Son incontables las historias de animales que, guiados por su instinto, protegen a las personas en momentos de riesgo. Una de las más conmovedoras es la de Iris, una gata zipaquireña cuya valentía cambió el destino de su cuidadora y marcó el nacimiento de una causa que hoy salva vidas.
Hace más de 17 años, el destino unió a Iris y Adelaida en una relación de compañía y afecto que creció con los años. Mientras la gata recorría tejados y praderas de Sabana Centro, Adelaida enseñaba lingüística y literatura en instituciones educativas de la región. Sus noches estaban llenas de confidencias y momentos compartidos, hasta que un hecho violento lo cambió todo.
Salvó a su cuidadora de un intento de feminicidio
En 2008, tras una noche con amigos en Sopó, Adelaida llegó a su hogar en Loteo Malagón (Zipaquirá) junto a su expareja. Lo que comenzó como un regreso tranquilo terminó en una agresión brutal: empujones, golpes e insultos, seguidos de un intento de asfixia. “No contento con eso, me arrinconó contra un sofá, se subió sobre mí y me apretó el cuello con tal fuerza que días después aún tenía marcados sus dedos”, recuerda.
En ese momento, Iris saltó contra el agresor, clavando garras y colmillos en su pierna hasta lograr que soltara a Adelaida. Esa reacción permitió que la mujer escapara y pidiera ayuda, evitando lo que pudo ser un feminicidio.
Iris inspiró la creación de una fundación
Desde entonces, Adelaida transformó el dolor en acción: creó una fundación de bienestar animal que rescata a perros y gatos en condición de calle, promueve la adopción responsable y sirve como voz de apoyo a víctimas de violencia intrafamiliar en Zipaquirá y municipios cercanos.
“Iris no fue solo una gata, fue una luz que salvó mi vida y que sigue iluminando la de muchos otros seres vulnerables”, afirma su cuidadora.