El país respira con alivio. Después de 40 días de angustia y silencio, el sacerdote Carlos Saúl Jaimes Guerrero, desaparecido en la zona rural de Viotá, Cundinamarca, fue liberado y se encuentra sano y salvo, según lo confirmó la Orden de San Agustín en un comunicado difundido este fin de semana.
El clérigo, originario del municipio de Labateca, en Norte de Santander, fue visto por última vez el 18 de junio. Días después, su vehículo fue hallado abandonado cerca de la quebrada La Rea, en la vereda La Unión, lo que desencadenó una búsqueda intensa por parte de autoridades, voluntarios y comunidades religiosas.
Durante más de un mes, miles de personas elevaron oraciones por su regreso. La noticia de su liberación, aunque sin detalles públicos sobre las condiciones en que ocurrió, fue recibida con emoción por fieles y familiares.
“Damos gracias a Dios por este momento de esperanza. Agradecemos también sus oraciones constantes, sus mensajes de aliento y su cercanía fraterna”, expresó la comunidad agustiniana.
La Orden evitó referirse a si el religioso fue secuestrado, aunque usó la palabra “liberación” para anunciar su retorno. Tampoco se ha informado si hubo mediación oficial ni quiénes serían los responsables de su retención. Por ahora, se prioriza su recuperación física y emocional, en la intimidad familiar.
El caso ha sido considerado por muchos como un acto de fe hecho realidad. El padre Jaimes volvió cuando muchos temían lo peor, y su retorno ha sido descrito como un milagro en medio de la oscuridad.
El regreso del padre Carlos Saúl Jaimes, es celebrado como un milagro que devuelve la esperanza y la fe a miles de creyentes.