En Samaniego (Nariño), una región reconocida tanto por su riqueza cultural como por los desafíos sociales que enfrenta, nació Alexander Montaño, un hombre que encontró en el fuego una forma de transformar su destino. Desde niño acompañaba a su madre a preparar chorizos en las festividades del pueblo, un ritual que sin saberlo marcaría su vocación.
Su llegada a Bogotá en 2010 cambió el rumbo de su historia. Lo que inició como un empleo temporal en un restaurante capitalino se convirtió en la base de un sueño mayor: llevar la cocina ancestral al siguiente nivel. En 2015 fundó Plaza Santísimo, un restaurante especializado en comida al carbón y a la leña, donde cada receta rescata los sabores tradicionales del asado colombiano.
¿Cómo la pandemia impulsó su reconocimiento en asado ancestral, como referente gastronómico?
Mientras la crisis sanitaria obligaba a miles de negocios a cerrar, Montaño optó por reinventarse. Apostó por el contenido digital y transformó su conocimiento en una experiencia educativa. Bajo el sello de @laplazacocina, comenzó a compartir tutoriales, consejos de parrilla y secretos del asado al barril. Su estilo auténtico, cercano y didáctico cautivó a miles de seguidores, consolidándolo como una voz influyente en la gastronomía nacional.
El éxito digital le abrió nuevas puertas. En 2022, representó a Colombia en el Torneo Mundial de Asadores Ancestrales, obteniendo el segundo lugar en la categoría de cordero. Ese reconocimiento fue el impulso definitivo para su marca Señor Chicharrón, que pasó de un punto en Pasto a una red de cinco locales entre Pasto y Bogotá, con el respaldo de figuras gastronómicas como Tulio Recomienda.
¿Qué representa hoy Alexander Montaño para la gastronomía colombiana?
Más que un emprendedor, Alexander Montaño se ha convertido en un símbolo de innovación con identidad. Su labor combina la docencia, el liderazgo empresarial y la promoción de la gastronomía nacional. Ha sido jurado en competencias, embajador de marcas como Weber Colombia y El Club del Asado, y mentor de nuevos talentos culinarios que ven en él una inspiración para emprender desde la autenticidad.
Su historia demuestra que las brasas no solo cocinan alimentos: también forjan caminos. Lo que comenzó como un recuerdo familiar en una parrilla de pueblo, hoy es un movimiento que revaloriza la cocina ancestral colombiana ante el mundo.















