En medio de la temporada de Halloween, Zipaquirá (Cundinamarca) impulsa una iniciativa que busca conjurar un problema cotidiano: la basura en las calles. Empresas Públicas de Zipaquirá (EPZ) lidera la campaña “El papelillo al bolsillo”, una apuesta por celebrar el Día Dulce sin dejar rastros de desechos en el espacio público.
La estrategia combina el espíritu festivo del 31 de octubre con un mensaje de conciencia ciudadana: cada envoltura cuenta. Lo que parece un gesto mínimo (guardar el papel del dulce en lugar de arrojarlo al suelo) puede marcar la diferencia para mantener limpia y brillante una ciudad que busca fortalecerse en cultura ambiental.
¿Cómo busca Zipaquirá transformar los malos hábitos en compromiso ciudadano?
La campaña pone en valor el trabajo de quienes, día y noche, velan por la limpieza, el agua y el alumbrado de la ciudad. Los colaboradores del servicio de aseo recorren calles y parques recogiendo los residuos que otros dejan atrás, mientras las cuadrillas del acueducto y el alcantarillado se encargan de garantizar agua potable y mantener despejadas las redes subterráneas.
El propósito es claro: invitar a los ciudadanos a convertirse en aliados de estos “héroes invisibles”, adoptando prácticas sencillas como sacar la basura en los horarios establecidos, cerrar el grifo mientras no se usa y evitar arrojar desechos en sumideros o vías públicas.
Por su parte, el equipo de alumbrado público continúa iluminando los espacios urbanos para ofrecer mayor seguridad, recordando que la luz también es símbolo de civismo y orden. Con estas acciones coordinadas, Zipaquirá busca reafirmar que el cuidado ambiental es una tarea compartida y permanente.
Zipaquirá apuesta por un Halloween limpio:
La campaña “El papelillo al bolsillo” se consolida como una invitación a disfrutar del Día Dulce con responsabilidad. Más allá de los disfraces y los dulces, el mensaje central apela al sentido de pertenencia: la verdadera magia está en cuidar lo nuestro.
Cuando cada ciudadano asume su parte, los esfuerzos de los equipos públicos se multiplican. Así, la ciudad no solo brilla por su historia y su arquitectura, sino también por la conciencia de quienes la habitan.













