En la vía que conduce al Parque de la Sal de Zipaquirá, donde está la Primera Maravilla de Colombia, frente al parque Villaveces, el pasado 25 de octubre, una fría pared volvió a cobrar vida y sentido. Las manos de los artistas Cacerólo y Cifuentes convirtieron el cemento en un relato visual que respira color, fuerza y memoria. Allí, entre trazos de luz y lluvia, renació “El orgullo de mi patria”, el mural que rinde tributo a Egan Bernal, el ciclista que llevó el nombre de su ciudad a lo más alto y que regresó para abrazar su origen.
El encuentro fue más que un acto simbólico. Fue un reencuentro entre el campeón y su gente, entre el arte y el deporte, entre la memoria y el presente. Con la presencia del alcalde Fabián Rojas García y de la gerente de la Catedral de Sal, Yenny Páez Sabogal, Egan firmó la obra y la recibió como patrimonio artístico de la ciudad, reconociendo en ella la pasión de quienes creen que los sueños también se pintan con brochas.
“Gracias por recordarnos que los sueños se conquistan pedaleando”, expresó Egan, con la emoción propia de quien sabe que cada triunfo tiene raíces profundas en su tierra.

El poder del arte para unir a una comunidad
El mural es más que una pintura. Es un mensaje, una inspiración colectiva que combina la energía del deporte con la sensibilidad del arte urbano. La obra se integra al plan de revitalización del Centro Histórico impulsado por la Alcaldía de Zipaquirá, una estrategia que busca rescatar los espacios públicos, fortalecer la identidad local y abrir caminos para el talento joven.
Cacerólo y Cifuentes narran que el proyecto comenzó como una simple restauración, pero terminó convirtiéndose en una historia viva. Cada brochazo fue un acto de gratitud. Cada gota de lluvia, una bendición sobre la pared que ahora cuenta la historia de un país que pedalea entre sueños.
“Este mural está dedicado a nuestra leyenda Egan Bernal a nuestro ángel Julián Esteban Gómez que nos mira desde el cielo, y a toda Zipaquirá. Es una obra para ustedes, hecha con amor y esperanza. Queremos que propios y turisata la cuiden, la visiten y se tomen muchas fotos”, afirmó Cacerolo junto a Cifuentes, los artistas, muy conmovidos al ver a los vecinos y visitantes detenerse para admirar el resultado final.

La obra se alza como una ventana al alma de la ciudad, recordando que el arte no solo embellece los muros, sino que construye comunidad, inspira a los niños y refuerza el orgullo local.
Un mural que se vuelve legado
La jornada estuvo marcada por la participación de la comunidad, curiosos, deportistas y familias enteras que llegaron para compartir con Egan, tomarse fotos y dejar mensajes de admiración. La escena fue la de un pueblo unido, celebrando no solo al campeón, sino a la historia compartida que se escribe cada día en las calles de Zipaquirá.

El mural se convierte ahora en un punto de encuentro para todos, un espacio para detenerse, contemplar y recordar que el esfuerzo y la constancia son los verdaderos motores de toda transformación.
“Junto con la Catedral de Sal, rendimos homenaje a nuestro campeón. Recuperamos el mural que inspira a una nación entera”, manifestó el alcalde Rojas García, reafirmando su compromiso con el arte, el deporte y la cultura como pilares del desarrollo local.
Pedaleando hacia el futuro
El tributo coincidió con la invitación al Gran Fondo de Egan Bernal, evento que se realizará del 14 al 16 de noviembre y reunirá a miles de ciclistas de todo el país, a familias y turistas. En cada pedalazo, los participantes recorrerán los paisajes que vieron nacer al campeón y que hoy siguen inspirando nuevas generaciones de deportistas.
El mensaje es claro: Zipaquirá sigue pedaleando por los sueños, impulsada por el mismo espíritu que llevó a Egan a conquistar los caminos del mundo.
“Sigamos celebrando el espíritu que nos une”, reza la invitación. Y es precisamente ese espíritu el que hoy se refleja en cada pincelada del mural, en cada sonrisa de los niños que lo observan, y en cada ciudadano y turista que entiende que el arte, cuando nace del corazón de un pueblo, nunca se borra.

“El orgullo de mi patria” es ahora
símbolo de unión y orgullo
para todos los zipaquireños.













