de Cartagena y Cali y un número enorme de sacerdotes y religiosos. Una fecha inolvidable y feliz para nuestra Catedral Diocesana de Zipaquirá.

El 15 de agosto de 1952, con la creación de la Diócesis, el templo Mayor de Zipaquirá, es elevado a la dignidad de Catedral. Detalle de una de las ceremonias solemnes que se celebran dentro de la Catedral, presididas por su obispo en compañía de otros prelados y el clero diocesano.

Estilo arquitectónico que asombra

Como ya lo vimos, la obra de construcción de la Catedral Diocesana de Zipaquirá, tardó 111 años entre 1805 y 1916. En ese lapso de tiempo, fueron muchos quienes tuvieron a su cargo la dirección de la obra, la cual inició Fray Domingo Pérez de Petrés. Esto explica la diversidad de estilos y formas, lo que dificulta hablar de un único formato arquitectónico.

Para algunos especialistas, predomina un estilo compuesto por el romano y el jónico, mientras que otros opinan que es el toscano. Sus acabados sugieren un toque clásico – romántico.

Quien visita la Catedral, se extasía con la inmensidad de sus bóvedas, donde la mirada se confunde con la luz, que integrándose a la piedra y a la exquisitez de sus formas, ofrece una penumbra increíble que favorece el recogimiento, la piedady  la oración.

Deslumbra a quien la visita, por la inmensidad de sus bóvedas, por la fortaleza de su estructura, marcada especialmente por la robustez de sus columnas, el efecto maravilloso que ofrece la penumbra producto de la luz solar que contrasta con la opacidad de la piedra, lo que ofrece un espacio realmente asombroso y apto para la reflexión.

Las naves laterales rematan en dos bellos vitrales: uno de la Asunción de la Santísima Virgen y otro de San Antonio. Igualmente, en las capillas laterales, se observan dos grandes vitrales: uno del Bautismo de Jesús y otro de la Asunción de María Santísima.

Es un templo que cuenta con 80 metros de largo por 30 metros de ancho y 20 metros de altura, en la parte interna. La Catedral cuenta con un espacio asombroso que permite albergar a 4000 personas. Un conjunto increíble, maravilloso, único en su género, que hace de la Catedral Diocesana de Zipaquirá, uno de los monumentos más imponentes de la arquitectura religiosa en Colombia.

En la nave izquierda de la Catedral, al lado del presbiterio, se halla el bautisterio, bella obra esculpida en mármol, que hace juego con la escena del bautismo de Jesús del vitral que adorna esta capilla donde se administra el sacramento a los pequeñitos.

¿A qué hora puedo asistir a eucaristías?

Quienes visitan la ciudad desde diferentes puntos del país o las personas que residen en la ciudad y la región, pueden participar en las diferentes celebraciones eucarísticas que se ofrecen en la Catedral Diocesana de Zipaquirá, en los siguientes horarios:

En la Catedral

Lunes a Sábado: 12:00 m
Domingos: 8:00 a.m., 10:00 a.m., 12:00 m, 5:00 p.m.

En la Capilla del Sagrario

Lunes a Sábado: 7:00 a.m. y 6:00 p.m.
Domingos: 6:00 a.m.

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La Semana Mayor de la Catedral Diocesana de Zipaquirá, patrimonio cultural inmaterial de la ciudad y del departamento, figura entre las tres mejores de Colombia y es sin duda la más hermosa del centro del país, por la solemnidad y elegancia de sus procesiones.

Para tener en cuenta:

Distancia de Bogotá: 40 kms
Altitud: 2650 m.s.n.m.
Temperatura:  12°C
Clima: Frío de montaña
Extensión: 197 m2

 

La Catedral cuenta con un espacio asombroso que permite albergar a 4000 personas. Un conjunto increíble, maravilloso, único en su género, que hace de la Catedral Diocesana de Zipaquirá, uno de los monumentos más imponentes de la arquitectura religiosa en Colombia.   

 

Fotografías: Redes sociales Catedral Diocesana de Zipaquirá, Diócesis de Zipaquirá y archivo particular de Andersson Rodríguez

Andersson Rodríguez
Lic. en Filosofía y Ciencias Religiosas - Periodista.

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