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Alejo Durán, referente eterno del folclor vallenato: A 35 años de su partida

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En las polvorientas calles de El Paso, en el departamento del Cesar, donde el sol Caribe baña los campos y las historias campesinas se cantan al ritmo del acordeón, nació el 9 de febrero de 1919 Gilberto Alejandro Durán Díaz, el hombre que más tarde sería conocido como Alejo Durán. Desde su infancia, su vida estuvo marcada por las melodías y las narraciones que resonaban en su hogar, un lugar donde su madre, con voz dulce, le transmitió el amor por los cantos populares que hablaban de la tierra y sus gentes.

Alejo creció fascinado por un instrumento que pronto se convertiría en su inseparable compañero: el acordeón. Sin maestros ni manuales, observó y escuchó a los músicos de su región, aprendiendo de cada nota y cada ritmo hasta dominarlo con una autenticidad que lo distinguió para siempre. A través de su acordeón, narró las vivencias de su pueblo, pintando con sonidos los paisajes, las emociones y las tradiciones del Caribe colombiano.

Durante las décadas de 1940 y 1950, su nombre comenzó a ser conocido en los rincones de la región. Canciones como “Alicia adorada”, “039”, “Fidelina”, “El mejoral”. “La cachucha bacana” y muchas más, se convirtieron en himnos que relataban las historias más profundas del corazón campesino. Pero Alejo no solo interpretaba y componía música; defendía un estilo que él mismo denominaba el vallenato puro, ese que permanecía fiel a sus raíces, lejos de las influencias modernas que empezaban a transformar el género.

El destino le reservó un momento crucial. En 1968, en Valledupar, durante el primer Festival de la Leyenda Vallenata, Alejo Durán se coronó como el primer Rey Vallenato. Con su interpretación sincera y magistral, conquistó no solo al jurado, sino también a un público que reconoció en él, al guardián de la tradición vallenata. Ese día no solo ganó un título, sino que se consolidó como una figura central del folclor colombiano.

Su carrera lo llevó a recorrer escenarios nacionales e internacionales, presentando el vallenato al mundo como una expresión auténtica de la cultura colombiana. Su humildad y carisma lo hicieron merecedor de múltiples homenajes, pero su mayor logro fue preservar y difundir las raíces del vallenato, inspirando a nuevas generaciones de músicos.

El 15 de noviembre de 1989, Alejo Durán falleció en Planeta Rica, Córdoba, a los 70 años. Sin embargo, su legado no murió con él. Las notas de su acordeón siguen resonando en las plazas y las calles del Caribe, recordándonos que el vallenato es más que música; es historia, tradición y vida.

Alejo Durán no fue solo un músico, fue un narrador del alma campesina y un símbolo de la riqueza cultural de Colombia. Hoy, su obra es un tesoro que sigue iluminando las raíces del Caribe colombiano, perpetuando la magia del vallenato puro y eterno.

Fue el primer Rey Vallenato y un símbolo del vallenato puro y tradicional.

Foto portada: Maestro Alejo Durán. Foto tomada de Radio Nacional de Colombia.

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