Esos detalles de Ășltimo momento
(âŠ) Los organizadores pensaron de inmediato, âÂĄcĂłmo no se nos ocurriĂł poner un reclinatorio allĂ o al menos una almohada!â.
BOGOTĂ.
Por: Guillermo Romero Salamanca.
Hace unas semanas decĂa monseñor Fabio SuescĂșn: âNadie estĂĄ preparado para una visita Papalâ. En efecto, la agenda se analiza y se perfecciona a cada instante, pero siempre habrĂĄ el pequeño detalle que a nadie se le ocurriĂł o que hubo un plan B para suplirlo.
Siete meses despuĂ©s de la tragedia de Armero, san Juan Pablo II pisĂł suelo tolimense. Ese 6 de julio de 1986 se quedarĂĄ en la memoria del paĂs que sufrĂa dos tragedias recientes: la toma del Palacio de Justicia de BogotĂĄ por el grupo subversivo M-19 y el deshielo del nevado del Ruiz que ocasionara la muerte de mĂĄs de 20.000 personas.
El santo Padre llegĂł en un helicĂłptero y acompañado de su comitiva se acercĂł a la gigantesca cruz de cemento, construida donde antes estaba la iglesia del municipio. Se quedaron impĂĄvidos al ver que Juan Pablo II no tuvo dificultad para inclinarse, puso sus rodillas en el duro cemento y permaneciĂł orando varios minutos. Los organizadores pensaron de inmediato, âÂĄcĂłmo no se nos ocurriĂł poner un reclinatorio allĂ o al menos una almohada!â.
No pudieron cantar
Catherine GonzĂĄlez recuerda que tenĂa solo 10 años cuando conociĂł de frente a una de las personas que mĂĄs han marcado su vida: Juan Pablo II.
âVarios colegios catĂłlicos de la ciudad nos reunimos y durante un mes ensayamos muchas canciones dedicadas al papa Juan Pablo II, el coro se llamaba el de los 100, porque Ă©ramos alrededor de 100 jĂłvenes. Nunca olvidarĂ© que el dĂa de la presentaciĂłn en ChambacĂș, los organizadores nos colocaron en un lugar donde no podĂamos ver al Papa y nos bajaron y no pudimos cantarle. Todos lloramos desconsoladamente, pero luego Ă©l bajĂł y a todos nos saludĂł y nos dio la mano. Fue inolvidableâ, le contĂł a El Universal.
Cuando el papa pide una manzana
En su visita a Cartagena, el Papa Juan Pablo II hizo un recorrido que contempló cenar en el Club Cartagena. Quienes le acompañaron aseguran que a pesar de ser una apetitosa comida costeña con arroz de coco y pescado, el invitado principal, comió poco.
Cuando llegĂł a la casa arzobispal, expresĂł su deseo: antes de irse a la cama querĂa una manzana.
âNo habĂa en la Casa Arzobispal. Me tocĂł salir como bola de fuego a comprarla. A dos cuadras vendĂan pero en la calle, cerca del AlmacĂ©n Ley, habĂa unos tipos de esos que les echaban agua. El que me las vendiĂł no creĂa que eran para el Papa. Se la llevaron en un platico con un cubierto y una servilletaâ, contĂł a El Universal, entre sonrisas el padre Rafael Castillo.
Para no recordar
Cuando el Papa Francisco estuvo en Brasil, una serie de errores de logĂstica ocasionaron varios lĂos, aunque, por fortuna se pudieron remediar.
El lunes 22 de julio 2013 cuando Francisco se desplazaba desde el aeropuerto hacia el centro de RĂo de Janeiro, su conductor tomĂł un camino equivocado y el automĂłvil del Papa fue acosado por fieles que intentaron tocarlo. El Papa lo tomĂł con tranquilidad y nunca dejĂł su caracterĂstica sonrisa.
Al dĂa siguiente, una falla en el metro dejĂł algunas estaciones fuera de servicio durante mĂĄs de dos horas, haciendo que muchos visitantes no pudieran llegar a tiempo a la misa inaugural de la Jornada Mundial de la Juventud.
Para completar, a mediados de la semana las lluvias convirtieron Guaratiba, un barrio en las afueras de RĂo, donde habĂa un gigantesco escenario para las Ășltimas misas del Papa, se convirtiĂł en un inmenso lodazal. Y los organizadores no tuvieron mĂĄs remedio que trasladar los eventos para la playa de Copacabana.Fue un plan B que saliĂł de inmediato y todo saliĂł bien.
âEl que me las vendiĂł (la manzanas) no creĂa que eran para el Papa. Se la llevaron en un platico con un cubierto y una servilletaâ, contĂł a El Universal, entre sonrisas el padre Rafael Castillo.