La Fiscalía 10 Especializada de Bogotá desmanteló lo que parecía una comunidad dedicada al bienestar y la medicina ancestral, pero que en realidad funcionaba (según el ente investigador) como una secta coercitiva y explotadora en el municipio de Pacho (Cundinamarca).
El señalado líder, Óscar Darío Forero, fue imputado por Trata de Personas Agravada, al comprobarse que reclutaba a jóvenes universitarios mediante discursos de sanación, ceremonias con yagé y promesas de crecimiento espiritual.
De acuerdo con la investigación, Forero estableció vínculos con el pueblo indígena Siona, presentándose como aprendiz de sus tradiciones para dar credibilidad a su rol de “guía espiritual”. Con ese discurso, consolidó la organización llamada ‘Pacto’, creada en 2015, donde se autoproclamó médico y orientador.
El grupo se presentaba como una comunidad autosostenible que promovía la agroecología y la elaboración de medicamentos naturales, proyectando una imagen de fraternidad e igualdad que (según la Fiscalía) ocultaba una estructura jerárquica y controladora.
¿Cómo operaba la secta “Pacto” en Pacho, Cundinamarca?
Con el paso del tiempo, la organización trasladó sus sedes por municipios como Tenjo y Cogua, hasta establecerse en una finca rural en Pacho, donde comenzó la etapa más coercitiva. Allí, el grupo adoptó prácticas de sometimiento físico y psicológico, acompañadas de rituales con yagé en los que el líder aseguraba canalizar energías “purificadoras”.
El discurso espiritual derivó en un sistema de obediencia absoluta, descrito por la Fiscalía como una “estructura patriarcal, jerárquica y misógina”. Las mujeres, según los testimonios, eran relegadas a labores domésticas, reproductivas y de servicio.
La supuesta comunidad se constituyó legalmente bajo el nombre Corporación PACTO (Pervivencia Ancestral, Comunidad, Territorio y Organización). Sin embargo, detrás de esa fachada se ocultaba —de acuerdo con las pruebas recaudadas— un escenario de explotación laboral, jornadas extensas sin remuneración y amenazas para evitar que los integrantes abandonaran el grupo.
¿Qué medidas tomó la justicia frente al líder de la organización?
Pese a la gravedad de las denuncias, el juez encargado de las audiencias dejó en libertad a Óscar Darío Forero, aunque seguirá vinculado al proceso judicial.
La Fiscalía solicitó una medida de aseguramiento no privativa de la libertad, mientras avanza la investigación que busca esclarecer el alcance de la red y la cantidad de personas afectadas.
Las primeras alertas sobre el actuar del líder surgieron en Ecuador, país donde habría iniciado actividades similares antes de trasladarse a Colombia. Con esta imputación, el ente acusador busca establecer responsabilidad penal y ofrecer garantías de reparación a las víctimas que, durante años, fueron sometidas bajo el lema “sufrir y servir”.
Desmanteló lo que parecía una comunidad dedicada al bienestar y la medicina ancestral, pero que en realidad
funcionaba (según el ente investigador)
como una secta coercitiva y explotadora.














