Aunque los jardines infantiles son espacios creados para brindar seguridad, afecto y formación en la primera infancia, no siempre garantizan esa promesa. Lo ocurrido recientemente en Soacha (Cundinamarca) conmociona a una comunidad entera y expone nuevamente la urgencia de fortalecer los controles en instituciones dedicadas al cuidado de menores. Una niña de tres años fue víctima de abuso sexual, según dictámenes médicos. El presunto responsable era parte del equipo de trabajo del jardín.
La denuncia surgió cuando la menor empezó a presentar comportamientos que llamaron la atención de su madre. Al llevarla a un centro médico, especialistas detectaron lesiones compatibles con violencia sexual. De inmediato, fue activado el Protocolo de Atención Integral para Víctimas de Violencia Sexual, establecido para estos casos.
Según información oficial, los hechos habrían ocurrido en al menos dos ocasiones entre el 22 de abril y el 13 de mayo de este año. El hombre fue capturado por la Sijín del Departamento de Policía de Cundinamarca y puesto a disposición de la justicia.
Durante la audiencia, un fiscal de la URI de Soacha y la Unidad Especial de Investigación de Delitos contra Niños, Niñas y Adolescentes le imputó el Delito de Actos Sexuales con Menor de 14 Años. El acusado no aceptó los cargos. Sin embargo, un juez le impuso medida de aseguramiento intramural mientras avanza el proceso judicial.
Las autoridades indicaron que existe una segunda denuncia en su contra por hechos similares, también relacionados con una menor. Mientras se recogen nuevas pruebas y se esperan dictámenes médico-legales adicionales, el caso permanece bajo investigación activa.
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La prioridad, según la Fiscalía, es garantizar justicia para las víctimas y evitar que situaciones como esta se repitan en escenarios educativos.
