La Catedral Diocesana de Zipaquirá, corazón espiritual de la región y del norte de Cundinamarca, este 2 de agosto de 2025, fue el escenario de una de las ceremonias más significativas para la Iglesia colombiana: la ordenación episcopal de Monseñor Jorge Enrique Malpica Bejarano, sacerdote oriundo de Gachetá (Cundinamarca), elegido por el Papa León XIV como nuevo obispo de la Diócesis de Granada (Meta).
En una eucaristía solemne, profundamente espiritual y colmada de fervor popular, presidida por el Cardenal Emérito Jorge Enrique Jiménez Carvajal, concelebrada por el Nuncio Apostólico en Colombia, Monseñor Paolo Rudelli, y Monseñor Héctor Cubillos Peña, obispo de Zipaquirá, acompañado también por el Cardenal Primado de Colombia, Luis José Rueda Aparicio, y por más de veinte obispos de distintas regiones del país y numerosos sacerdotes de las Diócesis de Zipaquirá y de Granada (Meta), la Iglesia celebró con júbilo la ordenación episcopal de Monseñor Jorge Enrique Malpica Bejarano, un pastor que ha consagrado su vida al servicio, la formación de nuevas vocaciones y el anuncio del Evangelio.
A la celebración litúrgica, que desbordó la Catedral Diocesana en un ambiente de recogimiento y esperanza, acudieron delegaciones del municipio de Gachetá —tierra natal del nuevo obispo—, comunidades parroquiales de la Diócesis de Granada, seminaristas, religiosos y religiosas, autoridades civiles, alcaldes y centenares de fieles que, con pancartas, estandartes, signos litúrgicos y lágrimas de gratitud, expresaron su afecto, admiración y compromiso con el nuevo pastor. “Fue una manifestación viva de la fe del pueblo de Dios, reunido para acompañar con alegría y oración este momento histórico”, expresó uno de sus compañeros sacerdotes.
Una homilía profética para tiempos de esperanza
Durante la homilía, el Cardenal Jiménez Carvajal —quien también lo ordenó sacerdote hace más de 30 años— dirigió a Monseñor Malpica Bejarano un mensaje cargado de profundidad bíblica, ternura pastoral y desafío espiritual. Basándose en el Evangelio del envío de los 72 discípulos, destacó que “la fuerza del enviado no está en su propia capacidad, sino en la certeza de saberse sostenido por Dios”.
“El Espíritu del Señor está sobre ti, porque te ha ungido para anunciar buenas noticias a los que sufren, sanar corazones desgarrados y proclamar libertad a los cautivos”, dijo el cardenal, citando el profeta Isaías. En un tono de cercanía y guía, lo exhortó a ser pastor como Jesús: humilde, fraterno, generoso y profundamente arraigado en la oración.
Al evocar el Salmo 23 —“El Señor es mi pastor”— recordó que la vida episcopal no está exenta de oscuridad, pero en ella resplandece la certeza de la vara y el cayado divinos que sostienen en el camino. “Hoy, por medio de tus hermanos, el Señor unge tu cabeza y consagra tu vida al servicio de su Reino, todos los días de tu existencia”, expresó solemnemente.
Momento de Consagración como obispo a Monseñor Jorge Enrique Malpica Bejarano. Foto de La Diócesis de Zipaquirá.
El Cardenal concluyó con una inspirada meditación sobre los Hechos de los Apóstoles, refiriéndose al testimonio de San Pablo, como modelo para el obispo del siglo XXI: “He servido al Señor con humildad, con lágrimas, y en medio de pruebas… No he dejado de anunciar la Buena Nueva de la gracia de Dios”.
Una vida entregada, un corazón agradecido
Cuando llegó el momento de sus palabras, Monseñor Malpica Bejarano, con la voz entrecortada y al mismo tiempo fuerte por la emoción, expresó su gratitud profunda a Dios, a su familia, a sus formadores, y a todos aquellos que lo han acompañado en su largo camino de fe.
Recordó con particular afecto a sus padres y a su tierra natal Gachetá, donde creció en un hogar sencillo, marcado por la fe y el trabajo digno. Evocó con hondura espiritual su paso por el Seminario Mayor San José de Zipaquirá, donde discernió su vocación y fue formado para amar, servir y anunciar a Cristo.
