Descubren en Cundinamarca momias enmascaradas, rompiendo el mito de la Serranía del Perijá
Por décadas, se creyó que un grupo de momias halladas en Colombia pertenecía a comunidades nómadas de la Serranía del Perijá. Sin embargo, un reciente análisis científico ha cambiado por completo esa versión. Gracias a estudios avanzados en antropología física, se determinó que 10 de estos individuos provienen del departamento de Cundinamarca, lo que plantea nuevas preguntas sobre los rituales funerarios prehispánicos en los Andes colombianos.
Estas momias, denominadas «cráneos enmascarados», tienen una particularidad que las diferencia de otros hallazgos arqueológicos: en sus rostros se aplicó una capa moldeable que recreaba sus facciones, con ojos abiertos y labios definidos, como si intentaran devolverles una expresión viva incluso después de la muerte.
Este tratamiento, según la antropóloga Daniella María Betancourt Navas, muestra una visión muy especial sobre la conservación de los difuntos en aquella época.
Los amarres en hilo en las manos y pies fueron recurrentes, además de huellas de color. Foto: UNAL.
El equipo de investigadores de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL) logró rastrear su verdadero origen gracias a referencias históricas y al análisis de isótopos de estroncio y oxígeno-18, herramientas en arqueología y medicina forense. Estas técnicas revelaron que las momias pertenecían a comunidades ubicadas a unos 1.400 metros sobre el nivel del mar, lo que coincidía con la geografía del altiplano cundiboyacense y no con la Serranía del Perijá.
Dentro del grupo también hay momias infantiles envueltas en textiles en forma de fardo. Foto: UNAL.
El hallazgo también permitió conocer detalles sobre sus costumbres, su alimentación y la manera en que estos pueblos entendían la muerte. Se descubrió que la momificación en esta región no se asemejaba al proceso egipcio, donde los cuerpos eran embalsamados y envueltos en vendajes. En su lugar, los habitantes prehispánicos colombianos secaban rápidamente los cuerpos con calor y humo, luego los colocaban en posición fetal y los envolvían con textiles, redes de algodón o cuero.
Posiblemente algunas de las momias son de origen muisca. Foto: UNAL.
Gracias a estas investigaciones, se logró precisar que los individuos analizados vivieron en diferentes periodos históricos, desde el 425 d. C. hasta el siglo XVIII, pasando por momentos clave de la historia precolombina y la llegada de los europeos. Se identificaron hábitos alimenticios basados en maíz, legumbres y zapallos, aunque la fuente de proteína variaba según la edad y la época.
El estudio de estas momias ha permitido reubicar su origen y abrió la puerta a nuevas investigaciones sobre las prácticas mortuorias de los pueblos prehispánicos andinos.
A medida que la ciencia avanza, los secretos enterrados por siglos siguen saliendo a la luz, reescribiendo la historia de Colombia desde una perspectiva más precisa y sorprendente.
Foto portada: Los cráneos enmascarados también forman parte de la Colección, y es posible que sean de Tocaima (Cundinamarca). Fotos: Grupo de Antropología Biológica de la UNAL.