Hace 134 años, un hombre de verbo firme y mirada lúcida firmó un decreto que cambiaría el rumbo de la seguridad y la convivencia en Colombia. Era el 5 de noviembre de 1891, y el presidente Carlos Holguín Mallarino sellaba con su firma el nacimiento de la Policía Nacional de Colombia, una institución que desde entonces se convirtió en el rostro civil del Estado frente al ciudadano.
Holguín Mallarino no imaginaba que, más de un siglo después, su idea —inspirada en la modernidad europea, en la disciplina inglesa y en la organización francesa— se transformaría en una de las entidades más respetadas, complejas y necesarias del país.
El estadista que entendió el valor del orden
Marco Fidel Suárez, el célebre “príncipe de las letras castellanas”, dijo alguna vez:
“Pocos hombres han sobresalido tanto por su talento, ilustración y energía como don Carlos Holguín Mallarino.”
Y no exageraba. A los veinte años, Holguín ya presidía el Senado de la Nueva Granada; a los treinta, era diplomático; y, a los cincuenta, un presidente que creía que la justicia y el orden eran la columna vertebral de una nación libre.

En una época sacudida por guerras civiles y tensiones políticas, Holguín Mallarino entendió que la verdadera fuerza de un gobierno no estaba en el fusil, sino en la autoridad moral de sus instituciones. Por eso promovió una Policía civil, educada y respetuosa, capaz de proteger sin oprimir.
Los primeros pasos del orden civil en Colombia
La idea de tener un cuerpo de vigilancia no era nueva. Ya en 1791, Antonio Nariño, como alcalde de Santafé, había propuesto al virrey José de Espeleta crear una Junta de Policía para cuidar el orden, el aseo y la moral pública.
Aquellos primeros “serenos” con ruana y sombrero fueron los antecesores de lo que, un siglo después, se convertiría en una fuerza nacional.
Tras la independencia, Simón Bolívar dio vida a una “policía secreta” mediante el Decreto 183 de 1827, con el propósito de garantizar la seguridad de los ciudadanos en la joven república. Pero faltaba una visión integral, una estructura profesional y un propósito nacional. Esa misión recaería, décadas más tarde, en Holguín Mallarino.
Un modelo traído del mundo
Durante su carrera diplomática, Holguín conoció de cerca los sistemas de seguridad civil en Londres, París y Madrid. En Europa aprendió que la autoridad podía ejercerse con cultura, instrucción y humanidad.
En su memoria al Congreso de 1888, escribió una frase que hoy sigue siendo brújula institucional:
“Deseo que se consagre preferente atención al ramo de la policía, que en todos los países civilizados se considera como uno de los agentes más poderosos para el buen gobierno de los pueblos.”
Convencido de ello, promovió las Leyes 90 de 1888 y 23 de 1890, que dieron sustento legal a la creación de una gendarmería nacional. El objetivo era conformar una fuerza bien instruida, bien pagada y comprometida con el bienestar público.
Así nació la Policía Nacional
El 7 de noviembre de 1888 el Congreso autorizó la creación de un cuerpo de Policía Nacional, y tres años más tarde Holguín la puso en marcha.
Con la ayuda de su ministro Antonio Roldán, contrató en París al comisario francés Jean Marie Marcelino Gilibert, experto en organización policial, quien llegó a Bogotá el 14 de octubre de 1891 para dirigir la institución naciente.
Apenas tres semanas después, el 5 de noviembre de 1891, el presidente firmó el Decreto 1000, que dio origen oficial al nuevo cuerpo.
La Policía Nacional de Colombia comenzó sus operaciones el 1 de enero de 1892 con 451 hombres al servicio de la ley. Desde entonces, su emblema sería sinónimo de disciplina, autoridad y vocación de servicio.
Una institución que creció con la República
Con el paso del tiempo, la Policía evolucionó con el país. De las calles empedradas de Bogotá del siglo XIX pasó a convertirse en una institución moderna, con presencia en todos los rincones del territorio nacional.
Su estructura académica, encabezada por la Escuela de Cadetes General Santander, ha formado generaciones de oficiales y patrulleros que hoy constituyen la base de la seguridad ciudadana.
El ingreso de la mujer colombiana a la institución (creada oficialmente en 1953), fue un paso transformador. Con su entrega y profesionalismo, las policías femeninas rompieron paradigmas y aportaron una nueva dimensión humana al servicio público.
Un legado reconocido y perpetuado
En 1996, bajo la dirección del general Rosso José Serrano Cadena, se instituyó el Distintivo Especial “Carlos Holguín Mallarino”, una condecoración que lleva el nombre del fundador de la Policía Nacional de Coombia.
Este reconocimiento honra la memoria del hombre que, desde la palabra y la acción, forjó una entidad que hoy sigue siendo símbolo de autoridad legítima y orden ciudadano.
La Policía en la Constitución de 1991
El artículo 218 de la Constitución Política de Colombia consolidó su identidad como cuerpo armado de naturaleza civil, encargado de garantizar las condiciones necesarias para el ejercicio de los derechos y las libertades públicas.
El general y académico Álvaro Valencia Tovar definió esta inclusión constitucional como el paso definitivo que le dio plena entidad profesional y carácter nacional.
Cuando Carlos Holguín Mallarino entregó la Presidencia, dejó una frase que se convirtió en eco moral:
“En los cuatro años que he gobernado no se ha oído un disparo de fusil, no se ha derramado una gota de sangre, ni una lágrima. Dejo la República en paz y sin deudas”.
Ese testimonio resume el espíritu del fundador de la Policía Nacional: autoridad con compasión, fuerza con justicia, gobierno con decencia.
134 años después, su obra sigue viva en cada uniformado que vela por la convivencia en pueblos, veredas y ciudades del país.
La Policía del siglo XXI
Hoy, la Policía Nacional no solo representa orden. Es también innovación.
Cuenta con sistemas de inteligencia digital, drones, patrullas inteligentes, escuelas de formación en derechos humanos y programas de mediación comunitaria.
Su reto no es menor: mantener la confianza ciudadana y responder a los desafíos de la era tecnológica sin perder su esencia civil.

Su legado se mantiene en cada uniformado que protege la paz en veredas, pueblos y ciudades del país.
*Texto tomado del Cuaderno Histórico, cuarta edición, de la Academia de Historia Institucional de la Policía Nacional.
Adaptación para Extrategia Medios por Luis Alfonso Martínez Correa.













