Bolívar 83 más de 33 años buscando soluciones a sus necesidades básicas
Familias humildes, pero maravillosas que demuestran constancia, desarrollo y trabajo, ahora logran agua potable.
ZIPAQUIRÁ, CUNDINAMARCA.
Buscando solución a las necesidades de encontrar un techo y un lugar para vivir, aunque poco digno, hace 33 años varios zipaquireños y gentes provenientes de otras regiones del país aprovecharon la oportunidad para ubicarse en la pendiente de una montaña al occidente de Zipaquirá y asentarse en esos terrenos difíciles y escabrosos.
Movidos por el amor a sus familias y a su deseo de encontrar bienestar, tuvieron que aguantaron varias persecuciones, agresiones para tratar de desalojarlos; hambre, frío, estigmatización, abandono de quienes políticamente los utilizaron para sus intereses personales y abandono por parte del Estado que finalmente se desinteresó de ellos, de sus familias y de su forma de vivir, como si fuera la táctica para deshacerse de ellos y de un problema social. Sin embargo gracias a su persistencia, resistencia y amor propio, poco a poco fueron alcanzando reconocimiento, hicieron gestiones en organizaciones no gubernamentales, hasta que finalmente encontraron eco y un ambiente de trabajo conjunto donde algunas administraciones municipales empezaron a mirar con otra óptica a estas familias y buscaron la forma para poder realizar algunas inversiones en este, uno de los barrios más subnormales de Cundinamarca.
Se logró lotear los terrenos y mediante una figura jurídica hubo reconocimiento, en varios, casos de los lotes invadidos generando una forma para poder hacer escrituración a quienes poseían estos terrenos y oficializarlos para poder reconocer a Bolívar 83 como un barrio más de Zipaquirá y lograr hacer inversiones en materia de infraestructura y de servicios. De esta forma los ‘cambuches’ improvisados fueron siendo reemplazados por humildes construcciones de las cuales muchas de ellas están aún en proceso de mejoramiento.
Con esfuerzos conjuntos se pavimentó la vía principal, siendo en ese entonces un acontecimiento histórico, comparado a la primera vez que en Colombia se prendió el primer televisor. Todos a su modo hicieron fiesta y las sonrisas afloraron, especialmente en los niños que disfrutaron esta pavimentación, la cual también se convirtió en un elemento de diversión días después, porque gracias a lo inclinado de la vía, fue perfecta para que en carritos improvisados de madera vieja con ruedas balineras y al estilo del brasileño Emerson Fittipaldi o del colombiano Roberto José Guerrero, se deslizaran a velocidades impresionantes y que hacían que los niños y algunas osadas niñas se sintieran como los mejores pilotos del momento y realizaran varias competencias, desde la parte más alta que estaba pavimentada hasta casi la vía que conduce al municipio de Pacho y al centro de Zipaquirá, donde reían, lloraban, se caían y se levantaban para devolverse nuevamente a pie, corriendo y empujando los carritos, hasta lo más alto de la vía e iniciar una nueva aventura, donde quienes sufrían de manera especial eran las mamitas de estos intrépidos chiquillos, porque a los papitos, aunque también les preocupaba que se hicieran daño y que rompieran sus ropas, o mejor que rompieran los remiendos de sus ropas, sentían una envidia de la buena.
“Gracias a lo inclinado de la vía, fue perfecta para que en carritos improvisados de madera vieja con ruedas balineras y al estilo del brasileño Emerson Fittipaldi o del colombiano Roberto José Guerrero, se deslizaran a velocidades impresionantes y que hacían que los niños y algunas osadas niñas se sintieran como los mejores pilotos del momento y realizaran varias competencias”.
Años más tarde se consigue pavimentar otra de las más amplias vías; ya habían logrado la instalación del servicio de energía y agua cruda. Algunas de las familias que se ubicaron en este sector habían alcanzado a construir en una zona de alto riesgo, a lo cual tuvieron que ser trasladadas a otro sector en uno de los primeros programas de vivienda de interés social, naciendo en un sector algo distante a Bolívar 83, el barrio Zipavivienda Siglo XXI.
Infortunadamente el flagelo de las drogas malditas y la ausencia de oportunidades educativas y laborales, como a cualquier barrio de cualquier ciudad de Colombia, tocaron fuertemente este sector, el cual fue estigmatizado, generando zozobra y prevención en la ciudad. Se presentaron varios casos de inseguridad y de violencia, pero las mayorías de sus habitantes con el apoyo de las autoridades de policía salieron al paso y han reestablecido en gran parte la tranquilidad del sector, demostrando que la inmensa mayoría de sus habitantes son gentes de bien, luchadoras, trabajadoras, que viven y desean continuar viviendo en sana paz.
Han sido duros los diferentes escaños de la vida que han tenido que ascender los habitantes de este sector, hoy varios se han ido, algunos para la eternidad y otros han cambiado de barrio o de ciudad, y gentes nuevas también han llegado. Pero soluciones a cuenta gotas llegan. Sin embargo se esperan nuevos y grandes resultados por parte de las Administraciones y de la clase política para que miren con otros ojos a esta comunidad.
“Han sido duros los diferentes escaños de la vida que han tenido que ascender los habitantes de este sector, hoy varios se han ido, algunos para la eternidad y otros han cambiado de barrio o de ciudad, y gentes nuevas también han llegado. Pero soluciones a cuenta gotas llegan”.
No hay que desconocer que las Administraciones de turno algo le han aportado, pero falta mucho, mucho más, mucho por hacer.
Ahí poco a poco, con fe y optimismo se logran las cosas con el concurso más importante que es el concurso de sus mismos ciudadanos. Gracias a todo ello y en procura de soluciones el barrio Bolívar 83 este año cuenta con una hermosa iluminación navideña, donde sus habitantes católicos, respetando las diferencias religiosas, se han reunido y en comunidad rezan la novena de navidad, de esperanza y de fe. Aprovechando uno de los días de la programación navideña por parte de la Administración Municipal, el pasado 18 de diciembre, el alcalde Luis Alfonso Rodríguez Valbuena, el gerente de la Empresa de Acueducto, Alcantarillado y Aseo de Zipaquirá, EAAAZ, Óscar Castillo Barrantes, y sus equipos de trabajo inauguraron después de 33 años de fundado el barrio, el servicio definitivo de agua potable, siendo así una muy grata noticia, porque se da un paso fundamental en el bienestar de estas familias que ahora podrán disfrutar de un servicio de agua tratada, pura, limpia y de muy buenas condiciones para el ser humano.
Como se ha anotado anteriormente hay mucho por hacer, se está haciendo y seguramente se seguirá haciendo mejorando el modus vivendi de quienes habían estado olvidados por el Estado.
“No hay que desconocer que las Administraciones de turno algo le han aportado, pero falta mucho, mucho más, mucho por hacer”.