A lo largo de su ministerio sacerdotal, el nuevo obispo ha servido con entrega en parroquias de Ubaté, Villapinzón, Villagómez, Chocontá y Chía. Su cercanía con la comunidad, su estilo de vida austero, su capacidad para escuchar y su celo evangelizador lo han hecho un pastor muy querido. También ejerció como formador de seminaristas, y a ellos dirigió un mensaje especial: “Sigan a Jesús con generosidad, vivan con autenticidad y confíen siempre en el Espíritu Santo”.
En su intervención, agradeció de manera particular al obispo de Zipaquirá, Monseñor Cubillos Peña, y al cardenal Jiménez Carvajal, de quienes recibió guía, ejemplo y confianza. “Hoy me siento infinitamente amado por la Iglesia, madre y maestra, que me ha acogido, acompañado y enseñado a diario”, dijo entre ovaciones.
Dirigiéndose a sus hermanos del presbiterio zipaquireño, expresó un profundo afecto y destacó el ejemplo de su mentor, el Cardenal Jiménez Carvajal, quien también lo ordenó sacerdote. “Recibo este ministerio no por mérito propio, sino por pura misericordia de Dios. Caminaremos juntos —obispos, sacerdotes, religiosos y laicos— en espíritu de unidad, servicio y oración”, afirmó, antes de citar al salmista: “¿Cómo pagaré al Señor todo el bien que me ha hecho? Alzaré la copa de la salvación e invocaré su nombre”.
El saludo del Episcopado: servidor, testigo y profeta
Durante la ceremonia, fue leído un mensaje oficial de la Conferencia Episcopal Colombiana, a cargo del Vicario General de Zipaquirá, Monseñor Guillermo Olmos Olmos. El mensaje fue firmado por los obispos Francisco Javier Múnera Correa (presidente), Gabriel Ángel Villa Vahos (vicepresidente) y Germán Medina Acosta (secretario general), y expresó el respaldo fraterno del episcopado colombiano al nuevo obispo.
La carta reconoce en Monseñor Malpica Bejarano un “profeta, testigo y servidor de la esperanza”, y lo exhorta a vivir su ministerio en coherencia con el lema del Jubileo Bimilenario 2025: “Peregrinos de esperanza”. El texto destaca su experiencia pastoral, su cercanía al pueblo, y su compromiso con la formación de nuevas vocaciones.
“El Señor te ha elegido para guiar, custodiar y soñar junto a tu nuevo presbiterio en la Diócesis de Granada, en comunión con toda la comunidad diocesana. Confiamos en que tu testimonio será luz y fermento de renovación”, señala el mensaje.
El episcopado encomendó al nuevo obispo a la Sagrada Familia de Nazaret —modelo de obediencia, fe y servicio— y pidió al pueblo de Dios que lo acompañe con la oración, el afecto y la colaboración activa en su nueva misión.
Un envío lleno de fe, una Iglesia que se renueva
La jornada culminó con un prolongado aplauso, signos de afecto espontáneo, abrazos fraternos y cantos de alabanza. Las campanas repicaron con fuerza cuando el nuevo obispo impartió junto a los demás obispos asistentes, su primera bendición episcopal.
Zipaquirá, testigo del nacimiento de una nueva etapa en la vida de Monseñor Jorge Enrique Malpica Bejarano, lo despidió con gratitud y esperanza. La Diócesis de Granada, por su parte, lo espera con los brazos abiertos y el corazón dispuesto para caminar juntos.
“En una Colombia herida pero deseosa de reconciliación, este nuevo pastor es signo de unidad, de ternura pastoral y de fidelidad al Evangelio. Su consagración marca un momento especial en la vida de la Iglesia, que sigue creciendo con hombres sencillos, valientes y profundamente enamorados de Dios y de su Iglesia”, concluyó el Cardenal Jiménez Carvajal.
Monseñor Jorge Enrique Malpica Bejarano y el Obispo de la Diócesis de Zipaquirá, Monseñor Héctor Cubillos Peña. Foto de la Diócesis de Zipaquirá.
El Episcopado colombiano lo llamó “profeta, testigo y servidor de la esperanza”.