La Organización Mundial de la Salud (OMS) define como ruido cualquier sonido que sea superior a 65 decibelios (dB), lo considera perjudicial si supera los 75 dB y doloroso a parir de los 120 dB. A partir de estas estimaciones, en Colombia se ha establecido que el máximo permitido durante horas del día en las zonas residenciales es de 65 dB, en zonas comerciales e industriales hasta 70 dB, mientras que en las noches el máximo permitido es de 45dB en zonas residenciales y 60 dB en comerciales.
Así las cosas, el ruido producido por la actividad humana afecta también la comunicación entre animales. Un estudio del Instituto Humboldt encontró que, durante el confinamiento de la pandemia en Colombia, los sonidos originados por la fauna silvestre predominaron por encima del ruido provocado por los humanos; pero el regreso a la normalidad, volvieron a disminuir.
Para llegar a estas conclusiones, lograron ver que, entre los meses de abril y julio de 2020, 208 ciudadanos grabaran los sonidos de su entorno usando sus celulares. En total, se recibieron 5.717 registros sonoros de 90 segundos provenientes de 48 municipios del país.
A partir de esta información, determinaron que, por ejemplo, en la ciudad de Bogotá D.C. los sonidos de la vida silvestre fueron representados mayoritariamente por las aves, mientras que en las otras ciudades se registró una mayor diversidad de sonidos silvestres. En los territorios más pequeños hubo un aporte de sonidos de otros grupos, como insectos y anfibios.
“En la capital, donde los niveles de urbanización son más elevados, los participantes detectaron menos cambios entre periodos de confinamiento estricto y de confinamiento parcial que en otras ciudades” Juan Sebastián Ulloa, investigador del Centro de Estudios Socioecológicos y Cambio Global del Instituto Humboldt y uno de los autores del estudio.
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En lo que a salud humana se refiere, la Asociación Médica Mundial explica que la exposición al ruido afecta la salud física y psicológica de las personas. Sus efectos están relacionados con la audición, el sistema nervioso, la psiquis, la comunicación oral, el sueño y el rendimiento. Se sabe, por ejemplo, que el ruido puede aumentar el riesgo de enfermedades cardiovasculares, manifestadas en hipertensión, infarto de miocardio o incluso apoplejía, que sucede cuando hay sangrado de un órgano.
La contaminación acústica afecta la comunicación entre especies y la salud humana.