Cucarachero de Pantano: cantor de los humedales en la Sabana de Bogotá lleva más de 2.190 días sin escucharse

Los humedales de la Sabana de Bogotá han sido históricamente refugios de biodiversidad, albergando especies únicas que dependen de estos ecosistemas para sobrevivir. Sin embargo, el deterioro de estos espacios ha cobrado factura en la fauna silvestre, poniendo en riesgo a especies emblemáticas.
Un caso preocupante es el del Cucarachero de Pantano (Cistothorus apolinari), un pequeño pájaro endémico que, en los últimos años, ha dejado de ser registrado en los censos de aves. Desde 2018, no se ha reportado un solo avistamiento en estas mediciones, lo que significa más de 2.190 días sin escucharse su canto en los humedales. Su desaparición es una advertencia sobre la grave crisis ambiental que enfrenta la región y la urgencia de tomar medidas para frenar su posible extinción.
¿Por qué está desapareciendo el Cucarachero de Pantano?
El declive de esta especie no es casualidad. Diversos factores han contribuido a la reducción de su población, llevándolo al borde de la extinción:
- Pérdida de hábitat:
El Cucarachero de Pantano depende de los humedales de altura, pero estos han sido sistemáticamente drenados y transformados en zonas agrícolas y urbanas. La destrucción de su entorno significa menos refugios y fuentes de alimento, reduciendo drásticamente sus posibilidades de supervivencia.
- Contaminación y especies invasoras:
La calidad del agua en los humedales ha disminuido debido a la contaminación, afectando la disponibilidad de insectos, su principal fuente de alimento. Además, la presencia de especies introducidas, como peces exóticos y aves competitivas, agrava la situación al desplazar al cucarachero de su hábitat.
- Fragmentación y aislamiento:
Las poblaciones de esta ave se han vuelto cada vez más pequeñas y dispersas. La fragmentación de su entorno impide la conexión entre grupos, reduciendo las oportunidades de reproducción y debilitando su capacidad de recuperación natural.
El Cucarachero de Pantano está catalogado en Peligro Crítico de Extinción, la categoría más alarmante antes de su desaparición total. Su canto, que alguna vez se confundía con el susurro del viento entre los juncos, podría extinguirse para siempre si no se toman medidas urgentes para su conservación. La última vez que se observó en cantidades considerables fue en 2002, hace más de dos décadas. Desde entonces, su presencia ha sido cada vez más escasa hasta llegar al punto en el que hoy no se tiene registro en los censos oficiales.
Su desaparición es una advertencia sobre la grave crisis ambiental que enfrenta la región y la urgencia de tomar medidas para frenar su posible extinción.