Santuario de Mi Jesús de la Piedra, en Sopo - Cundinamarca
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Sopó y la sagrada piedra, de mi Padre Jesús

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Una historia fascinante, de cómo una humilde lavandera lo halló brillando entre las aguas, del sacerdote que no creyó, pero al sanarse reconoció el milagro, de cómo obró infinitos milagros y favores entre sus devotos, de la forma como fue robado y felizmente recuperado y toda la hermosa tradición que desde hace 271 años, gira en torno a esta tierna pero dolorosa imagen de Jesús en el momento de su pasión.

A 37 kilómetros de Bogotá, encontramos el municipio de Sopó, bella población de Sabana Centro, que sabe enamorar a cuantos la visitan, con una gran riqueza natural, cultural, paisajística, gastronómica y desde luego humana. Sopó es un gran lienzo, donde la magia de su arquitectura colonial, el encanto de sus calles colmadas de historias, el romántico aroma que adorna sus espacios, unida a la fantástica tradición religiosa, se complementan con el increíble paisaje natural, que hace de esta tierra bendecida por el Señor de la Piedra, una verdadera obra de arte de incalculable valor.

En medio de tan prodigioso paraíso, nos encontramos con una historia fascinante y un esplendoroso lugar, el Santuario de mi Padre Jesús de la Piedra, lugar de oración y de silencio, donde el trinar de las aves, el suave olor de la naturaleza, el ritmo relajante de las aguas y la presencia de Dios, convierten este destino, en el más privilegiado espacio para el recogimiento, la oración y el encuentro con el Creador.

Un pequeño templo escondido entre el más precioso jardín, acoge en su interior, la imagen del Señor Jesús Flagelado, providencialmente estampado en una piedra hallada por una piadosa y humilde mujer en el fondo de la quebrada que por allí transita. Una historia emocionante que ofrecemos hoy en Recorridos Sabana, para todos nuestros queridos lectores.

Para conocer algo de la historia de Sopó

El actual municipio de Sopó, fue fundado el 25 de mayo de 1653 por Fray Francisco Chacón, asentado en una de las zonas arqueológicas más importantes, dado que hace parte del territorio donde se han hallado los vestigios humanos más antiguos del país. En lengua Chibcha, el nombre Sopó significa “Piedra” o “Cerro Fuerte” y hace referencia al territorio donde habitó el gran Cacique Sopó.

Una interesante simbiosis entre delicados parajes naturales y el romántico toque de la arquitectura colonial, se puede disfrutar en Sopó. En medio de este conjunto, se encuentra la Parroquia Divino Salvador, con una valiosa colección de arte religioso, única en su género.

El origen de esta población se dio por el traslado de los indios que procedían de los poblados de Sopó, Cueca y Meusa. Hacia el costado occidental del actual territorio, en la vereda Pueblo Viejo, sobre lo que hoy es la vía a Tunja en el sector denominado Briceño, se estableció un resguardo indígena, llamado Sopó, con una pequeña capilla regentada por los dominicos desde 1612. Pero existió, entre 1600 y 1639, un nuevo pueblo de Sopó que estaba formado por los tres grupos indígenas antes mencionados. La existencia de dos pueblos generó confrontaciones que, luego de ser solucionadas, terminó con el traslado de los indios del primer poblado, al sector que se conoció como Cueca, lugar donde actualmente se encuentra Sopó.

La tarea de unificar a los tres poblados no fue nada fácil y precisamente se le debe a Fray Francisco Chacón esa proeza. Después de varios intentos, el religioso logra llegar a un consenso sobre cuál sería el sitio más indicado para la doctrina, siendo Cueca el elegido. La antigua iglesia, levantada por los Cuecas, es reforzada y convertida en templo doctrinero.

Ya organizado el poblado y avanzada la conquista, algunos encomenderos se hicieron a grandes haciendas, donde trabajaron muchos nativos.

Estas haciendas, que perduran en el tiempo, se han convertido en destino obligado de turistas y visitantes. Dentro de esas haciendas están la Hacienda de los Estados, la Hacienda Casablanca sur y por supuesto la Hacienda Hatogrande, convertida en la casa de descanso de los presidentes de la República.

Parque principal de Sopó, una de las poblaciones más bellas de Sabana Centro, predilecta por su gran riqueza arquitectónica, natural, gastronómica, religiosa e histórica.

