En una jugada que reconfigura por completo el sistema político salvadoreño, la Asamblea Legislativa de El Salvador aprobó una reforma constitucional sin precedentes: permite la reelección presidencial indefinida, extiende el mandato presidencial de cinco a seis años y elimina la segunda vuelta electoral. La medida, respaldada por 57 de los 60 diputados, fue impulsada por la mayoría oficialista del partido Nuevas Ideas, liderado por el presidente Nayib Bukele.
Con esta decisión, el Congreso Salvadoreño sella un giro histórico y polémico, al autorizar un modelo de poder que muchos expertos y organizaciones internacionales califican de autoritario y antidemocrático.
La sesión que cambió el rumbo de un país: sin debate ni consulta ciudadana
La reforma fue tramitada y aprobada en una sola sesión plenaria, sin discusión pública ni consulta ciudadana previa. Durante el debate, la diputada opositora Marcela Villatoro alzó un cartel con una frase demoledora: “Este día murió la democracia”. Su colega Claudia Ortiz fue igual de contundente: “Esto busca perpetuar a un grupo en el poder, concentrar recursos y seguir empobreciendo al pueblo. Ya lo hemos visto en otras naciones”, declaró con preocupación.
Cambios estructurales: más años en el poder y elecciones anticipadas
Los principales puntos de la reforma incluyen:
- Reelección presidencial sin límites.
- Extensión del mandato de 5 a 6 años.
- Supresión de la segunda vuelta electoral.
- Anticipación del fin del actual mandato presidencial.
El periodo actual de Bukele, que comenzó en 2024 y debía terminar en 2029, concluirá anticipadamente el 1 de junio de 2027. Ese año se celebrarán elecciones presidenciales, legislativas y municipales de forma simultánea.
La diputada oficialista Ana Figueroa justificó los cambios asegurando que buscan «mayor estabilidad institucional», «seguridad jurídica» y «reducción de costos», alineando los periodos presidenciales con los de otros cargos públicos.
Una Corte hecha a medida ya le había abierto la puerta
La reelección presidencial fue habilitada desde 2021 por la Sala de lo Constitucional de la Corte Suprema, cuyos magistrados fueron elegidos de forma exprés por el Congreso dominado por el oficialismo. Gracias a esa decisión, Bukele pudo postularse nuevamente en 2024 y obtuvo un aplastante 82,8% de los votos, a pesar de que la Constitución lo prohibía explícitamente.
Esa sentencia —señalan juristas— abrió la grieta institucional por la que hoy se consuma la concentración total del poder.
El mundo prende las alarmas: ¿autocracia en marcha?
Las reacciones internacionales no se hicieron esperar. Organizaciones como Human Rights Watch y Cristosal advirtieron sobre el grave deterioro democrático en el país centroamericano.
“Están recorriendo el mismo camino que Venezuela. Todo comienza con un líder popular que concentra poder y termina en una dictadura”, advirtió Juanita Goebertus, directora para las Américas de HRW.
Por su parte, Noah Bullock, director de Cristosal —organización cuyos directivos salieron recientemente al exilio—, fue tajante: “Un día antes de las vacaciones, sin informar a la ciudadanía y en una sola votación, se cambió todo el sistema político para perpetuar a Bukele en el poder”.
Represión creciente a voces críticas
Junto a los cambios legales, organizaciones no gubernamentales denuncian una intensificación en la persecución de críticos del régimen. Los reconocidos abogados y activistas Ruth López y Enrique Anaya fueron detenidos recientemente en un acto calificado como represalia política.
Una historia global que se repite
La situación salvadoreña se suma a una preocupante tendencia global donde líderes carismáticos, amparados en su popularidad y control institucional, desmantelan progresivamente los frenos y contrapesos de la democracia. Para muchos analistas, el caso de El Salvador marca un antes y un después en América Latina, donde las democracias se ven cada vez más amenazadas desde adentro.