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En Colombia, el maltrato animal sigue presentándose en diferentes formas, muchas veces normalizadas o invisibilizadas. Más allá de los casos que involucran mascotas, existe una realidad constante sobre el uso indebido de animales de producción y tracción. Las leyes han avanzado, pero aún falta conciencia en los entornos rurales y urbanos. Casos como el de Niña, una yegua explotada hasta el colapso, nos recuerdan que toda vida merece respeto.

El 17 de febrero, en una vía pública del municipio de Cajicá (Cundinamarca), Niña cayó al suelo. Había sido forzada a cargar peso más allá de sus fuerzas. La escena generó indignación ciudadana y un reporte inmediato permitió la intervención de la Policía Nacional y de la Secretaría de Ambiente y Desarrollo Rural. El animal fue hallado en estado crítico: exhausta, con heridas infectadas y una condición corporal deteriorada por el uso reiterado de implementos de carga.

Gracias a la acción conjunta, Niña fue trasladada al albergue municipal, donde ha recibido atención médica veterinaria continua. Aunque su evolución ha sido positiva, su situación no queda en el ámbito del rescate. Actualmente, cursa un proceso sancionatorio por maltrato animal que podría implicar una multa superior a los siete millones de pesos.

La Secretaría de Ambiente y Desarrollo Rural enfatizó que el maltrato no se limita a perros o gatos. Los animales de producción también pueden sufrir y tienen derecho a un trato digno. Señaló que estas acciones pueden derivar en sanciones económicas o incluso penales, y pidió a los propietarios buscar orientación técnica en la entidad para garantizar el bienestar de sus animales.

La historia de Niña ha sensibilizado a la comunidad y se convierte ahora en una oportunidad para generar conciencia sobre el trato responsable hacia todos los seres vivos, sin excepción.

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