Durante la época republicana, Sopó protagonizó algunos hechos consignados en los capítulos de la historia colombiana. Algunos de sus hijos más queridos, como el sargento Chunza y otros valientes patriotas soposeños, que en total sumaron 40, participaron en la Guerra Civil Colombiana de 1876 y 1877. Escenarios de la población, como el Puente de Sopó y Casablanca sur, fueron testigos de cruentas batallas campales y hasta varios terratenientes fueron obligados a subsidiar con su ganado a los ejércitos.

Hoy en día, esta próspera villa, que guarda en cada rincón los retazos de historia que la forjaron, recibe a todos los visitantes con la amabilidad de sus gentes y la belleza que le caracteriza.

El día en que el Señor Jesús apareció en una piedra

Una de las razones más especiales para visitar Sopó, es la de conocer el Santuario de mi Padre Jesús de la Piedra, una historia que a todos emociona cuando la escuchan.

Era el año de 1753. Como todos los días, Rosa Nieto, una humilde mujer de gran devoción y fervor, acudía a un sector elevado de la población, donde la quebrada La Moya, formaba un pequeño espejo de agua cerca de las piedras, siendo un lugar más que apropiado para el lavado de la ropa. En medio de su sencillez, ella tenía el encargo de lavar las prendas de la parroquia. Era el 3 de diciembre. Mientras Rosa Nieto cumplía con su oficio, algo hizo que su mirada se apartara de aquellas ropas y se fijara en el agua.

Pozo formado por la quebrada la Moya, contiguo al Santuario, lugar exacto donde Rosa Nieto encontró, el 3 de diciembre de 1753, la sagrada piedra con la imagen del Señor Jesús.

Se trataba de un resplandor muy fuerte, que atrajo su atención. Sin pensarlo, introdujo su mano entre aquellas aguas y tomó el objeto que producía aquel destello. Era una pequeña piedra, de forma rectangular, que tenía en su interior lo que parecía ser una imagen del Señor Jesús, atado a una caña y coronado de espinas. Su asombro fue tan grande, que, en medio de una emoción indescriptible, solo pudo pronunciar “Mi Padre Jesús de la Piedra”, expresión que, desde ese mismo instante, le otorgó tan sublime nombre a la imagen, que se acuñó para siempre en la tradición soposeña. Sin dudarlo, Rosa lo llevó con infinita alegría a su casa.

Sobre la roca, cerca del Santuario,  se esculpió este texto, como testimonio perenne del privilegiado momento en que apareció la piedra con la imagen de Jesús, entre las aguas de la quebrada La Moya, en medio de un misterioso resplandor.

Cuando finalizaba el día y la piadosa mujer se aprestaba a descansar, ocurrió algo extraordinario. En medio de la oscuridad propia de la noche, aquella piedra empezó de nuevo a despedir potentes fulgores, que, en medio del asombro, provocaron una infinita felicidad en aquella humilde lavandera. Al día siguiente, Rosa acudió donde su párroco, el padre Raimundo Forero de Chávez, quien no solo no le creyó, sino que la mandó para su casa, sin antes tildarla de visionaria y supersticiosa.

Por alguna extraña razón, el religioso movido tal vez por su arrepentimiento o por alguna inspiración divina, pidió a Rosa Nieto que siguiera venerando aquella imagen y que si en realidad se trataba de un hecho divino, pidiera a Dios le devolviera la salud de sus ojos y antes que la piadosa mujer se retirara, le dijo unas palabras que resultaron proféticas: “Dios es admirable e inescrutable en sus obras y se vale de la gente sencilla para hacer resaltar su gloria”.

Días después, Rosa regresa donde aquel sacerdote, con la piedra en sus manos. El religioso, que apenas si podía ver, la toma, la palpa y logra observar que se trata de la imagen del “Ecce Homo”, es decir, el momento en que Jesús flagelado, es presentado ante el pueblo que, enardecido, pedía su condena. Pues allí se obra el gran milagro, la primera manifestación divina, porque aquel viejo cura que sufría de sus ojos, al tener frente a sí la piedrecilla, recupera su visión y lo primero que ve es la imagen del Señor Jesús luego de su flagelación con su túnica ensangrentada. El primero en propagar la devoción y, desde luego, la noticia de tan portentoso milagro, fue el sacerdote.

Como era de esperarse, la devoción se extendió por toda la comarca, con una rapidez increíble. Al año siguiente, 1754, el padre Raimundo dispone una capilla especial en la Iglesia del Divino Salvador para colocar aquella imagen, de tal forma que pudiera ser venerada por todos los fieles.

Los prodigios no se hicieron esperar en medio de todos los fieles devotos, que acudían ante su presencia con grandes necesidades, problemas, situaciones difíciles, sin dejar de ser atendidos.

