El presidente Gustavo Petro Urrego cerró de manera contundente cualquier posibilidad de una articulación militar entre Colombia y Venezuela, luego de que el mandatario venezolano, Nicolás Maduro Moros, planteara la idea de una eventual “unión perfecta” entre los ejércitos de ambos países como respuesta a una hipotética invasión extranjera. La declaración marcó una línea clara en la política exterior colombiana y reavivó el debate regional sobre soberanía, seguridad y cooperación internacional.
El pronunciamiento se produjo durante una rueda de prensa en la Casa de Nariño, en la que el jefe de Estado colombiano fue consultado directamente sobre el llamado de Maduro. Petro respondió con un mensaje enfocado en los límites del poder estatal y en el papel determinante de la voluntad popular. Según explicó, cualquier proceso de integración entre naciones solo puede surgir del poder constituyente y no de decisiones unilaterales desde los gobiernos o los aparatos militares.
“La única manera para que Panamá, Ecuador, Colombia y Venezuela vuelvan a estar juntas es a través de la soberanía del pueblo. Mientras eso no ocurra, nadie puede darle órdenes al ejército de otro país”, afirmó el mandatario, subrayando que la autonomía de las Fuerzas Militares es un principio innegociable en las relaciones entre Estados soberanos.
Petro fue enfático en señalar que, así como desde Bogotá no se imparten directrices al Ejército venezolano, desde Caracas tampoco se puede influir sobre las Fuerzas Militares de Colombia. En ese contexto, lanzó una de sus afirmaciones más contundentes al asegurar que la única estructura armada binacional que ha operado entre ambos territorios ha sido el Ejército de Liberación Nacional (ELN), al que responsabilizó de graves hechos de violencia y actividades criminales.
“El ELN se dedicó al tráfico de cocaína y al asesinato de campesinos”, sostuvo el presidente, al recalcar que esta organización armada no representa una causa política legítima, sino una amenaza directa contra la población civil y la estabilidad regional. Para Petro, el accionar del grupo insurgente ha afectado por igual a comunidades colombianas y venezolanas, desdibujando cualquier narrativa de cooperación armada entre Estados.
El mandatario recordó que, pese a los intentos de diálogo y a los esfuerzos por coordinar acciones que permitieran contener las operaciones del ELN en zonas fronterizas, el grupo optó por profundizar la violencia. Citó como ejemplo los hechos ocurridos en el Catatumbo, donde, según sus palabras, cerca de 200 campesinos fueron asesinados. “El ELN mata gente de Colombia y también mata gente de Venezuela”, afirmó, al insistir en que se trata de un enemigo común para ambos países y para América Latina.
Seguridad regional y narcotráfico
Al abordar el tema de la seguridad regional, Petro insistió en que el verdadero desafío compartido no es una invasión militar, sino el narcotráfico transnacional. Según explicó, la prioridad debe ser la coordinación efectiva entre los países para frenar las rutas de salida de drogas desde Colombia hacia el Caribe y otros mercados internacionales.
En ese punto, cuestionó de manera directa los enfoques basados en demostraciones de fuerza militar. “Misiles, aviones y portaaviones no detienen el contrabando ni la exportación de cocaína”, afirmó, al señalar que ese tipo de estrategias no ataca las raíces del problema y, en muchos casos, termina afectando a poblaciones civiles.
El presidente reiteró su rechazo a los ataques con misiles contra lanchas de pescadores que presuntamente transportan estupefacientes, y defendió los resultados de la política antidrogas del Gobierno colombiano. De acuerdo con sus declaraciones, el país está cerca de alcanzar la incautación de 1.000 toneladas de cocaína en el año, una cifra que, según destacó, se ha logrado sin recurrir a operaciones letales.
“Muéstrenme una eficiencia similar en otra parte del mundo”, expresó, al tiempo que planteó un llamado directo a los países consumidores para asumir su corresponsabilidad. En su visión, la producción de cocaína no puede analizarse de forma aislada sin tener en cuenta los altos niveles de consumo en otras regiones.
Distancia frente al régimen venezolano
Consultado sobre un eventual respaldo al gobierno de Nicolás Maduro, Petro fue categórico al aclarar que Colombia no ha reconocido al actual régimen venezolano. Recordó que manifestó públicamente sus dudas sobre las últimas elecciones en ese país y que no asistió a la posesión presidencial, una decisión que compartieron otros gobiernos de la región.
“Ni México, ni Brasil, ni Colombia reconocimos ese resultado en su momento”, explicó, al detallar que existió un intento de mediación para facilitar una salida construida por el propio pueblo venezolano. Sin embargo, reconoció que ese esfuerzo no prosperó y que el escenario político actual es distinto.
Pese a sus críticas, el mandatario estableció una diferencia clara entre cuestionar un régimen político y avalar una intervención militar extranjera. “Una cosa es una dictadura y otra es una invasión. La invasión es peor, porque impone de facto el dominio de un poder extranjero sobre un Estado nacional”, advirtió, al subrayar los riesgos de ese tipo de acciones para la soberanía regional.
Petro concluyó reiterando que su postura es respaldar únicamente una salida política, negociada y pacífica, construida por las fuerzas internas de Venezuela. “No respaldo una dictadura. Respeto la soberanía popular y creo que solo el pueblo venezolano puede decidir su destino”, puntualizó, dejando claro que Colombia no participará en aventuras militares ni en imposiciones externas.
Colombia no reconoce al actual gobierno venezolano,
pero tampoco avala una intervención extranjera.












