Con la llegada de agosto, la capital tolimense se convierte en escenario de uno de los espectáculos naturales más esperados del año: el florecimiento de los ocobos. Sus ramas, cargadas de flores rosadas, moradas y blancas, no solo embellecen la ciudad, sino que también atraen a ciudadanos y turistas que disfrutan caminando entre los tapetes florales que adornan andenes y calles.
El Tabebuia rosea, conocido popularmente como ocobo, guayacán rosado o roble morado, puede alcanzar hasta 30 metros de altura y crece en climas cálidos y subtropicales, propios de ecosistemas como el bosque seco tropical y el bosque húmedo. Su presencia en Ibagué no es casualidad: en el año 2000, mediante el Decreto 00569, fue declarado árbol insignia del municipio, y desde 2005 se celebra cada 17 de septiembre el Día del Ocobo, según el Acuerdo Municipal 033.
¿Por qué el ocobo es símbolo de Ibagué?
El ocobo no solo es apreciado por su belleza. Su designación como árbol emblemático responde al valor ambiental y cultural que representa para la ciudad. Además de embellecer el paisaje urbano, este árbol inspira expresiones artísticas. Un ejemplo es la escultura “La Flor de Ocobo” del maestro Olmer Rojas, que rinde homenaje a la mujer ibaguereña y a la obra musical “La Ibaguereña” de Leonor Buenaventura, considerada un ícono de la identidad tolimense.
¿Dónde ver los ocobos en Ibagué durante su florecimiento?
De acuerdo con la Corporación Autónoma Regional del Tolima (Cortolima), en la zona urbana de Ibagué se han identificado 3.687 ejemplares, siendo el barrio Cádiz uno de los sectores con mayor concentración de estos árboles. Este fenómeno natural puede apreciarse dos veces al año, y en agosto alcanza su máximo esplendor, convirtiéndose en una oportunidad para la fotografía, el turismo local y la conexión con la naturaleza.
Este fenómeno natural puede apreciarse dos veces al año, y en agosto alcanza su máximo esplendor, convirtiéndose en una oportunidad para la fotografía, el turismo local
y la conexión con la naturaleza.