Hermosa fotografía de la sagrada piedra hallada en lo profundo de las aguas en 1753, donde aparece la imagen del Señor Jesús y que es venerada en su Santuario, en el municipio de Sopó. La piedra tiene 15 cms de largo, por 12 cms de ancho y 8 cms de profundidad.

Hasta el Papa se enteró del milagro

Tantos hechos maravillosos, conocidos por ya no solo por los creyentes de la región e incluso de nuestra patria, no tardaron en trascender las fronteras y llegar a los mismos estrados del Sumo Pontífice. Es así como el Santo Padre Pío IX, ante el debido análisis y comprobación de todos esos prodigios, pero sobre todo al percibir una fe auténtica y un culto bastante arraigado en la feligresía, autoriza la consagración de un altar dedicado a su devoción en 1848. En ese mismo año, el Arzobispo de Bogotá Manuel José Mosquera, aprueba la Cofradía del Señor de la Caña. Los dos hechos lograron que tan especial devoción, se extendiera aún más en todo el territorio colombiano.

Hacia 1909, la imagen del Señor de la Piedra de Sopó, como se le denominó, fue trasladada de la iglesia parroquial, a una ermita ubicada en medio del bosque, muy cerca del lugar donde Rosa la halló. Pero es hasta el año de 1953, cuando se erige el santuario, en un lugar contiguo al sitio de su aparición.

Como gesto de gratitud del pueblo soposeño al Sumo Pontífice que avaló tan prodigioso hecho, el cerro en cuya falda se ubica el santuario, fue llamado Pionono, como se le llamaba también a Pío IX.

En medio de un frondoso bosque, se construyó la primera Ermita, a la cual fue trasladada la imagen del Señor de la Piedra, en 1909. Detalles del sitio donde permanece una réplica de la imagen tallada en la piedra, sobre el pozo de la aparición.

Una imagen que no es ni pintura, ni tampoco escultura

Como es habitual en estos casos, las imágenes, que tienen alguna procedencia de tipo milagros, son sometidas a rigurosos exámenes y estudios, por parte de expertos investigadores del Vaticano, que comprueban la autenticidad de las mismas. Estos son procesos necesarios para sustentar la veracidad de una devoción en particular.

Los peritos que en su momento examinaron la imagen, llegaron a la conclusión, que en la imagen del Señor de la Piedra, no existe ningún tipo de intervención humana, ni en la piedra, ni en la imagen como tal. Es decir, que ni se trata de una escultura, ni de una pintura, ni es obra concebida por algún pincel humano. Así lo ratificó, además, un gran artista colombiano, considerado el mayor retratista colombiano, Epifanio Garay, quien también inspeccionó la imagen. Definitivamente, una obra del cielo, dibujada por el mismo Dios, para mostrar su misericordia a todos los que le aman.

El dolor y sufrimiento de Jesús, plasmados en una piedra

La imagen del Señor de la Piedra de Sopó, tal como lo describió en el momento que lo pudo apreciar de manera providencial el padre Raimundo Forero de Chávez, corresponde al Santo Ecce Homo, una expresión latina que traduce “He aquí al hombre” o “Este es el hombre”, que fue pronunciada por Poncio Pilato en el momento que presenta a Jesús ante la multitud, momentos antes de ser condenado y que lo narra el Evangelio de San Juan.

Iconografía del Señor de la Piedra de Sopó, que deja apreciar, en mayor detalle, los rastros del martirio, los latigazos y sangre en su espalda, la corona de espinas, las manos atadas y la caña con la que fue objeto de burlas, adosada a sus manos.

En la imagen observamos al Señor Jesús luego de su pavorosa flagelación, semidesnudo, con un manto rojizo cubriendo su parte inferior, en una posición de desfallecimiento, luego de ser desatado de la columna donde fue duramente castigado. Ciñendo su cabeza se halla la corona de espinas, sus manos atadas por una cuerda y débilmente sosteniendo la caña con la que fue maltratado y que en medio de burlas le ofrecieron a manera de cetro real.

Su rostro de dolor dibuja una mirada llena de ternura, que conmueve a quien la observa. Los colores de la pequeña imagen, se aprecian con gran nitidez y según cuenta la tradición, se han avivado en los últimos tiempos. Es de anotar que todos estos detalles, están documentados y se hallan consignados en el libro de la Cofradía de Sopó, que fue abierto en su momento por el cura Nicolás Antonio de Vargas Matajudíos.

