La papa criolla, uno de los productos más representativos de la agricultura colombiana, podría tener una nueva aliada para enfrentar uno de sus principales problemas: el corto tiempo que tarda en brotar tras la cosecha. Una investigación liderada desde la Universidad Nacional de Colombia logró desarrollar un nuevo tipo de este tubérculo capaz de conservar su sabor, color y calidad por más de un mes en almacenamiento.
El avance se obtuvo mediante cruces genéticos controlados entre variedades de papa criolla colombiana y un linaje ancestral peruano, lo que permitió duplicar el periodo de reposo antes de la brotación. El resultado abre una posibilidad concreta para reducir pérdidas poscosecha y ampliar el margen de comercialización para los productores, sin recurrir a modificaciones transgénicas.
¿Por qué una papa criolla que tarde más en brotar es clave para el campo colombiano?
En la papa, la brotación marca el inicio de una nueva planta, un proceso útil para la siembra, pero perjudicial cuando ocurre de forma acelerada en los tubérculos destinados al consumo. En la papa criolla, este fenómeno aparece en pocos días, afectando su textura, tamaño, color y sabor, lo que limita su venta y obliga, en muchos casos, a desecharla.
A diferencia de otras variedades como la sabanera o la pastusa, que pueden almacenarse durante varios meses, la papa criolla tiene un periodo de reposo muy corto. Para enfrentar esta dificultad, la ingeniera agrónoma y magíster en Ciencias Agrarias Luisa Fernanda Castro Morales exploró la genética del cultivo y encontró una alternativa en el grupo Stenotomum, un linaje peruano con miles de años de domesticación y reconocido por su resistencia al brote prolongado.
El trabajo incluyó el cruce manual de tres variedades colombianas con tres peruanas, en un proceso de reproducción natural controlada. Las plantas resultantes fueron evaluadas en la Granja ICA San Jorge, en Soacha (Cundinamarca), donde se midió su comportamiento en condiciones reales de cultivo. Los resultados mostraron no solo un aumento cercano al 30 % en el rendimiento, sino también una capacidad de mantenerse sin brotar hasta por 48 días después de la cosecha.
La investigación también incorporó herramientas de análisis genético y ajustes técnicos para optimizar los cruces y evitar pérdidas asociadas a factores como la sombra, que incide directamente en la productividad del cultivo. El enfoque busca ofrecer, a mediano plazo, una variedad más eficiente para el almacenamiento y la comercialización, sin alterar la naturaleza del producto.
Podría tener una nueva aliada para enfrentar uno de sus principales problemas: el corto tiempo que tarda en brotar tras la cosecha.













