Tras las huellas de Nariño en Zipaquirá
Conmemoramos en esta fecha, el bicentésimo primer aniversario de la muerte de Antonio Amador José Nariño y Álvarez del Casal, el Precursor de la Independencia, conocido como el cundinamarqués más importante de la historia, el insigne hombre de los Derechos Humanos, figura y padre del periodismo colombiano, ilustre ideólogo de la independencia y quien guardó una estrecha relación con nuestra ciudad de Zipaquirá, a la que amó sin medida y conservó en sitial de honor de su corazón.
Como aporte de nuestro medio y una forma de evocar a tan preclaro patriota, reconstruimos sus pasos en esta histórica villa desde finales del siglo XVIII, gracias a su inquebrantable amistad con Pedro Fermín de Vargas, quien fuera corregidor de la Muy Leal y Noble Villa de Zipaquirá hacia 1789, de su estrecha amistad con las heroínas zipaquireñas Bárbara Forero y Viviana Talero, de sus reuniones clandestinas, su cercanía con líderes revolucionarios de nuestra tierra y de toda las ideas libertarias con las que esta ciudad empapó su espíritu.
Conocimos de la generosidad de la tierra de la sal que subsidió sus campañas y de cómo la muerte le sorprende en Villa de Leyva el sábado 13 de diciembre de 1823, hace 201 años, lejos de sus amigos y sus ideas.
Cómo olvidar, al valiente caballero que amó a Zipaquirá hasta después de muerto, terruño que abrazó sus cenizas durante 10 años y acogió a Mercedes Nariño Ortega, su querida hija, a sus nietos Wenceslao y Ramón que tanto trabajaron por engrandecer a la ciudad que les abrió siempre sus puertas con afecto y respeto.
Recorrimos monumentos, lugares, espacios, rincones de la ciudad, que nos hablan de Antonio Nariño, que perpetúan su memoria y hasta el colegio que aún lleva su nombre, así no existan vestigios visibles de ello.
Pero más allá de conocer tan dignos capítulos de su vida en estas tierras, de fomentar su estudio entre las nuevas generaciones, de acercar a nuestros ciudadanos al pensamiento nariñista, es también una reflexión sobre lo que como zipaquireños hemos hecho para conservar esta memoria histórica y retribuir en algo, el inefable amor que el Precursor de la Patria profesó por nuestra villa salinera.
El Precursor de la Independencia y su historia en la villa de la sal, sus grandes amigos, las mujeres que le contagiaron de ideas de libertad, la generosidad de la que fue objeto y que permitió sus grandes anhelos, la forma como llegaron sus restos a la ciudad y lo que hoy queda de su memoria en esta la llamada capital Revolucionaria de América. Un recorrido por la historia de la historia.
Que esto sirva para motivar a las instituciones, entes gubernamentales, academias, entidades culturales y en general a todos los zipaquireños de bien, para que cultivemos la historia, para que cuidemos los monumentos existentes, que rescatemos del olvido tantos otros que muchos aún no conocen y por qué no, para que generemos nuevos escenarios a través de los cuales mostremos a nuestros niños y jóvenes, a nuestras mujeres, a nuestros adultos mayores, a los miles de turistas nacionales y extranjeros que a diario nos visitan, el legado de Nariño para Zipaquirá y lo que ésta le brindó en mentes, recursos e ideas, consagrándolo a perpetuidad en el altar de la patria como uno de los más grandes constructores de nuestra República. Es la forma de contar, cómo Nariño experimentó en carne propia lo que siglos más tarde, el presidente Alberto Lleras Camargo percibió con el corazón: “la Sal de Zipaquirá, significó el bautismo solemne y definitivo de la República”.
“Recorrimos monumentos, lugares, espacios, rincones de la ciudad, que nos hablan de Antonio Nariño, que perpetúan su memoria y hasta el colegio que aún lleva su nombre, así no existan vestigios visibles de ello”.