El Santuario y su increíble arquitectura

Visitar el Santuario del Señor de la Piedra, sugiere un desconectarse por un instante de la realidad, de las prisas, de las angustias propias de cada día. Es entrar en un contacto íntimo con la naturaleza y en medio de ella encontrarse con Dios.

Un empinado sendero empedrado en medio de un exuberante jardín, da la bienvenida al santuario. En el ascenso, nos encontramos con las 14 estaciones del viacrucis, práctica piadosa que nos prepara para ese ambiente espiritual que se respira en el templo. Algunas imágenes de advocaciones de María, hacen parte también de este conjunto.

Interior del Santuario de Mi Padre Jesús de la Piedra, de estilo grecorromano, combinado con un fino estilo colonial. Sobresalen varias piezas en piedra, elemento representativo de la localidad.

Al llegar al atrio del Santuario, a mano derecha, podemos descender por una escalera también en piedra, al pozo donde Rosa Nieto halló la milagrosa imagen del Señor de la Piedra, sitio que, como entonces, sigue bañado por las cristalinas aguas de la quebrada La Moya. Sobre el pozo, se encuentra una réplica labrada en la roca, de la sagrada imagen.

El templo, aunque pequeño, es una verdadera obra de arte. Goza de un estilo arquitectónico greco – romano, combinado con el estilo colonial propio de la población, donde se aprecian detalles de estilo dórico tallados en piedra y una serie de arcos que complementan el estilo. Hace unos años fue ampliado, con dos naves laterales, que permiten mayor capacidad de fieles. La construcción está hecha en ladrillo nativo.

Remata la nave central, el altar mayor de sencilla confección, donde se encuentra el sagrario y sobre él, permanece en una urna de seguridad en cristal, la pequeña imagen original del Señor de la Piedra.

Detalle del retablo del Altar Mayor del Santuario, tallado en madera y ornado con pan de oro, donde se aprecia el sagrario y la urna que contiene la imagen del señor Jesús de la Piedra.

La obra de diseño y construcción de este hermoso santuario, se debe al arquitecto español Alfredo Rodríguez Orgaz, quien también intervino en la construcción de la Catedral de Sal de Zipaquirá. El templo y el altar del Señor de la Piedra, fueron consagrados el 3 de diciembre de 1955, por el Nuncio Apostólico en Colombia, monseñor Paolo Bertoli.

El complemento ideal de esta joya arquitectónica, es muy particular y favorece como ninguno el ambiente de espiritualidad que solo allí se encuentra, protagonizado por el canto de las aves, el sonido del agua y el inconfundible olor a naturaleza.

El sendero de ascenso hacia el Santuario, es indiscutiblemente un auténtico paraíso, bello jardín adornado por el canto de las aves, el colorido de las flores y las más suaves fragancias, que preparan el espíritu para un feliz encuentro con el Señor.

El Señor de la Piedra, víctima de un infortunado robo

Para la década de los setenta, la imagen del Señor de la Piedra, no se hallaba como ahora en un expositorio blindado, sino que estaba incrustado en una cruz de madera forrada en plata, sin ningún elemento adicional que le garantizara seguridad.

Cuenta la historia que en 1976, ingresan al santuario unos ladrones atraídos por el metal precioso que recubría la cruz y la sustraen, llevándose consigo, la milagrosa imagen del Señor de la Piedra.

La consternación del pueblo soposeño fue indescriptible. Centenares de rosarios, plegarias, penitencias y eucaristías, fueron ofrecidas por sus devotos, pidiendo al Dios del cielo, que permitiera el retorno de la milagrosa imagen. Después de seis meses, la Policía Nacional, en medio de un allanamiento, recuperó la sagrada imagen en una casa en la ciudad de Bogotá. De inmediato fue devuelta a su Santuario, para felicidad de toda la feligresía.

Después del robo de 1976, donde la piedra sagrada estuvo perdida durante 6 meses, la imagen permanece en una urna con un vidrio de seguridad, en el retablo mayor del Santuario.

Cientos de milagros para contar

Son muchos los prodigios que se conocen a lo largo de estos 271 años de historia de “Mi Padre Jesús de la Piedra de Sopó”. Sin duda, los primeros de ellos, ya narrados anteriormente, lo constituyen la misma forma como apareció en el fondo de las aguas y la providencial curación del padre Raimundo Forero Chávez.

La cantidad de milagros, sanaciones y conversiones que a lo largo de la historia se han evidenciado, es incontable, lo que ha favorecido la inmensa fe de sus devotos y las diversas manifestaciones de piedad popular que se dan en el Santuario y sus alrededores.

Pero son muchos los favores recibidos por sus devotos. Una que llama la atención, la contaba el ya fallecido padre Bernardo Torres Cruz, quien fue rector del santuario. Contaba el sacerdote, que cada domingo veía llegar casi arrastrando, un joven que, con un esfuerzo descomunal, subía las escaleras que conducen al santuario. Con mucha fe acudía a cada eucaristía dominical, pidiendo al Señor de la Piedra por su salud, ya que sería intervenido en una cirugía compleja de la columna vertebral, problema que le aquejaba gravemente.

Con el tiempo, el buen sacerdote no le volvió a ver ni a saber nada de aquel joven y cada domingo, con atención miraba entre los visitantes, pero jamás le halló. Un día, vio a alguien muy parecido, entrar caminando al templo y pensó que podía tratarse de un familiar.  Sería difícil describir la emoción del padre Torres, cuando al dirigirse a esta persona, le confirma que en efecto se trataba de aquel joven enfermo que entraba al templo arrastrándose por el piso, quien gracias a las plegarias y la milagrosa intervención del Señor de la Piedra, se había sanado, incluso sin necesitar la cirugía programada y ahora venía caminando muy feliz, a dar gracias al Señor por su curación.

Como estas, existen miles de historias de curaciones, sanaciones, especialmente de niños y conversiones que se suscitan allí en el Santuario de Mi Padre Jesús de la Piedra en Sopó, un paraíso lleno de naturaleza y especialmente de Dios.

Cientos de devotos acuden a las celebraciones religiosas, litúrgicas y de piedad popular que se viven en el santuario, especialmente en la Fiesta Patronal que se festeja cada 3 de diciembre.

 

Lea también: Templo Doctrinero de Sutatausa: un pasaporte al pasado

Qué más puedo visitar en Sopó

Si visita el Santuario del Señor de la Piedra en Sopó, no se puede perder otras experiencias, que harán de su estadía en este municipio, un momento memorable, difícil de olvidar:

Iglesia del Divino Salvador: Templo de carácter doctrinero del siglo XVIII, que guarda una magnífica colección de arte, entre los cuales figuran los famosos Arcángeles de Sopó.

Hacienda Altamira: Allí se encontraron fosas con vestigios de una nación de caníbales anterior al pueblo Chibcha y que, al parecer, eran los más fuertes del territorio.

Hacienda Hatogrande: Perteneciente a familias prestantes como Sanz de Santamaría, Gómez de Salazar, donada posteriormente por Simón Bolívar al General Francisco de Paula Santander y que hoy es la Casa de los Presidentes de la República

Hacienda Casablanca Norte: Fue propiedad de una familia Zalamea y desde ese lugar, durante 5 días, gobernó el presidente Miguel Antonio Caro.

Puente Sopó: testigo de la lucha de los gobiernistas del general Alejo Morales y la Guerrilla de Guasca del General José María Herrán, el 19 de noviembre de 1876.

Cerro Pionono: Hermosa reserva ecológica muy cercana al casco urbano de Sopó, que en su complejo, cuenta con alturas entre los 2.800 y los 3.250 m.s.n.m., que ofrece una increíble vista de la Sabana de Bogotá.

Arco de entrada al Santuario del Señor de la Piedra, que recibe a cientos de peregrinos, que acuden cada día en busca de sanación y solución a sus dificultades.

Para tener en cuenta:

Distancia desde Bogotá: 37 kms
Distancia desde Zipaquirá: 18 kms
Altitud: 2.585 m.s.n.m
Clima: Frío
Temperatura media: 13°C

Horarios de Eucaristías

Sábados: 4:00 p.m.
Domingos: 8:00 a.m. – 10:00 a.m. – 12:00 m. y 3:00 p.m.
Lunes Festivos: 10:00 a.m.

Desde donde se aprecie, el Santuario del Señor de la Piedra de Sopó, es un lugar mágico, místico, sagrado y propicio para la oración, el perdón, la conversión y la sanación del alma y del cuerpo.

 Sería difícil describir la emoción del padre Torres, cuando al dirigirse a esta persona, le confirma que en efecto se trataba de aquel joven enfermo que entraba al templo arrastrándose por el piso, quien gracias a las plegarias y la milagrosa intervención del Señor de la Piedra, se había sanado, incluso sin necesitar la cirugía programada y ahora venía caminando muy feliz, a dar gracias al Señor por su curación.

 

Fotografías: Tomadas de las redes sociales del Santuario Diocesano de Mi Padre Jesús de la piedra de Sopó.

Andersson Rodríguez
Lic. en Filosofía y Ciencias Religiosas - Periodista.

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